Hellblade 2 no saldrá en formato físico y prolonga la mentira de moda en los videojuegos

Ahora mismo me siento como Arthur Morgan. Alguien de otro tiempo, alguien condenado a extinguirse, un hombre arrinconado por los designios de la sociedad contemporánea. El pasado jueves, mientras tenía lugar el Xbox Developer Direct donde se dio a conocer que Hellblade 2 no saldrá en formato físico, yo lo único que hacía era practicar una y otra vez ante el espejo. Ensayaba una presentación para convencer a mi novia de gastar todos nuestros ahorros en las preciosas ediciones de coleccionista de Blasphemous 2 y Sea of Stars. Mientras la civilización y la era moderna se imponían, yo cabalgaba hacia el oeste. Entristecido, necesitado de uno de los discursos de Dutch y doblemente hundido al pensar en éste y en Red Dead Redemption 2.

Alan Wake 2 abrió la veda. Y no, no me refiero a la Fiesta del Venado de Bright Falls, sino a la nueva moda de salir única y exclusivamente en digital. El juego de Remedy, uno de los mejores del año pasado, decidió prescindir del formato físico por tres motivos. El primero, que “hay muchísimos jugadores que ya solo usan el formato digital” y que por tanto “no es infrecuente”. Mal de muchos, consuelo de tontos. Pagan justos por pecadores. Aquí podéis usar el refrán que más os guste.

El segundo, que no querían “crear un producto en disco que necesitara realizar descargas adicionales para funcionar”. Pero yo me pregunto, ¿están intentando borrar la historia? Es tan fácil como haberlo pulido y no necesitarlas. Por simple que sea, esa técnica funcionó durante muchas generaciones. No sé a vosotros, pero a mí como excusa me suena bastante pobre. Aunque nada como la tercera, la nueva mentira más repetida de la industria: “permite mantener el precio del juego a 59,99 euros”.

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¿Sabéis a cuánto ha salido Prince of Persia: The Lost Crown, el primer juegazo de 2024? A diez euros menos, a 49,99 euros. ¿Y sabéis en qué formatos ha salido? Exacto, en físico y digital. Ahora buscad a alguien que lo haya probado varias horas y que venga aquí a deciros que no es buenísimo, que le falta algo y parece un proyecto menor. No lo encontraréis. El juego de Ubisoft es la prueba de que se pueden hacer obras maestras sin dilapidar el presupuesto.

Sigamos con las adivinanzas. ¿Sabéis qué otro juego salió sólo en digital en el año 2017? Exacto, el primer Hellblade. Pero... ¡ajá! Por entonces dicha opción no era tan común (no existían las consolas sin lector) y el precio también fue reducido. Tampoco hubo parches y actualizaciones posteriores que hubieran hecho prisionero un hipotético disco. Adiós a los tres argumentos de Remedy. ¡Pero si hasta Ninja Theory acabó recapacitando y sacando una versión en formato físico!

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En el caso del original, de Senua’s Sacrifice, tenía más sentido. La desarrolladora aún no era parte de Xbox Game Studios y el equipo detrás de Hellblade lo conformaban 20 personas con un presupuesto de menos de 10 millones. Era un proyecto arriesgado. Un indie cuya versión física implicaba un esfuerzo importante. Tuvieron que esperar a verse abrazados por el éxito antes de dar el salto. Era comprensible.

Ahora hablamos de un estudio diez veces más grande y ni nos atrevemos a preguntar por el presupuesto que maneja. El proyecto tiene el respaldo financiero de Microsoft (como Remedy tenía el de Epic Games). En estos más de 5 años de desarrollo, Ninja Theory ha ocultado sus retrasos alardeando sobre su metodología en diversos diarios de desarrollo. Han asegurado que han hecho a manos los trajes de vestuario para después escanearlos, han pagado dos años de formación de combate a los actores y hasta se han buscado una banda nórdica de éxito para la música. Definitivamente nos toman por tontos.

Aunque había dinero de sobra para que un juego que no deja de ser la mar de cortito y lineal se permitiera todos esos lujos, al parecer no lo hay para sacar un versión física. Te tienes que reír. Aquí el aumento en los costes de desarrollo sólo parece pagarlo el consumidor. Y tranquilos porque no, no voy a esgrimir la cartita de la conservación de los videojuegos, pues también es una vil mentira y pura demagogia, pero la muerte del formato físico es una auténtica pena por muchísimos motivos.

No hace falta ni desarrollarlos. Por los coleccionistas, por los que no quieren depender de internet, por todos los que compraron su consola con lector, por la competitividad del mercado y los precios, por la muerte de los préstamos y la segunda mano (GAME ya no venderá seminuevos) y así podríamos seguir hasta mañana. No merece la pena desarrollarlos porque una compañía como Microsoft, o como Epic Games, bien pueden permitírselo y si no lo hacen es porque no les apetece. Lo único que de verdad ansían es marcar nuestros hábitos de consumo y sacarles partido.

Definitivamente, hoy me siento como Arthur Morgan. Porque el público de videojuegos a menudo es caprichoso y quejica. Un eterno insatisfecho. Boicotea sin razón, acosa y derriba, hace de todo menos precisamente jugar. Pero al ver las políticas de las compañías, pienso como pensaba el cowboy: “Somos hombres malos, pero no somos ellos”.

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