Los platos rotos de Alonso
La sanción pone de manifiesto las diferencias entre comisarios y director de carrera. Los precedentes de Japón 2019 avalan a Alpine. La remontada permanece: “No me rendí”.
Alonso ha puesto de acuerdo a propios y extraños con su remontada en Austin, del último al séptimo al volante de un Alpine muy tocado; saldada horas más tarde con una penalización de 30 segundos que dejó sin puntos la gesta que se vivió en el asfalto. La imagen de Fernando, vacío y sentado sobre la rueda delantera izquierda del A522 después de la carrera, representaba la entrega del bicampeón español por un resultado que era satisfactorio. Por eso la sanción, una de las más elevadas de las que dispone el reglamento deportivo, ha puesto de acuerdo a un buen puñado de pilotos en las redes sociales, aunque no de F1, y miles de aficionados.
Lo resumió bien el catalán Oriol Serviá en Twitter: “Todo el mundo sabía que Fernando estaba corriendo con un retrovisor”, “la FIA lo permitió”, “la hipocresía de penalizarle seis horas después de la carrera alcanza niveles inaceptables”. Y es que la propia FIA firmó que “todos los coches examinados cumplían con el reglamento” en el documento de verificaciones técnicas firmado por Jo Bauer. Pero fueron los comisarios quienes, a petición de Haas (y fuera de plazo) revisaron el caso y aplicaron el castigo con una coletilla para el director de carrera: “Muy preocupados por que no se le advirtiera al coche ‘14′ con la bandera negra y naranja durante la carrera”. “¿Comisarios enfadados con el director de carrera? Parece el partido conservador británico”, bromeó Damon Hill.
¿Qué sucede? Mar de fondo. El aparato deportivo de la FIA no vive sus mejores semanas. Desde la salida forzada de Masi, que con el tiempo se ha convertido en un digno sucesor de Charlie Whiting, los pilotos han sido recurrentemente críticos con la dirección de carrera. No queda tan lejos la espantada de Vettel en uno de los ‘briefing de pilotos’. Más recientemente, en Suzuka, un tractor salió al asfalto en condiciones de muy baja visibilidad y Freitas, responsable allí, no volverá a dirigir una carrera en 2022. Tampoco Wittich ha destacado para bien cuando ha estado al frente.
La gesta no fue invisible
Mientras tanto, se nubla un domingo para recordar de Alonso. El bicampeón español se tomó un rato con los medios un par de horas después de la carrera, ya en frío; y antes de que la FIA alterase el resultado. Subrayó que no quería sanción para Stroll en el accidente, “fue un incidente de carrera” y los dos pilotos lo vieron “igual”. Y comentó los posibles daños en el coche más allá del retrovisor que faltaba: “Creí ver algo en el fondo plano y tengo dudas con la suspensión. Al principio giraba mucho mejor a la izquierda que a la derecha, pero durante las vueltas se normalizó”. Durante las últimas 32 vueltas, narró lo que sucedió a AS: “Pensaba en lo que podía haber pasado (un accidente grave), pero tenía otras cosas en las que concentrarme. Adelantar a los Williams, a Magnussen, defenderme de Norris. Estaba ocupado, fue una carrera muy física de 56 vueltas de clasificación. No me rendí en ningún momento y es parte de nuestro ADN”.
En las únicas declaraciones del piloto tras conocerse la sanción, confía en que la vista ‘online’ del jueves con representantes de Alpine y Haas (ellos pusieron la protesta para ganar dos puntos con Magnussen) sirva para recuperar los puntos: “El jueves será un día muy importante para ver si vamos en la dirección adecuada”. Alpine se agarra a la burocracia: la queja de Haas llegó teóricamente fuera de plazo. Y la FIA tuvo 31 vueltas para advertir al equipo de que el coche no cumplía con el reglamento. También les avalan los precedentes: en Japón 2019, se castigó a Leclerc con diez segundos, no 30, por competir con un monoplaza que no era seguro y que desprendió trozos de su alerón delantero. Uno de ellos impactó y rompió el retrovisor de Hamilton, que acabó la carrera sin espejo: ni siquiera fue investigado.