Nueve Mundiales y una promesa cumplida
Márquez se emocionó al recordar una de sus charlas más personales con su abuelo: “Me dijo: ‘Basta ya’ y yo le dije: ‘Última oportunidad”. Ahora celebra su mayor logro en su recuerdo.


El noveno. Es más que un número. Es una promesa cumplida. Quizás la mayor de su vida, la más importante, la más personal. Marc Márquez vuelve a ser, después de seis años, campeón del mundo de MotoGP. Después de conocer el idilio de las victorias imponentes y bajar al infierno de las lesiones. Dos caras de una misma moneda que su familia vivió de cerca. Y ya no hablamos de su hermano, Álex Márquez, quien estuvo más presente que nadie en todo este camino... sino de su abuelo paterno. Ramón, uno de sus grandes pilares, incluso le aconsejó que lo dejara. Tenía suficiente con seis Mundiales de MotoGP y era hora de que pudiera vivir una vida tranquila, lejos de tanto dolor y sufrimiento. Pero la ambición de un campeón es difícil de ignorar. Y Marc le hizo una promesa: una última oportunidad para llegar a lo más alto. La cual, resultó ser la definitiva.
Y sí, puede que este noveno Mundial sea el más especial, el más esperado, por todo el camino que ha recorrido el campeón. Pero también por esa promesa a su abuelo. Ramón falleció el pasado febrero de 2014, pero estuvo más presente que nunca en Japón para celebrar otro éxito de su nieto. Había cumplido lo que prometió, una última oportunidad en su brazo lesionado para volver a lo más alto del motociclismo. Para volver a hacer historia. Para estar un paso más cerca de ser el mundo de toda la historia. Se emocionó al cruzar la línea de meta para soltar todo lo que había retenido estos seis años entre las cuatro operaciones en el antebrazo, las dos diplopías, la cirugía en la mano derecha, la operación de síndrome compartimental, las horas de médicos, fisios, el esfuerzo invertido en todo su trabajo y el adiós a Honda. Pero, sobre todo, por recordar a su abuelo y la promesa que le ha perseguido en este último año.
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“Seguro que nos está viendo desde ahí arriba. Mi abuelo era de los partidarios de que lo dejara, lo vivía muy de cerca. Me decía que ya tenía suficiente para vivir, él era superdirecto conmigo. Me dijo: ‘Basta ya’ y yo le dije: ‘Última oportunidad”, explicaba roto de la emoción a los micrófonos de DAZN, intentando contener una lágrimas que brotaban de sus ojos, mostrando su lado más humano. “Seguro que mi abuelo lo está disfrutando como nosotros”, añadía el español. Y no hay duda. Porque lo de Marc Márquez ha sido el mayor regreso que se haya visto en la historia de MotoGP. Y probablemente en la historia del deporte. 2184 días después. 108 caídas después. 30 grandes premios perdidos después. Un adiós a Honda después. Pero también con el regreso de podios, victorias y, sobre todo, sonrisas. Disfrutar sobre la moto pasó a ser lo más importante y, este año con una Ducati oficial, ya van 25 victorias de 34 posibles entre carreras dominicales y esprints. Que siga la locura. Marc Márquez ya, por fin, está de vuelta. Y en paz consigo mismo.
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