Sainz, al volante del Ford de su padre: “No esperaba que fuera tan salvaje”
El de Williams vive “una las dos o tres mejores experiencias” de su vida al pilotar el Raptor T1+ del Dakar. También fue copiloto: “No puedo explicar los riesgos que toman…”.
La Fórmula 1 estaba en pleno parón de verano, y antes de regresar al simulador de Williams para preparar la cita de Zandvoort, Carlos Sainz tenía “un plan muy especial” con su padre en Zaragoza. Concretamente, en la base militar de San Gregorio, donde el equipo Ford del Dakar hacía unos test con el Raptor T1+. “Es como hicimos hace un año (en Ferrari), pero con los roles invertidos. Primero yo seré su copiloto y luego, al revés”, adelantaba el hijo en un nuevo vídeo de su canal de YouTube.
“No tengo expectativas ni conocimientos, pero me apetece hacerlo. Ya he hablado con mi padre que igual algún día me paso al Dakar. Me veo intentándolo”, confesaba el piloto de F1 mientras se preparaba para la experiencia y recibía instrucciones tanto de su padre como de otros miembros del equipo Ford como Lucas Cruz, Nani Roma, Álex Haro o Joan Navarro (ingeniero de Sainz). “Lo que menos me apetece es ser copiloto”, aseguraba el hijo mientras su padre le animaba: “Seguro que lo va a disfrutar”.
Ya sentado y una vez explicado el funcionamiento de la bestia del desierto, Sainz Sr. arranca y provoca los primeros comentarios de su hijo en el asiento derecho: “¡Papá, ten cuidado!”. “Estoy cansado y no he hecho nada”, decía entre risas Sainz Jr. al bajarse, y explicaba: “Estaba sufriendo, es una experiencia loca, como una montaña rusa enorme, no puedo explicar los riesgos que toman, es como si arriesgaran su vida todo el tiempo. Parece que es la última vuelta de tu vida”.
“Mientras, él estaba muy relajado. Ojalá la gente pudiera vivir esto, ser copiloto en estas cosas es duro. Es claustrofóbico, luego dicen que un F1 es pequeño... Vas sufriendo y disfrutando a la vez, es lo raro. Está muy infravalorado, lo ves por la tele y parece que hay unos cuantos baches y que derrapan, pero aquí ves lo cerca que estás del límite. Es como la F1, no se ve igual en la tele”, añadía el de Williams sobre cómo lo había vivido y su padre le decía con gracia: “Ahora entiendes por qué sudamos tanto”.
El turno del hijo
Una vez que sintió de primero mano lo que es ser copiloto de un cuatro veces ganador del Dakar, le tocó el turno al piloto de F1 de ponerse al volante. Al principio, estaba “muy estresado”, pero después lo disfrutó al máximo. “El coche te da mucha confianza, me encantó, ¡es muy divertido! Es uno de los mejores coches que he conducido nunca. Hemos dado cuatro vueltas he ido cogiendo más confianza”, resumía Carlos sobre su primera vez al volante de un T1+ del Dakar.
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“No esperaba que fuera tan salvaje, entre las dos o tres mejores experiencias de mi vida junto con la primera vez que probé un F1. Así de impresionante son estos coches y así de impresionante es mi padre pilotando, es un monstruo, está completamente loco. Que siga haciendo esto a los 63 me deja alucinado”, decía para concluir un Sainz que, si ya admiraba a su padre, después de esto lo hará todavía más. Y que se prepare el Dakar, porque después de esto seguro que otro Sainz llegará en un futuro para seguir dando lustre a su apellido entre dunas.
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