Todo por volver a ganar
Hamilton es el último en apostar por una nueva marca para volver a lo más alto. En 2023, Márquez dejó Honda por Ducati y Rea abandonó Kawasaki para saltar a Yamaha.
El que algo quiere, algo le cuesta. Y eso supone que, a veces, el precio a pagar tiende a ser muy elevado, sobre todo cuando se habla de volver a ser campeón del mundo. Ni siquiera una relación de más de una década está a salvo de un divorcio inminente. Se puede ver venir, pero en el caso de Lewis Hamilton con Mercedes, la noticia llegó como un absoluto terremoto a la Fórmula 1. Solía ser un rumor recurrente antes del inicio de cada temporada, pero en este 2024, el río sonaba más que nunca y el bombazo acabó saliendo a la luz: el británico se despedirá de su marca a finales de este curso para dar la bienvenida a un nuevo reto, Ferrari, con un contrato plurianual. Y quizás, esta será la última motivación de un piloto que cumplió los 39 años este pasado mes de enero. Aunque para romper récords y hablar de edad... ningún ejemplo mejor que el de Fernando Alonso.
Lo que está claro es que su nueva andadura a la Scuderia (a partir de 2025) será la última oportunidad que Hamilton tendrá para volver a ser campeón del mundo. El inglés quiere alcanzar ese octavo título que rozó con sus dedos en 2021, pero que le fue arrebatado en la última vuelta del Mundial de ese año. Max Verstappen se coronó por primera vez, mientras para Sir Lewis, el golpe fue tan duro como todo lo que vino después junto a un Mercedes que no supo adaptarse al cambio de reglamento que se vivió en 2022. Viendo como Red Bull dominaba sin rival, y pese al año de contrato que le quedaba con Mercedes en 2025, Hamilton se planta y abandona el barco al que llegó hace 17 años (ya corría en McLaren con el motor de la estrella) y en el que consiguió siete títulos, 103 victorias y 104 poles. Toda una vida con la flecha de plata que acabará este 2024. Todo por volver a ganar.
Pero la decisión de Lewis Hamilton es solo otra de las decisiones que se han tomado en los últimos meses. Y todas provocaron terremotos en sus respectivas competiciones. Todos son campeones que han decidido buscar una salida, un proyecto ganador que les dé las herramientas y la motivación necesaria para volver a luchar por la corona. El primero en abrir la veda fue Jonathan Rea: tras nueve años de unión y éxitos con Kawasaki, el norirlandés se despidió del color verde para vestirse de azul, junto a Yamaha, que también se despedía de su campeón, Toprak Razgatlioglu, que se dirigía a BMW. Rea ganó todos sus títulos de WorldSBK con la marca japonesa. Fueron seis, siendo todavía el piloto más laureado de todos los tiempos en Superbike, junto a más de 100 victorias durante casi una década que ha llegado a su final un año antes de lo que marcaba su contrato. Lo mismo que Hamilton y lo mismo que el siguiente protagonista: Marc Márquez.
Tan solo un mes después del anuncio de Jonathan Rea, otro terremoto de grandes dimensiones azotaba al Mundial de MotoGP. Aunque los rumores ya venían sonando fuerte desde antes del verano, Marc Márquez y Honda acabaron anunciando que sus caminos se separarían a final del pasado 2023. Es decir, también un año antes de lo que marcaba ese contrato histórico que el ilerdense firmó en 2020, antes de una temporada que cambiaría su vida para siempre. Fueron cuatro años de extensión que se firmaron de golpe y que muchos tildaron de una locura. Su relación parecía inquebrantable, pero con un Márquez ya físicamente recuperado, tenía que probar suerte fuera de la marca de su vida, para ver si la opción de luchar por un noveno título era posible después de tres años de lesiones. Ya presentado con los nuevos colores del Gresini Racing, con una Ducati entre manos, atrás quedan once años de colaboración con HRC en las que juntos sumaron seis campeonatos del mundo de MotoGP, cinco Triples Corona, 59 victorias, 101 podios y 64 poles que ya forman parte de la historia del Mundial. Pero en estos casos la cabeza va por delante de lo que dicte el corazón y tres campeones de su talla no pueden pensar en otra cosa que no sea ganar. O, en este caso, volver a ganar.