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Overwatch

Overwatch

Análisis de Overwatch

Blizzard ha decidido entrar por la puerta grande en el mundo de los shooters con una propuesta competitiva única y un toque MOBA que pretende cambiar el orden establecido en el género.

Actualizado a

Desde nuestra primera partida apenas unos minutos después de que Blizzard lo presentase en la BlizzCon de 2014, supimos que con Overwatch se estaba gestando algo grande. Nacido de las cenizas de TitanFPS divertido, accesible y atractivo que todo el mundo quiere jugar. Uno de esos juegos que terminas probando aunque no sea tu género. Y despertar esa sensación en la mayoría de la comunidad gamer es un logro poco común. Overwatch es por méritos propios el juego del momento. Pero Overwatch  tiene muchas más virtudes debajo de ese resumen tan breve como aplastante. Por definición es un shooter por equipos, uno que ha sabido erigirse en heredero de clásicos legendarios y atemporales como Team Fortress, Quake III y los mejores Call of Duty, y recoger elementos más actuales de los Moba que han transmutado de género: counterpicking, habilidades, tiempos de cooldown, Ultimates y combinaciones de héroes para diseñar estrategias conjuntas, potenciarse o eliminar debilidades.

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Y es que los verdaderos protagonistas de Overwatch, sus héroes -o villanos-, son más que diferentes entre sí, son únicos. Jugar con cada uno de los 21 con los que se lanza el juego supone 21 experiencias diferentes, 21 maneras y 21 acercamientos distintos al FPS. Algunos de los personajes podrían protagonizar ellos solos su propio juego y sería solvente. Detrás de cada héroe hay un legado. En algunos es más manifiesto que en otros, pero todos evidencian algunos rasgos en sus mecánicas que nos recordará a otros títulos, otros personajes, otros géneros que han terminado asimilando. Y en función de ellos, de nuestra manera de jugar y de la habilidad propia, tendremos que escoger entre esa plantilla para maximizar nuestras aportaciones al equipo.

Soldado 76 será el pick estándar de cualquier jugador de Call of Duty -o shooter moderno- por su velocidad de movimiento, cadencia de fuego, fuego alternativo y capacidad de regenerarse. En Pharah los veteranos encontraremos el tributo más sincero que se le ha podido hacer al lanzacohetes de Quake III Arena y al apuntado predictivo al suelo desde las alturas, Reaper toma en sus pistolas influencias de cualquier escopeta recortada overpowered que recuerdes -como la del primer Gears of War por ejemplo- con daño masivo en distancias cortas, Widowmaker, es el sueño húmedo de cualquier francotirador campero de Battlefield por su efectividad, visión infrarroja o movilidad para escapar una vez detectada, o Bastion, tan odiado como débil con un counterpick inteligente o experimentado, que transforma en personaje a la típica torreta fija del escenario que utilizamos momentáneamente y después abandonamos. Incluso estilos tan poco habituales en un FPS como cuerpo a cuerpo o melee, están presentes en lo que Overwatch ha ido recogiendo e incorporando para compactar en sus diferentes roles. Ataque, defensa, constructores, apoyo, tanques, healers, cada héroe del juego tiene unas funciones que cumplir -aunque no siempre sean las más obvias- y unas mecánicas a explotar en cuyas aplicaciones vemos novedades a diario por el ingenio de la comunidad.

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En lo que corresponde a la jugabilidad y mecánicas de un shooter online competitivo, Overwatch es meridianamente perfecto. Equilibrado, accesible, profundo -Blizzard vuelve a darle sentido al “easy to learn, hard to master”-, con una continua sensación de recompensa y utilidad dentro de un grupo a cada partida -incluso en las derrotas-, diferentes roles donde encajar a cada perfil de jugador, y un control sólido y con muy buena respuesta. El esquema de manejo se presta al ratón y teclado como elección por defecto -y por tanto a la versión PC como la más recomendada- pero Blizzard ha hecho un buen trabajo mapeando todas esas acciones a los pads de PS4 y Xbox One -o en el mismo PC si así se prefiriese- conservando un control con el mismo potencial para los jugadores del FPS en consolas.

