El camino de Álex Palou (San Antonio Vilamajor, 1997) hasta la cima del automovilismo ha sido atípico y ha encontrado su sitio en una competición que hasta su llegada no era muy conocida para el aficionado español: la IndyCar, ese campeonato de americano que se parece a la F1 en lo básico, pero que es igual de difícil ganarla. En la Indy no existe el glamour del Gran Circo, aunque en competitividad, la espectacularidad de las carreras aguanta la comparación con cualquier otra disciplina. Sólo hay dos motoristas, Chevrolet y Honda, y la reglamentación técnica obliga a monoplazas aerodinámicamente simples y muy similares. Aquí saliendo del fondo de la parrilla hay posibilidades de ganar. Y en cada GP hay un ramillete de favoritos al victory lane, aunque sea el español quien tienen por costumbre llegar primero. Y eso, cuando lo que más importa son las manos y la cabeza del piloto, es mucho.

El año 2025 ha sido una demostración de superioridad incontestable por parte de Palou en un campeonato que combina trazados tradicionales, con urbanos y ovales. Empezó la temporada con cinco victorias en seis carreras y la que no ganó, acabó segundo. Y la quinta fue el premio gordo, las 500 Millas de Indianápolis. Es el fin a la conquista de nuestro automovilismo de todas las grandes carreras que se reparten por el mundo y que coloca a Palou como uno de los pioneros como piloto, como lo fueron Carlos Sainz Sr. o Fernando Alonso. Ambos tienen sus premios AS del Deporte (Carlos en 2020 y 2024 y Fernando en 2007), y a ellos se suma este año Álex Palou.

Sainz logró imponerse en el Rally de Montecarlo de 1990 para convertirse en el primer (y único) español en triunfar en la carrera más icónica de los tramos. Un año antes había conseguido acabar con la leyenda finlandesa del Rally de los 1.000 Lagos, esa que dictaba que sólo pilotos locales brillaban allí. O en su caso los vecinos suecos como Blomqvist y Ericsson. Hasta que llegó ‘El Matador’, camino de su primer Mundial. Luego vendría otro en 1992 y más tarde cuatro victorias en el Dakar convirtiéndose en 2024 en el vencedor más veterano en la historia.

Alonso, por su parte, es el primer piloto español (y único) ganador del GP de Mónaco de F1, hito que alcanzó en 2006 con Renault, la temporada de su segundo Mundial, y en 2007 con McLaren. En sus años lejos de la F1, ganó dos veces las 24 Horas de Le Mans, y probó el desierto junto a Marc Coma. Y con su triunfo en La Sarthe, senda que abrió Marc Gené con su victoria absoluta en 2009 (Rafael Manso de Zúñiga, Juan Jover, Antonio García, Fermín Vélez, Jesús Pareja , Carlos Palau y Jordi Gené ganaron antes en sus categorías) y continuó Miguel Molina en 2024, intentó el asalto a la Triple Corona. Le faltan las 500.

Y ha sido Álex Palou, para convertirse en la tercera pata del automovilismo español, el primero (y único) de nuestro país que ha logrado beberse el trago de leche en el Brickyard del óvalo más imponente del mundo y esculpir su cara en el trofeo Borg Warner. Desde su carrera inaugural en 1911 hubo otros españoles que lo intentaron. El primero, Pierre de Vizcaya, abandonó en 1923. Fermín Vélez fue décimo en 1997. Oriol Serviá quien más lo intentó, once veces, logró un cuarto como mejor resultado en 2012. Alonso lo probó en tres ocasiones y en la primera en 2017 estaba bien situado hasta que se le rompió el motor Honda. En la última de 2020 ya coincidió con Palou. Aquel año el barcelonés se fue al muro con el modesto Dale Coyne cuando iba noveno. Meses antes había llegado el primer podio en la serie americana en Road America. Esa temporada le sirvió para fichar por uno de los mejores equipos de la IndyCar: Chip Ganassi.

Y el resto es histórico: campeón en 2021 y rozó la gloria en las 500 que le arrebató en la última vuelta Helio Castroneves. En 2022 caminaba sólido a su segunda Copa Astor, pero llegó el embrollo legal con McLaren y Ganassi. Y desde 2023, la perfección, así le llaman muchos rivales de la Indy, Míster Perfect: tres campeonatos consecutivos (algo que en la era moderna solo ha logrado Franchitti) para un total de cuatro, y el trago de leche para el doblete.

¿Y ahora qué? Más Indy y más 500 Millas

Muchas veces se ha relacionado a Palou con la F1, más allá de su aventura con McLaren. Cada hazaña del barcelonés viene asociada a rumores sobre su posible llegada a la Gran Circo. “No va a ser la última vez. Creo que hay mucha gente que tiene ganas de que intentemos ir a la Fórmula 1”, explica cuando este medio le preguntó sobre el último rumor aparecido que hablaba de contactos de Red Bull: “La verdad que lo he dicho muchas veces. Estoy muy bien aquí. Nunca sabes lo que puede pasar en un futuro, pero sí que es verdad que al mismo tiempo no estoy como en el pasado, buscando o tocando puertas o a ver si había alguna oportunidad. Ahora estoy muy bien”. De hecho, el pasado jueves, durante el acto en el que se presentó su rostro esculpido en el Borg Warner, deslizó sus intenciones de continuar cosechando éxitos en la Indy: “Sé que (mi cara) siempre estará ahí, tanto si corro un año más como si corro cincuenta. Quiero volver a ver mi rostro en ese trofeo”, avisa Álex Palou.

Sin ir más lejos, Max Verstappen, con quien el español mantiene una buena relación, se ha preguntado si le merecería la pena dejar la Indy, donde tiene el mejor coche, el mejor equipo y donde está haciendo historia, por llegar a la F1 a un coche poco competitivo: “Es tío supermajo”, introduce el neerlandés. “Y lo que ha conseguido hasta ahora en IndyCar realmente es impresionante. Estoy muy contento por él porque está haciendo una gran carrera, una carrera perfecta por el modo en el que lo ha hecho… corriendo en Japón, yendo luego a EE UU y dominando la IndyCar. Por supuesto que podría estar en F1. Se lo merecería, pero si yo estuviera en su posición… ¿por qué salir de allí? Solo son unos pocos los elegidos que pueden ganar, hacer un buen dinero y dominar… ¿Por qué vas a arriesgarlo todo por unos años en F1, seguramente en uno de los equipos no punteros? Es muy fácil que no funcione”, se explicó el también tetracampeón.

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