“¿Qué, esto corre o no corre?”
Alonso se da un baño de masas en el evento de Finetwork en el Jarama. Cánticos de “¡treinta y tres!” y “¡Singapur!”. Sube a AS en un Aston Martin del DTM.
“¿Que si esto corre? Ahora lo vas a ver”. No es una amenaza, es una evidencia. Es imposible entrar en la cabeza de un piloto mientras pilota, pero quizás convalide como experiencia cercana y aproximada al automovilismo profesional, un deporte extremo, las dos vueltas que Fernando Alonso regaló al periodista de AS dentro de un Aston Martin Vantage DTM en el Circuito del Jarama. “Es uno de los coches más cercanos en prestaciones a un Fórmula 1, casi como un monoplaza”, describe a más de 200 kilómetros por hora.
La presión al encarar la subida de Le Mans es brutal. La velocidad al acercarse a la vieja Hípica asusta. La curva en bajada de Bugatti acongoja. El pie levantado durante unos cientos de metros por la obligatoria ‘reducción de ruido’ fastidia. Pero luego llega la guinda, o el pastel entero: la recta de meta, a fondo, pegados al muro. La vida se vuelve estrecha cuando Alonso roza los 280 kilómetros por hora con esta bestia parda de más de 500 CV. Y de repente, todo el peso del deporte de motor en el cuello para que el animal se frene en la primera curva. En la segunda vuelta las sensaciones son todavía más extremas.
Difícil articular palabra, o recordar incluso lo que se ha dicho durante el viaje. La mayoría de expresiones inteligibles no merecen más que un pitido ocultador. Fernando se divierte. Este es su segundo viaje de la tarde en el evento organizado por Finetwork, compañía española de fibra y móvil. El anterior fue para Josep Pedrerol. Apenas tres periodistas acompañarán al asturiano, el resto serán VIP o asistentes a la fiesta, elegidos por sorteo. Alonso ha aprovechado unas horas antes para rodar y rodar con el Aston Martin del viejo DTM (con las especificaciones anteriores del ‘Class 1′, no los GT3 actuales) para afinarlo y divertirse por la tarde. Dio 51 vueltas a lo largo del miércoles, se puede definir incluso como entrenamiento.
De la treinta y tres a Singapur
Pero antes de todo eso, fue una fiesta. Un baño de masas. El Jarama recibió a más de un millar de aficionados que aclamaron a Alonso. Lo recibieron al grito de “¡treinta y tres, treinta y tres”, lo interrumpieron con un “¡Singapur, Singapur!”, lo alentaron de cada al último tercio de campaña, la gira asiática y americana, que comenzará la semana que viene en el archiconocido Marina Bay, quizás una de las mejores opciones para que el domingo gane un piloto que no sea Verstappen, por las características del circuito.
Porque, ¿fue posible antes la 33? “Estuvo muy cerca en Mónaco, por un cambio de ruedas, prácticamente. Y luego en Canadá también creo que tuvimos alguna posibilidad. En Zandvoort hubo una resalida al final del todo, pero no teníamos tanto ritmo como en Canadá y Mónaco. ¿Que por qué no me tiré a por Verstappen? Lo tenía en la cabeza, pero no estuve lo suficientemente cerca. Tenía la esperanza de al menos intentarlo, pero cuando se fue el safety car, Verstappen se marchó”.
Alonso escoge su adelantamiento favorito del año. Hay varias opciones. “A Hamilton en Bahréin (por el exterior de la ‘diez’) o el de Zandvoort (a Russell y Albon por la peraltada en la primera vuelta). El de Zandvoort será más difícil de replicar. Hace años pasé a dos por fuera en la salida de Holanda, este año a dos por dentro, el año que viene iré por en medio a ver si sale bien (risas). En Bahréin tenía mucho agarre, aunque fuera espectacular y fuera a Hamilton, en ese momento tenía mejor ritmo”.
“Los veteranos nos defendemos, manda el cronómetro”
Sobre pilotos, veteranos y noveles, arroja una reflexión: “Lando (Norris) me gusta, tiene talento, muy carismático y buen chico. También Albon, que este año está destacando un poco más. Bortoleto, que acaba de ganar la Fórmula 3, Pepe Martí, Palou que aunque no esté en la Fórmula 1 está dominando la Indycar. Pero bueno, los jóvenes tienen mucho talento y están más preparados de lo que estábamos nosotros cuando teníamos 25 o 26 años, porque han tenido más programas de desarrollo o simuladores en las fábricas. Pero aquí lo que manda es el cronómetro, la pista, y de momento los más veteranos como Hamilton y como yo, nos defendemos, estamos ahí”.
Habla Alonso, el piloto de F1 que marcha tercero en el Mundial con unos pocos puntos de ventaja sobre Hamilton. Pero también el campeón del WEC y Le Mans, o el que se enfrentó al Dakar. “Cada competición tiene su aquel. El kárting es la competición más pura que hay, donde aprendes de pequeño a conducir. Puede que sea mi favorito. La resistencia es interesante porque compartes equipo con tres pilotos y las carreras pueden ser de 24 horas. Las 500 Millas es una especialidad de detalles porque todos los coches son iguales, así que 0.5 kilómetros por hora pueden cambiar cualquier detalle de la conducción. Y la Fórmula 1 puede que no sea tan divertida por los compromisos a lo largo del año, pero es la más conocida, la categoría reina. Más el Dakar, que es una experiencia no solo como carrera. Estar en el desierto, que te pierdas 2.000 veces, que vuelques, que no haya un comisario al otro lado para ayudarte”.
Eso fue a primera hora de la tarde, rodeado por los fans y el CEO del patrocinador, Óscar Vilda. Luego llegó el plato fuerte, sobre todo para quienes se subieron al asiento del copiloto. Los rasguños por la violencia de los movimientos en el ‘backet’ ya se hacen notar. El cuello se ha vuelto rígido. Las quemaduras al tocar el escape con la mano aflojan. Esos coches no están pensados para llevar pasajero. Por eso, este peculiar viaje en taxi con Alonso bien puede calificarse como fenómeno paranormal. Agradecimientos a quien corresponde. “¿Qué, esto corre o no corre?”, bromea en el final de trayecto. Espera el mecánico con un soplador para refrigerar el motor. Sonríe el bicampeón y da la mano. Mira hacia afuera: “Siguiente víctima”.