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Sobre el papel cada héroe dispone de un fuego principal, uno secundario, dos habilidades y una Ultimate que se carga poco a poco. Apenas un par de minutos en la ficha de personaje -que se puede consultar al escogerlo- serán suficientes para conocer sus particularidades y cómo enfundarnos en su traje. Y eso es todo lo que se necesita saber cuando se juega por primera vez a Overwatch. El resto lo hará la práctica. Es importante ser consecuente con nuestras elecciones, porque el abanico de héroes es amplio -el número de 21 se percibe como consistente- y cada uno de ellos tiene una ‘skillcap’ o una habilidad del jugador requerida y recomendada antes de jugar con él. Con poca experiencia en el género o no demasiada habilidad se recomiendan como puerta de entrada personajes como Reindhart, Törnbjorn, Bastion, Winston, Soldado 76, D.Va o Zarya, mientras que ya para jugadores intermedios hablamos de Mei, Mercy, Reaper, Lucio, Symmetra, Junkrat o Roadhog, y unos más exigentes pero en los que compensa mucho invertir horas, Pharah, Widowmaker, Genji, Hanzo, McGree, Tracer o Zennyatta. Escoger un personaje avanzado demasiado pronto puede llevar a frustración, especialmente si todavía no se ha asimilado la principal máxima de Overwatch: esto es un shooter de equipos, no de lobos solitarios. Y como tal requiere que cada personaje juegue en una zona del mapa en la que explotar sus fortalezas. Un Zennyatta en primera línea no durará más de dos disparos -o uno si es de Widowmaker-, y lo mismo para un Reaper que intenta hacer daño a distancia y en campo abierto, o una Widowmaker que va al cuerpo a cuerpo.

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Pero Overwatch requiere de nosotros que sepamos manejar a más de un héroe. El juego genera una versatilidad de situaciones tremenda, y para adaptarnos tendremos que cambiar de personaje. Un enano ingeniero puede ser poco útil en rondas de ataque pero es una elección casi obligada al defender, en cambio cuando atacamos si el equipo rival despliega torretas, hay que reaccionar con Hanzo, Genji, Tracer y Pharah, por ejemplo. Es un intercambio continuo de golpes en forma de counters de uno y otro lado eligiendo personajes hasta que se encuentra una táctica que funciona contra el equipo rival, a la que no sabe adaptarse, y a partir de ahí, explotarla hasta lograr la victoria. Overwatch hace buena la máxima de “adáptate o muere”. Asi que para ser funcionales, tendremos que manejar con solidez y conociendo sus entresijos -como las recargas rápidas de Bastion o Reaper- al menos entre cuatro y seis héroes. Y en ese intercambio constante de golpes, como juego de equipo, la comunicación es fundamental. El chat de voz con diferentes canales es una herramienta más para planificar estrategias, realizar ajustes cuando algo no funciona, pedir consejo, ayuda o alertar a compañeros de situaciones que se están desarrollando. La comunicación es tan necesaria que un headset se hace imprescindible.

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El diseño de niveles ayuda bastante a desarrollar ese potencial de counterpick por equipos. Todos los mapas están medidos para ofrecer puntos donde explotar las habilidades de todos los héroes: puntos de campeo, recovecos, posiciones elevadas, ángulos muertos que dejan trayectorias en línea recta, interiores, exteriores, atajos, etc… 

En las 12 localizaciones se nota aplicado el trabajo narrativo de Chris Metzen y otros creativos de Blizzard desarrollando con fuerza un nuevo universo, rico, con antecedentes y transmedia -cómics y cortos más allá del videojuego- tan carismático como profundo desde el que reinterpretar cómo sería el mundo 300 años en el futuro tras una crisis -Ómnica- y unos héroes como protagonistas bien desarrollados en personalidad, motivaciones e historia -bastante más que los del shooter promedio, y de lejos los que más en cualquier modo multijugador- a los que el mundo necesita.

