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DAKAR | DIARIO DE UNA ROOKIE

De privilegio en privilegio

Dormir en tienda de campaña, madrugar en exceso y pasar el día dando vueltas puede parecer sufrido, pero lo cierto es que el desierto solo nos está dejando grandes recuerdos.

Shaybah (Arabia Saudí)
De privilegio en privilegio

Cuando alguien sabe que va a enfrentarse a la experiencia del Dakar, también es consciente de que lo hace a todo lo que conlleva la vida en el desierto. Se acaban las comodidades y eso quiere decir que hay que reinventar la manera en la que estamos acostumbrados a sobrevivir. Una tienda de campaña se convierte en tu hogar, hay que madrugar en exceso para cambiar de campamento al más puro estilo nómada y al final, el día pasa entre una sala de prensa o unos recorridos interminables que acaban salvando el trabajo. Quizá el plan no suene demasiado atractivo, pero lo cierto es que detrás de todo eso se encuentran grandes privilegios que, sin esta oportunidad, sería imposible vivir.

Cuando parece que ya lo tienes todo hecho, las carreras están prácticamente decididas y estás recordando una cuenta atrás que pone punto y final al rally (a veces) antes de lo que te gustaría, sigue habiendo momentos con la capacidad de sorprender. Más allá de lo surrealista que pueda parecer cenar con campeones del mundo como Carlos Sainz o ver a Loeb en pantalón corto y nada más andando descalzo sobre las piedras, el desierto también deja otras imágenes inolvidables. La de hoy fue arriba de las dunas, donde el tiempo parecía eterno y el silencio una sinfonía perfecta que acompañó un atardecer, donde el privilegio fue poder contemplarlo y ver que ante la inmensidad, también nos podemos sentir gigantes.