Laia Sanz gana el pulso contra la sueca Annie Seel

Fueron más de tres horas y media sobre la moto. 3:39, exactamente. Los espagueti son ahora, mediodía en Copiapó, el carburante para Laia Sanz, que ha superado la novena etapa de este Dakar en el que va a por nota. Debutante y 41ª en la general. Y primera mujer. Y todo el futuro por delante. Así que la dejamos que se coma tranquilamente la pasta. En el Obelisco, hace diez días, Laia se marcaba un reto: acabar. Ahora está cada vez más cerca. "Cada etapa tiene sus particularidades. De Antofagasta a Copiapó tuvimos un terreno muy duro, también ha sido complicado el bucle de hoy y ahora nos espera la arena fina de Fiambalá, de la que tanto me han hablado", comenta la de Corbera del Llobregat.

La diez veces campeona del mundo de trial vivió ayer una salida particular, en motocross, con veinte pilotos arrancando a la vez, donde abrió gas antes que nadie. "He salido muy fuerte, sí, pero tenía cerca a pilotos con motos más grandes y al llegar la pendiente me empezaron a pasar", comenta Laia, quien en una parte del recorrido temió no llevar mucha gasolina y se tomó las cosas con calma. Sanz, que almuerza junto a Jordi Arcarons, su atípico mochilero, libra desde hace días un duelo directo con la sueca Annie Seel. Luchan por acabar este Dakar como primera mujer en motos, de las siete que arrancaron. "Yo vine a acabar el Dakar, ese era mi reto. Al principio no me fijaba si en la clasificación yo estaba por delante de ella o no. En la cuarta etapa ya me sacaba una hora, pero no me preocupé. Luego las cosas han dado la vuelta y ahora soy yo quien va por delante, así que quizá sí vale la pena conservar un poquito", afirma la del Arcarons Rally Sport Tour, tras cerrar la etapa de ayer con una hora y doce minutos de ventaja sobre la nórdica.

Detrás de Laia, que revisa el roadbook de la Copiapó-Chilecito, está su Honda; y sentado a la misma mesa Arcarons, que es tan buen mochilero que está un puesto por detrás de ella en la general (41ª y 42º). "Estoy viviendo un Dakar novedoso, pero exigente. No se ve el final, son cuatro días bastante duros. Quería conocer el Dakar en Suramérica y es una gran experiencia. No puedo arriesgar para no dejar a Laia sola", declara. Y ahora que no nos oye Laia, le preguntamos, cómo la ve. Contesta el maestro: "Muy bien. Cada día aprende algo. Está compitiendo perfectamente. Lo único que le digo es que no corra tanto, que aquí en un segundo puedes dar al traste con todo. Pero despacio no irá, eso ya lo sé". Lo sabemos.