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MOTOGP | GP SOLIDARIO

‘Martinator’: el campeón que no podía hacer ruido en el Jarama

Vivió en el final de recta del trazado madrileño y lo que para sus vecinos era una molesta matraca para él era música celestial.

MONTMELÓ
‘Martinator’: el campeón que no podía hacer ruido en el Jarama
MANAURE QUINTEROAFP

El circuito del Jarama, ubicado en la carretera de Madrid a Burgos, pasado San Sebastián de los Reyes, existía antes que muchas de las casas que hay a su alrededor y con el paso del tiempo algunas de ellas lograron que se silenciara algunos puntos del célebre trazado madrileño, para no molestar. Incongruencias del desarrollo urbano, pero a continuación del final de recta hay una urbanización en la que vivía un niño llamado Jorge Martín Almoguera. Para este chaval, los fines de semana con acción en la pista era, lejos de ser una molesta matraca como para muchos vecinos, era auténtica música celestial para sus oídos y el origen de muchos sueños que le coronaban campeón del mundo de motos en todas las categorías. Lo fue de Moto3 en 2018, se le escapó el de Moto2 por el Covid y desde este 17 de noviembre de 2024 también lo es de MotoGP.

FOTORRELATO

Ahora todo el mundo le conoce como Martinator y ha hecho historia al convertirse en el primer piloto de la era MotoGP, llegada en 2002 como nueva clase reina, en sustitución de los míticos 500cc, capaz de coronarse campeón desde de un equipo satélite o independiente, no de fábrica. Ese es el Prima Pramac, propiedad de Paolo Campinotti, que lidera como team manager Gino Borsoi y que cuenta con Fonsi Nieto en el papel de ‘coach’ y con Daniele Romagnoli al frente del equipo ténico al que Ducati ha apoyado hasta el final como si fuera un equipo de fábrica.

El español ha contado con las mismas armas que Francesco Bagnaia, la Ducati GP24 que sólo tenían los pilotos oficiales del Ducati Lenovo y su compañero Franco Morbidelli, y además, también con las mismas actualizaciones que Pecco. Sin duda, un arma fantástica que el nuevo campeón ha sabido gestionar para llegar a una cima con la que ya soñaba el 22 de diciembre de 2014, día en el que en As publicamos la primera entrevista amplia con este piloto, precisamente a la entrada del Jarama. Un joven Jorge ganó ese año, con 16 años, la Red Bull Rookies Cup por delante de un talentazo como era Joan Mir, campeón de Moto3 en 2017 y de MotoGP en 2020, y destacaba en aquel encuentro que no se cortaba un pelo, pese a su edad, a la hora de asegurar que no había más madrileños triunfando en el Mundial por falta de ayudas, como la de no dejarle rodar en el Jarama para no hacer ruido.

Triunfar en la copa monomarca de KTM era su última opción, porque ahí sus padres, Jorge Martín y Susana Almoguera, sólo tenían que pagar lo viajes por Europa y no les quedaba más para invertir en un niño cuya pasión por las motos ya les había costado 150.000 eurazos para llegar a ese nivel. De no haber ganado la Rookies ese año le habría complicado mucho su carrera deportiva y en 2015 llegó al Mundial de la mano de Aspar, para subirle a una Mahindra que era inferior, que sufrió durante dos años y que le curtió para el futuro, además de hacerle entablar una buena relación con su compañero de box, Pecco, el mismo que le privó el año pasado del título de MotoGP y al que se lo ha ganado este 2024.

El título de Moto3 lo conquistó en la carrera de Malasia 2018, sobre la Honda del equipo Gresini y saltó a Moto2 con el Red Bull KTM Ajo, para llegar a MotoGP en 2021. Ese primer año estuvo a punto de arrojar la toalla tras sufrir una caída en Portimao con la que sufrió ocho fracturas. Antes ya había dado muestras de su potencial, porque marcó la pole en la segunda cita, el GP de Doha, y una vez recuperado fue capaz de lograr su primera victoria en su sexto GP, el de Estiria. En 2022, arrastró todo el año problemas de motor en su Ducati. En 2023, peleó por el Mundial hasta la última carrera. Y en 2024, se ha coronado gracias a una mayor regularidad y, sobre todo, a una cabeza mejor amueblada gracias al enorme trabajo que lleva haciendo un año con su piscólogo deportivo.

En cuanto a sus padres, Ángel y Susana, son de los que se bajaban a Jerez en moto para animar a Álex Crivillé, principalmente, con una bandera de España que incorporaba el toro, la misma que estos años ha paseado en cada victoria el nuevo campeón, entregada siempre a manos de su padre. Él le acompaña siempre en las carrersa y es su asistente, trabajo que sabe diferenciar a las mil maravillas del papel de madre. En cuanto a ella, es comercial y sufridora desde casa en la mayoría de las carreras. En 2018 viajó a Malasia en el último momento a petición de su hijo, como ha hecho este año acompañado de su otro hijo, Javier, que le pega al motocross por afición. Martinator la llamó La Galáctica en una entrevista en El Larguero de la SER, y a ella le encantó tanto que se hizo su camiseta de rigor.

Se trata de una familia normal y feliz, que echa de menos a su hijo por su residencia andorrana, donde se entrena a muerte con su gran amigo, Aleix Espargargó, y con el que comparte representante, Albert Valera, alias Mister Bonus para sus pilotos, porque también lleva a Pedro Acosta y llevaba a Jorge Lorenzo. Eso es tener buena puntería y lo demás tontería.

Por rematar con el título de Martín, es el primero que consigue un madrileño en MotoGP y se convierte en el quinto piloto español capaz de coronarse en la clase reina, tras Álex Crivillé (1999), Jorge Lorenzo (2010, 2012 y 2015), Marc Márquez (2013, 2014, 2016, 2017, 2018 y 2019) y Joan Mir (2020). Y habrá que ver si repite más adelante, aunque para los dos próximos cursos lo tendrá más complicado, porque se bajará de la Ducati oficial para subirse a la Aprilia, box al que llega para sustituir a su amigo Aleix. A sus 26 años aún es joven y tiene tiempo de sobra para hacer campeona a la casa de Noale o para volver algún día a Ducati, fábrica que le negó dos veces la opción de subir al equipo oficial, una por escoger a Enea Bastianini y otra a Marc Márquez. El tiempo dirá si acertaron, pero lo que ya nadie le quita a Jorge Martín, Martinator, es el título 2024 de MotoGP. Y es un título de mucho nivel, porque ha destronado a un Pecco que ganó los dos anteriores y que vendió carisíma su derrota, porque es un pilotazo y todo un señor. La caballerosidad y deportividad entre ambos está al nivel de la de Federer y Nadal, lo que es mucho decir.

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