Las 10 primeras cosas que todo el mundo debería hacer en Oblivion Remastered

Al final no es un remake, sino un remaster, pero viendo sus primeras imágenes y comparativas, lo mismo da. La reedición luce de escándalo y nos ofrece la oportunidad de volver a Oblivion, uno de los mejores RPG de la historia. Semejante afirmación hará que quienes no lo hayan jugado alcen la ceja y se pregunten por qué, y eso mismo es lo que venimos a responder. Aunque su análisis lo explica a las mil maravillas, hoy os traemos 10 experiencias que nadie debería perderse en Cyrodiil. 10 cosas que todo el que juegue debería hacer para comprender nuestra devoción hacia Bethesda. 10 de los mejores recuerdos y misiones secundarias que nos regaló la cuarta entrega de The Elder Scrolls.

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1. Matar a alguien

Da igual a quien. Al primer incauto que te encuentres a solas o te mire mal. El caso es dejar un cadáver por el camino para que la Hermandad Oscura se ponga en contacto contigo. Así empieza una de las mejores cadenas de misiones que nos ha dejado la saga The Elder Scrolls en toda su historia, y eso son palabras mayores. Nada que ver con las de Skyrim. La primera vez que te despiertan y entregan la nota. La primera vez que visitas el santuario y dices la contraseña. La posibilidad de “convertirse”. La fiesta en la mansión. La manzana. El khajiita que a última hora predice lo que vas a hacer. Si solo vas a jugar un rato a Oblivion, que sea esto. Por ambientación, por trama, por originalidad, por capacidad de sorprender. Memorable.

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2. Dormir en la posada flotante

Cuando salgas de las alcantarillas y termines el prólogo, la capital no te pillará muy lejos y es un primer destino de lo más recomendable. Si además has hecho caso al punto anterior y has matado a alguien, tendrás que dormir en alguna posada para recibir la visita de Sithis. Te aseguramos que la más acogedora de todo el juego se encuentra en los muelle de la Ciudad Imperial. Otra parada indispensable. Porque no hay nada como descansar con el balanceo de un barco...

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3. Luchar en la Arena

Después de la siesta previa, no abandones la capital todavía. Es hora de probar ese remozado sistema de combate del que presume este remaster. No hay mejor lugar para ello (y para conseguir unos “oros”) que la Arena de la Ciudad Imperial. Allí nos aguardan 20 combates contra toda clase de rivales que nos permitirán practicar con el nuevo parry o el renovado sistema de arquería anunciado para esta reedición. Pero lo mejor siempre serán las charlas entre combate y combate en la zona de entrenamiento, donde conoceremos la historia del coliseo y entablaremos amistad con el respeto de gladiadores. El pasillo lleno de sangre, los gritos de los espectadores, las flechas gratis y el personaje más odioso de Oblivion: nuestro fan.

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4. Comprar una casa en Anvil

Con lo ahorrado en la Arena, el siguiente paso de toda partida es echar raíces e invertir en una casita. Si bien cada ciudad de Cyrodiil tiene una disponible, en Anvil hay una mansión en oferta que no puede ofrecer más por menos. Y cuando decimos “más” nos referimos a metros cuadrados, sí, pero también a quebraderos de cabeza. Otra prueba de que las cosas nunca son sencillas en esta cuarta entrega. Ya nos contaréis qué tal el sótano y cómo se duerme cuando uno se sabe propietario...

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5. Arreglar el bug

Para a todos los NPC que te encuentres y pregúntales por la posada de Aleswell. En este pequeño enclave tiene lugar una de esos momentos en los que uno se asusta y piensa que ha roto el juego. Que se quite la niebla de Silent Hill y los truquitos con el manual y la contraportada de Metal Gear Solid. A ver cuánto tiempo estáis antes de desentrañar el misterio. ¿Acaso puede resolverse? ¿No es un broma de los desarrolladores? Y sea una o otra cosa, ¿cómo no se le había ocurrido esto a nadie antes? Visibilidad cero es otra maravilla de secundaria que muchos pasaron por alto en su día y que, cuando te la contaban, no te la creías y la asociabas a otra leyenda como la del Big Foot en GTA San Andreas.

