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El problema de los “falsos físicos”: cómo saber si un juego en formato físico necesita descargas o conexión a internet
Detallamos la importancia de los videojuegos en formato físico como vía eficaz para preservar el medio, así como para asegurarnos de que podremos seguir disfrutando de ellos en el futuro.
Imagina que compras un videojuego en formato físico, pero cuando vas a iniciarlo, no puedes porque el juego no tiene los archivos necesarios. Te intentas conectar a internet para descargarlos, pero los servidores han cerrado, por lo que tu disco de juego es completamente inútil. Aunque esto aún no se da de forma generalizada, supondrá un grave problema en un futuro no muy lejano, y demuestra la escasa utilidad de ciertos lanzamientos físicos que no incluyen el juego completo. Esta es la problemática de los “falsos físicos”, títulos que, independientemente de su formato, son, a grandes rasgos, un mero instalador que requiere conexión a internet y que por sí solo no permite iniciar el juego.
¿Cómo detectar si un videojuego en formato físico necesita conexión a la red?
La tendencia cada vez mayor hacia lo digital en el mundo de los videojuegos pone de manifiesto un gran problema: los juegos en formato físico que son no son el videojuego completo, por lo que requieren de alguna conexión a internet para descargar los archivos adicionales que faltan para que el título esté completo y se pueda jugar. Esto convierte al disco o tarjeta de juego en un producto incompleto e inutilizable sin las descargas necesarias.
En primer lugar, cabe destacar que los videojuegos físicos que requieran conexión a internet deben especificarlo en algún lugar de la caja. Normalmente es en la contraportada, por lo que las compras compulsivas son enemigas del sentido común; si estamos comprando en una tienda física, deberíamos revisar a conciencia tanto la portada como su reverso para ver este posible mensaje. A veces, es posible que la advertencia no sea evidente y forme parte de la letra pequeña. Si estamos comprando en una tienda online, deberíamos mirar todas las imágenes y leer la descripción del videojuego detenidamente.
Por otra parte, el sentido común también nos ayuda a saber de antemano si un videojuego requiere que estemos conectados. Por ejemplo, los videojuegos multijugador online como Overwatch (2016) requerían irremediablemente acceso a la red para poder jugar. En casos de este tipo, hay que destacar que es posible que, si además se incluyen modos adicionales como historia o multijugador local, solo necesitemos estar conectados para acceder a los modos online.
Aún así, a veces podemos llevarnos alguna sorpresa desagradable, especialmente en títulos para un solo jugador donde nada vaticina que un videojuego de estas características requiera una descarga de contenido. Este es el caso de títulos como Starfield (2023), que no incluyen todos los ficheros necesarios en el disco y requieren de una descarga obligatoria si queremos jugar sin conexión.
Para ayudarnos en este terreno, existe una iniciativa particular de varios aficionados a los videojuegos llamada Does It Play?, que a grandes rasgos es un repositorio web que va en aumento donde los organizadores prueban distintos títulos para comprobar si, efectivamente, son juegos completos o si requieren de conexión a la red. Como usuarios, también podemos contribuir para así ayudar al resto de la comunidad de jugadores a que sepan qué es exactamente lo que están comprando con cada nuevo lanzamiento físico.
En líneas generales, es una buena idea de informarse de qué clase de lanzamiento es cada título físico. De esta manera sabremos si nuestros videojuegos podrán ser disfrutados a largo plazo o, si por el contrario, se convertirán en pisapapeles inservibles cuando los servidores que albergan los archivos adicionales necesarios cierren para siempre.
El caso de Xbox y los “falsos físicos”
Un caso particularmente problemático dentro del debate sobre los juegos físicos es el de Xbox. Los videojuegos del ecosistema Xbox, sean para Xbox One o Xbox Series X, utilizan un sistema híbrido que puede generar problemas en el futuro. Básicamente, las ediciones físicas que son compatibles con ambas consolas lo son por un motivo: el contenido incluido en el disco es siempre la versión base de Xbox One.
