“Sufrí acoso desde los seis años”

Toda una vida en Mercedes. Lewis Hamilton cumple diez años dentro de la escudería de las flechas de plata. Una década que la propia fábrica ha querido recordar, llena de muchos éxitos, con hasta ocho coronas para los alemanes y siete en su propio marcador. Todo gracias al esfuerzo, la constancia, el trabajo en equipo y, sobre todo, el talento del británico. Pero no siempre ha habido momentos buenos. Si pensamos en el fracaso, el final de la temporada 2021 puede llegar a la mente de muchos por su cercanía, o incluso un 2022 vacío de victorias, pero para Sir Hamilton, sus peores recuerdos residen en su infancia. Cuando la inocencia estaba en su máximo esplendor.

El propio piloto de Mercedes es quien recuerda sus momentos más duros. Experiencias personales de su niñez que resultaron ser traumáticas y, las cuales, han forjado su fortaleza actual y su ansia por ayudar siempre a los más desfavorecidos, con múltiples luchas que lleva por bandera dentro del paddock de la Fórmula 1, allá por donde viajen. “Sufrí acoso escolar ya desde los seis años. Creo que en esa época y en ese colegio yo era uno de los únicos tres niños de color y otros chicos mayores que yo me increpaban continuamente. Hubo muchas cosas que suprimí. Simplemente no me atrevía a volver a casa y contarlo a mis padres, no quería que pensaran que no era fuerte. Entonces, si tenía lágrimas, las retenía. Si expresaba mis emociones, sería en un lugar tranquilo. Realmente no fue hasta que empecé a competir cuando canalizaba las emociones que tenía en mi forma de conducir”, revela Hamilton sobre los que, asegura, fueron los hechos “más traumáticos y difíciles” de su vida. “Golpes constantes, cosas que te lanzaban como plátanos, gente que utilizaba la palabra con ‘n’... tan tranquilos. La gente me llamaba ‘mestizo’. No sabía dónde encajar y era difícil”, añade.

Pero, sin duda, lo más aterrador resultó ser la gran revelación del británico: los profesores, lejos de parar el comportamiento racista de sus compañeros, participaron en las humillaciones públicas. “El director de la escuela nos tenía manía, y diría que especialmente a mí. Los profesores me decían: ‘Tú nunca vas a ser nada’. Recuerdo estar detrás del cobertizo, llorando, como diciendo: ‘No voy a ser nada’. Y creyéndomelo por un momento”, confiesa el piloto que, a sus 38 años, está a un título mundial de ser el mayor piloto de todos los tiempos dentro de la F1. Sufrió durante años pero, con el tiempo, logró darle la vuelta a la situación y el acoso lo convirtió en fuerza para lograr salir adelante y demostrar a todos que su futuro sí estaría lleno de éxitos: “Sentía que el sistema estaba en mi contra y yo nadaba a contracorriente. Pero estoy muy agradecido por ese viaje, porque es lo que me convirtió en la persona que soy hoy”.

Miedo a la retirada

Resulta ser ya un rumor recurrente a cada invierno. A sus 38 años, Lewis Hamilton encara la temporada 2023 como la última de su actual contrato. Muchos hablan de una renovación que todavía no se ha puesto sobre la mesa, pero de la que sin duda tendrán que hablar ambas partes. Mientras tanto, el piloto de Mercedes tiene ganas de redimirse y volver a la cima de la Fórmula 1. Y es que, pese a que nadie que haya superado los 300 Grandes Premios ha vuelto a ganar, el británico quiere ser la excepción que rompa la maldición. Pero no niega que haya pensando en la retirada y, lejos de ser algo que espera a corto plazo, parece ser algo a lo que teme.

“He hablado con muchas personas que están en activo y retiradas, y muchas me dicen que cuando se retiran, todo se viene abajo, como si no tuvieran nada en lo que apoyarse y no hubieran descubierto qué es lo siguiente que van a hacer”, revela en el mismo podcast. “Así que afrontan un viaje emocional de descubrimiento y se necesita tiempo. Intento aprender de esas cosas, aplicarlas y encontrar otros asuntos que me apasionen”, explica Sir Hamilton que, además, ya piensa en sus planes a futuro: “Tengo muchas cosas en proyecto y que cuando lo deje estaré muy agradecido a la Fórmula 1, pero tendré algo mejor”. Y es que a un campeón del mundo es difícil pararle los pies.