NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

AUTOMOVILISMO | CARLOS SAINZ

2 mundiales, 3 dakares y, al fin, el reconocimiento que merecía

Su último triunfo en Arabia Saudí con el Mini, el tercero en el desierto, otorga a Sainz el Princesa de Asturias del Deporte a sus 58 años.

2 mundiales, 3 dakares y, al fin, el reconocimiento que merecía
FRANCK FIFEAFP

Cuando alzó los brazos en el desierto de Arabia Saudí, tocó echar la vista atrás para recordar todos sus logros. Y ahora, cinco meses después, Carlos Sainz (Madrid, 12 de abril de 1962) nos obliga a hacer lo mismo tras un nuevo éxito, uno que se ha ganado a la fuerza con todos sus años al volante y que merecía desde hace tiempo: el Princesa de Asturias del Deporte. Es parte de la historia del automovilismo español y mundial y sus números lo pedían a gritos: dos veces campeón del mundo y de España de rallys, y tres del Rally Dakar.

Con 58 años sigue ganando, y aún tiene intención de continuar haciéndolo, quién se lo diría al chaval de 18 años apasionado de los rallys, y con un talento innato para ellos, que corrió el primero de su vida en 1980 en Madrid. Él ni podría imaginarlo, pero ahí comenzó la leyenda. Cinco años más tarde, y tras destacar con victorias y buenos resultados en diversas pruebas, ya se alistó al Campeonato de España de la mano de Renault. Ahí, en ocho años, logró 26 victorias en 54 carreras y, lo más importante, dos títulos de campeón (1987 y 88).

El primer año de su coronación en España también fue el de su debut en el Mundial en un Rally de Portugal que no acabó. En el 89, con Toyota, cambiaría la cosa. Con los japoneses alcanzó el sueño de su vida por partida doble proclamándose campeón del mundo en 1990 y 92. En total, 16 temporadas completas hasta decir adiós en Grecia 2005. 196 rallys y 26 victorias antes de dar el salto al desierto con el Dakar de 2006. Lleva 13, con 36 victorias de etapa y un triplete certificado en Arabia con el que, al fin, se lleva el reconocimiento que le faltaba. De justicia.