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6. Visitar al Picasso de Cyrodiil

Oblivion cuidaba cada mísero detalle al dedillo. Podías pasarte horas leyendo los libros de sus estanterías como si fueran novelas reales. Lo mismo pasaba con sus cuadros. Estaban tan trabajados que hasta se te permitía conocer al autor de los mismos. El pintor más famoso de la región es una de esas figuras ilustres a las que merecía la pena conocer. Bastaba una visita de una hora para adentrarse en su imaginario y meterte de lleno en su obra.

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7. Unirse al gremio de ladrones y magos

No nos malinterpretéis, Skyrim es una maravilla y tiene muchos puntos fuertes, pero sus gremios languidecen al lado de los de Oblivion. En esencia, el motivo es porque, mientras en el juego nórdico sus secundarias parecen misiones al uso que podrías encontrar en cualquier lugar, en Cyrodiil realmente profundizaban en la facción a la que se asociaban. Las del gremio de ladrones, por ejemplo, consistían todas en eso mismo, en robar algo. Cada vez más difícil y cada vez poniendo más mecánicas de sigilo en juego. Cosas que además favorecían al propio gremio y lo hacían evolucionar. Con los magos igual. Aunque la Universidad Arcana estaba en auténtica decadencia, sus misiones te acababan dotando de algo tan increíble a nivel jugable como la elaboración de hechizos y la encantación. Y no hacía falta ir por la rama de la destrucción para pasárselo bien. Podías ser un mago centrado en muchas de sus otras vertientes. Oblivion no podría ser más completo y abierto.

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8. Comprobar si vienen las expansiones

Oblivion tuvo dos expansiones (Knights of the Nine y Shivering Isles) que rivalizarían con las que hoy día te firman CD Projekt y From Software. La primera no estaba mal y acababa dándote algunos objetos que no tardaban a ser de los más preciados de tu equipo, pero la segunda no tenía comparación alguna con ningún DLC habido hasta la fecha. Era un juego en sí mismo y hubo revistas que hasta lo premiaron como el mejor título de rol de ese año. En torno a 20 horas de contenido que esperemos no hayan desaparecido en este remaster. Eran más y mejor. Un juego en sí mismo.

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9. Ser arrestado

Nada como salvarle la vida a un NPC y que, al segundo, te esté diciendo que ya es hora de marcharse de su casa. Todo porque habías apretado un joystick sin querer y habías movido un objeto. O que te llame a los guardias un tendero por estar manoseando su mercancía. Ojalá al remaster no se le ocurra la brillante idea de quitar la posibilidad de coger todos y cada uno de los objetos del escenario, cadáveres incluidos. Y ojalá tampoco haya cambiado mucho sus físicas, tan adelantadas a su tiempo allá por 2006 que bastaban poco más de unos minutos para romper el juego y tener a media provincia pidiendo tu cabeza. Aunque tampoco hacía falta hacerlo trasteando con sus colisiones. Robar mientras te veían, colarte en una casa con gente dentro... Anda que no había formas de meter la pata y acabar entre rejas. Evidentemente, sobra decir que en un GOTY así también podías escapar de la cárcel.

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10. No hacer caso a nada de esta lista

Porque en Oblivion no hay nada mejor que explorar con libertad y sin rumbo. La magia de Oblivion es que vayas a donde vayas y hagas lo que hagas, siempre acabarás viviendo peripecias inolvidables. Este reportaje sólo quería repasar algunos de los momentos que se grabaron a fuego en nuestra retina y nuestro corazón. No lo veas como una lista de tareas o cosas por hacer. Míralo como la promesa de aventuras y secundarias que, en estos 20 años que han pasado desde su lanzamiento, pocos juegos han superado.

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