Cine
Crítica de ‘Rebel Moon Parte 1: La niña del fuego’, a Zack Snyder se le acaban las ideas
La ‘Star Wars’ del director de ‘300′ y ‘Watchmen’ ha resultado ser una película llena de lagunas y con demasiados elementos prestados.
El estreno de una nueva película de Zack Snyder siempre es motivo de celebración. Porque admitámoslo, el director siempre ha sido un raro. Y lo decimos celebrando la diferencia, no condenándola. En el séptimo arte acostumbra a usarse la palabra “autor” como eufemismo de raro, pero en el caso del Zack Snyder se da la paradoja de que derrocha su personalidad en el género menos autoral y más mainstream que existe, el de los blockbuster de acción. Ya sean cintas de superhéroes, de zombies o space operas como ‘Rebel Moon’, el cineasta se las ha ingeniado para dejar su huella y es justamente eso lo que echamos en falta en su nueva película.
Porque ‘Rebel Moon’ es un pastiche de referencias en el que continuamente estás pensando “esto ya lo he visto”. A todo el mundo se le viene ‘Star Wars’ a la cabeza (la película hasta se ha vendido así, como la ‘Star Wars’ del director de ‘300′ y ‘Watchmen’), pero lo cierto es que hay muchos más copia y pega. Y no sólo del cine, también de cómics como ‘Saga’ y de videojuegos, de los que Snyder es un fan declarado.
Para que os hagáis una idea, hay una escena con un hipogrifo que es exactamente igual a la de ‘Harry Potter y el Prisionero de Azkaban’. Pero idéntica. Que si arrodíllate para mostrarle respeto, que si espera su reverencia, que si acaríciale el pico, que si volamos y estiramos los brazos contra el viento... Añade unas dosis de los virulentos ikran de ‘Avatar’ y listo.
No es el remake de ‘Psicosis’ de Gus Van Sant, pero es una pena que un director como Snyder, precisamente ensalzado por su visión, por su estética e imaginario, no sea capaz de sorprender en ningún momento y permanezca siempre dentro de terreno ya explorado, sin ampliar los límites de nuestra imaginación.
Sea más o menos original en sus diseños y situaciones, el verdadero problema de ‘Rebel Moon’ viene en la coletilla de su título, ‘Parte 1: La niña de fuego’. Estamos ante una pequeña parte de un relato mucho mayor y Snyder ha dado por hecho (erróneamente) que podemos esperar a la siguiente para conocer las motivaciones de los protagonistas y verles interactuar entre sí.
Los personajes son de los más planos que hemos visto en un año en el que Marvel y DC parecían imbatibles en ese sentido. Apenas esquemas, bocetos. La heroína principal, una discreta Sofia Boutella, va reclutando guerreros por el universo y a menudo mantiene con ellos un único diálogo, el de “únete, por favor”. A veces ni eso. No hay historias detrás de los mismos. Te dicen que uno odia al imperio y que otro es famoso pero nadie te explica los porqués.
¿A nadie se le ocurrió que el público esperaría conocer la razón por la que la protagonista abandonó el Imperio a lo largo de sus 2 horas y 13 minutos de metraje? Las lagunas son tan clamorosas que hasta ponemos en duda que se solventen en la secuela... o en el corte del director.
Esa es otra. El famoso Snyder cut. En el caso de ‘La Liga de la Justicia’ tenía todo el sentido del mundo, pero a estas alturas se antoja como una excusa ante el fracaso de la cinta. Y si todas las películas del director van a contar con una segunda (re)versión, es casi una invitación a pasar del estreno original y esperar a la misma.
Snyder asegura que hay mucha más sangre y trasfondo e historia, pero habiendo contado con la libertad que ha tenido, ¿por qué nos ha dejado sin ambos en la primera versión? ¿De verdad le ha restringido tanto Netflix? Está por ver. Antaño los límites de producción se solventaban con ingenio y descaro, ahora con quejas y promesas de lo que pudo ser.
Si el director pone la venda sobre la sangre y la acción es porque ni siquiera los combates convencen. Los disparos láser, las explosiones, el brilli brilli de colores de planetas y sistemas. Efectos y coreografías no terminan de seducir a un espectador que tampoco será espeluznado, pues no es ningún esperpento, pero al que dará rabia la simpleza de todo cuanto sucede ante sus ojos.