Márquez vs. Rossi: una década de enemistad
En 2015, en el circuito de Sepang, el español y el italiano protagonizaban una acción que marcaría la historia de MotoGP. Diez años después, la polémica sobre esa ‘patada’ sigue viva.


Corría el año 2015 y parecía un fin de semana como otro cualquiera. El GP de Malasia era la penúltima parada de esa temporada, en la que Jorge Lorenzo y Valentino Rossi luchaban por la corona de MotoGP. Los dos pilotos del equipo oficial de Yamaha. El español quería su quinta corona y, el italiano, el ansiado décimo título de su carrera deportiva. Pero lo que iba a ser un gran premio habitual de lucha por el título, se convirtió en todo un terremoto que no empezó aquel domingo en Sepang, sino que se remontaba ya a una semana antes, además de las declaraciones cruzadas los días previos a la carrera. Pero el caso es que el punto de partida fue Phillip Island, exactamente en la carrera del GP de Australia. Allí, Marc Márquez se alzó con la victoria, por delante de Jorge Lorenzo y Valentino Rossi, haciendo que el mallorquín no pudiera recortarle cinco puntos más al italiano.
Así que cualquiera diría que Márquez corría para beneficiarle. Pues la sorpresa llegó en la rueda de prensa previa al fin de semana en Sepang, cuando Rossi acusó al entonces piloto de Honda de ayudar a Lorenzo a llevarse el campeonato. Todo por hacer que el italiano no se llevara su décimo Mundial. La cara de Marc fue de sorpresa total, incluso riéndose de las declaraciones y sin dar crédito a lo que estaba sucediendo. Había ganado a Lorenzo en Phillip Island, ¿cómo podría ayudar eso al español? Valentino llegaba a Malasia con once puntos a favor, con la primera bola de partido. Su último título fue en 2009. Así que ese era su momento. De hecho, fue su última oportunidad, a sus 36 años, porque nunca más volvería a estar tan cerca de coronarse de nuevo. “Cuando vi la carrera de nuevo lo vi bastante claro. Márquez jugó mucho con nosotros. Su objetivo no era solo ganar la carrera, sino ayudar a Lorenzo a llegar lejos e intentar restar puntos de distancia conmigo. Desde Phillip Island está muy claro que Lorenzo tiene un nuevo apoyo, que es Marc”, declaraba Il Dottore ante la prensa, con Marc y Lorenzo riéndose a ambos lados del italiano. Acusaba a Márquez de ir lento cada vez que se ponía delante de él. Ralentizando la carrera del italiano.
Y, como estaba claro, Márquez lo negó todo. Tampoco entendía qué sentido tenía todo eso. De haber querido ayudar a Lorenzo “no le hubiera pasado en la última vuelta y no habría apretado” para ganar. Pero Rossi tenía clara su opinión y eso hacía que la tensión fuera la gran protagonista. “Se podía sentir en el ambiente”, recordaba Viñales, presente en esa rueda de prensa, en su primer año en la categoría reina. Pero en verdad el ambiente venía caldeándose desde principio de temporada entre los dos: primero con el toque en el GP de Argentina que dejó a Marc en el suelo y, después, otro choque en el GP de los Países Bajos, que llevó a Rossi a acortar la chicane final de Assen para llevarse la victoria por delante del español. Y muchos cruces de acusaciones, como se puede ver en el nuevo documental de Dorna para rememorar esta década de enemistad. “Siempre hace lo mismo. Está claro que piensa que no tengo que estar delante”, aseguraba Valentino molesto en su box, tras llevarse la victoria en Termas de Río Hondo. “¿Qué pasa? ¿Ahora se pueden acortar la curvas?”, recriminaba Marc a su equipo en el parque cerrado de Assen.
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Así que la temperatura siguió subiendo durante el fin de semana en Sepang, con constantes ataques de Rossi, insistiendo que Márquez beneficiaba a Lorenzo. Puso de ejemplo la clasificación, acusando a Marc de darle rueda a su rival. Eso sí, Pedrosa fue quien se llevó la pole y Jorge fue cuarto, de hecho, por detrás del italiano. El caso es que Valentino también parecía algo envenenado por su entorno. “Cada vez que estaba delante de ti, iba más lento”; le decía su equipo tras la carrera de Australia. Y Rossi se sorprendía: “¿Va en mi contra porque no quiere que gane?”. Y asentía su gente más cercana. Así que el domingo tocaba hablar en pista y, así lo quiso el destino, ambos se encontraron desde la salida. Pasándose el uno al otro en cada curva y viendo cómo Pedrosa y Lorenzo se alejaban por delante. Valentino no podía permitirlo.