Cuando jugamos en una Xbox Series X, la consola descarga automáticamente la versión mejorada para esta plataforma. Esto implica que las ediciones físicas de este tipo de lanzamientos no contienen la versión de Xbox Series X, sino la de Xbox One. En otras palabras: si en el futuro los servidores de Xbox dejan de estar operativos, las versiones mejoradas y más actuales de Series X no estarán disponibles, y los jugadores se quedarán con una versión inferior del título, incluso teniendo el disco original.
Aunque este sistema es práctico a corto plazo, socava gravemente la preservación de los videojuegos del ecosistema Xbox a largo plazo. Muchos títulos, como Sonic X Shadow Generations, dependen de este modelo, lo que provocará que la experiencia completa desaparezca una vez que los servidores cierren.
Esta situación contrasta enormemente con el enfoque que utiliza PlayStation. En el ecosistema de consolas de esta otra marca, muchos videojuegos intergeneracionales se lanzan a la vez como versiones separadas para PS4 y PS5 en lugar de depender de una única versión con la posibilidad de actualizarse mediante descargas adicionales. Aunque los juegos de PS4 funcionan en PS5 gracias a su retrocompatibilidad nativa, el hecho de ofrecer ediciones físicas distintas para ambas plataformas asegura que los usuarios puedan elegir en función de la plataforma de la que disponen sin comprometer la experiencia de los que decidan optar a la versión “superior”. A largo plazo, se trata de la mejor opción para preservar el software.
¿Por qué es importante que los videojuegos vengan completos en formato físico?
Mientras que en ciertos títulos es aceptable e inevitable que requieran conexión a la red por su propio concepto como por ejemplo en juegos basados en los modos multijugador exclusivamente en línea como Fortnite (2017), en otros videojuegos esto puede suponer un gran problema. En muchos lanzamientos para un solo jugador, cuya experiencia de juego consiste en ofrecer ricas y variadas vivencias a nivel narrativo, el requisito de estar conectados a internet sin que haya interacciones online de ningún tipo es un sinsentido.
Con el paso de los años, muchas distribuidoras han optado por reducir costes primero eliminando los antaño extensos manuales de las versiones físicas de los videojuegos, y más recientemente haciendo que sean meros instaladores. Los avances de la tecnología, así como el aumento en la calidad de elementos como texturas, audio o modelos de los personajes, hace que cada vez los juegos ocupen un mayor espacio de almacenamiento. Por esta razón, ciertas compañías optan por realizar lanzamientos de “falso físico” incluyendo únicamente los archivos más básicos en los discos con tal de no tener que dividir el juego completo en varios discos, optando por que los archivos extra sean descargados de internet.
Pero, como comentamos, esto implica que, a largo plazo, estos videojuegos no completos dejarán de funcionar una vez que los servidores que albergan el resto de archivos necesarios se cierren. Es algo que va en contra de la preservación del videojuego como medio y en contra del consumidor, que efectivamente está comprando algo con fecha de caducidad que en un futuro no podrá ser utilizado.
Según la Video Game History Foundation, el 87% de los videojuegos lanzados en Estados Unidos corre el grave riesgo de perderse para siempre al no haber sido debidamente preservados. Iniciativas como la de GOG como tienda digital sin DRM y su Preservation Program intentan paliar esto. Como usuarios podemos contribuir con nuestro granito de arena ayudando a documentar, caso a caso, qué videojuego físico es de por sí “preservable” (si está completo) o no, ayudando a hacer listas que a su vez sirvan para que otros usuarios tomen decisiones informadas.
Aunque muchas veces las ofertas pueden ser muy suculentas, recordad que siempre hay que informarse todo lo posible cuando compramos cualquier producto para evitar “sorpresas” desgradables. Muchas veces se cumple el refrán de “lo barato sale caro”, y si no comprobamos debidamente qué tipo de videojuegos compramos, es posible que en un futuro ni siquiera podamos acceder a ellos porque no venían completos.