¿Patada o no patada?
En cada adelantamiento, estaban más cerca. Ambos tenían que levantar las motos para no tocarse. Y solo era la vuelta seis de las veinte que formaban la carrera. Incluso el italiano llegó a girarse hacia la moto de Marc, haciendo un gesto con la mano, cansado de sus ataques. En el box de HRC todos se volvieron locos, condicionados ya por todo lo que se venía diciendo durante el fin de semana. Y entonces llegó el momento. La séptima vuelta. Todo explotaba por los aires y MotoGP vivía uno de los mayores terremotos de su historia. “Échalo fuera”, se escuchaba dentro el box de Yamaha, angustiados ya con tanto adelantamiento. Y como si Rossi los hubiera escuchado dentro del casco, eso pasó. Patada o no patada. Frenada o no frenada de Valentino. Después de diez años, cada uno tiene ya su opinión. Pero lo que está claro es que hubo un contacto que echó a Marc deliberadamente fuera de la pista para acabar en el suelo sin poder retomar la carrera. Y el italiano lo vio.
Otra vez, Honda explotó con un enfado tremendo, mientras, en el otro box, los de Yamaha se encogían de hombros, como insinuando que los toques y las caídas son parte de las carreras. Y sí, no les falta razón, pero sin olvidar que el motociclismo no es un deporte de contacto. Menos aún cuando se busca noquear al adversario de manera intencional. Eso nos aleja del motociclismo que amamos. No es el espectáculo que la afición quiere. Ahí, en ese preciso momento, el motociclismo se transformó. El deporte cambiaría para siempre, dejando que el odio entrase por la puerta grande. Y los equipos fueron los principales culpables: los insultos, los golpes, los vítores y los aplausos invadieron el momento. “¿Es estúpido o qué? Que haga su propia carrera”, se escuchó en el box de Rossi, justificando la acción de su piloto que “venía avisando” a Marc desde hacía días. Incluso se vio la ovación de un Pecco Bagnaia que apoyaba a su mentor desde el garaje de Yamaha. Cosas de la vida, diez años después estaría compartiendo box con Marc Márquez en Ducati.

Tras el podio
En esta historia no hay vencedores ni vencidos. Y por muchas imágenes, declaraciones, palabras o pruebas que salgan a la luz, diez años después, todos tienen una opinión que ya es inexorable. Aunque el odio y la rabia siga dentro de muchos aficionados. Pero no vale la pena reactivarlo. El odio no genera nada y las cosas tampoco van a cambiar. Pero sí puede haber arrepentimiento. Y eso pareció verse a la llegada de Valentino al parque cerrado, cuando le decía a su equipo: “Después de lo que pasó, me desconcentré. No podía pilotar, solo quería matarlo”. Pero duró poco. Bastó subir al podio para insultar a Márquez cuando Pedrosa le preguntó qué había pasado con él: “Es un hijo de p***. Increíble. Estaba intentando echarme fuera deliberadamente cuando estaba frenando. Se estaba parando en medio de las curvas. Como en Phillip Island”. Mientras Pedrosa, ganador de esa carrera, alucinaba con sus palabras, lo hacía más un Jorge Lorenzo, callado que sí había visto las imágenes. Y, aunque su equipo le pidió que no opinara, no pudo quedarse callado y dirigió un “no puede ser, tío” a Rossi.
Tras el podio, todo el mundo sabe qué pasó. Ambos pilotos fueron llamados a comisarios y, tras bastante tiempo revisando las imágenes y una reclamación de Yamaha que fue desestimada, se castigó a Rossi con tres puntos en el carnet (sistema de penalización que se usaba entonces), lo que, sumado a lo que ya tenía, suponía salir último en Valencia. Ahí se perdió su décimo Mundial. Y Valentino fue consciente desde el primer momento. “Se acabó”, dijo cuando volvía a su garaje. No se equivocaba: aunque remontó hasta la cuarta plaza, no sirvió de nada. Jorge Lorenzo ganó la carrera por delante de Pedrosa y Márquez. Y con ella, también el campeonato de MotoGP de ese año. Entonces, odio fue mayor para Marc. Un enfado de los italianos que dura hasta, en menor media, hasta día de hoy. Pero es que lo de Sepang en algo que seguirá vivo toda la vida. Con millones de opiniones, debates e historias todavía por contar. Un capítulo eterno de la historia de MotoGP.
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