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Desde los templos japoneses con florencientes árboles de sakura en Hanamura, al Nepal ómnico-tibetano, la festividad y arquitectura mexicana de Dorado o la inglesa victoriana de King’s Row, la futurista Shangai que reimagina Torre Lijiang, la Rusia mecánica e industrial de Volskaya, o el Egipto faraónico del Templo de Anubis, los fondos están llenos de detalles, huevos de pascua, homenajes y una magistral reinterpretación de los tópicos de cada uno los países en los que se basa -menos el centro de observación de Gibraltar, donde no se aprecia bandera-. Los carteles con las películas de estreno de Hollywood, o los paneles de cada base Overwatch con información coherente o de background de la historia. El universo que ha arrancado Blizzard con su nueva IP es tremendamente carismático, con muy buen gusto desarrollando todos sus aspectos, y bien plasmado.

La banda sonora ayuda mucho a transportarnos a esas localizaciones, casi siempre en segundo plano, escuchándose a un volumen muy bajo y entrando en acción de forma contextual -cuando la acción sufre un vuelco-, nos ayudará a subir la intensidad. Overwatch también hace buenos unos cascos con sonido 5.1 para aprovechar la distribución espacial durante las partidas: podremos percatarnos de que se aproxima un enemigo y su posición por el sonido de sus pisadas. Si la banda sonora es buena, el doblaje es magistral. Mejor en versión original en inglés por cómo se integran los distintos acentos -Zarya en ruso, Symmetra de oriente medio, Widowmaker con marcado acento francés, Hanzo o D.va con líneas en perfecto japonés y coreano, o Tracer con expresiones británicas- pero desde luego el español ha quedado impecable. Cuenta con voces tan épicas como la de Ramón Langa -Bruce Willis- en el papel de Soldado 76, y el resto del elenco está al mismo nivel en interpretación y calidad de voces.

Y hablando de plasmarlo. Estamos ante un shooter de dibujos animados. Tal cual. Todos sus fondos y protagonistas parecen extraídos de una película de Píxar, coloridos, desenfadados y no por ello con menos fuerza o carisma. Todo lo contrario. En el apartado técnico no resulta tan impactante como un DOOM corriendo en calidad Pesadilla -por mencionar uno de sus últimos competidores-, pero su nivel de detalle Épico pone en pantalla y a 60 frames por segundo inamovibles -a lo que nuestra gráfica llegue si se desconecta el V-Sync- y sin ralentizaciones un despliegue visual muy completo -pese a que faltan filtros-. En consolas, ligeros dientes de sierra en la versión de PS4, y un acabado general que queda bastante bastante digno y no desmerece en las comparaciones con un PC de gama media, corriendo a 1080p y 60 fps prácticamente siempre. Los requisitos en PC y su buena optimización lo hacen jugable prácticamente en cualquier equipo -mínimos un i3 con 4 Gb de Ram y GTX 460-.

Overwatch es un pelotazo. Es indiscutible. Pero también tiene puntos flojos. El primero, la ausencia de competitivo a lanzamiento ya ha sido respondido por Blizzard, ya que las partidas igualadas, con puntos y posiciones de ránking en juego, de ese modo competitivo llegarán como actualización a lo largo del mes de junio en un movimiento muy rápido que intenta garantizar que los clanes y equipos profesionales se asienten lo antes posible, sin tener que esperar una temporada. El segundo punto discutible y más escuchado es la ausencia de modo campaña, que ciertamente habría sido de agradecer. La respuesta de Blizzard siempre ha ido enfocada a destacar Overwatch como un juego enfocado al enfrentamiento online -como pudo serlo Quake III-, pero según declaraciones de hace un par de días del propio Kaplan aún puede ser viable como añadido post lanzamiento, con algo más de tiempo y recursos. Desde luego ayudaría a profundizar en el lore -que aquí, aunque es muy rico, siempre llega en narrativa indirecta por diálogos, carteles o información diseminada por los escenarios-.

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Y por último, el tercer punto que se puede discutir de Overwatch es que ahora mismo está escaso en modos de juego. Únicamente tenemos dos; control de zonas y escoltar la carga. Se esperan más propuestas, es más, se hacen necesarias tras macro-sesiones compulsivas de Overwatch. Algo ayudan a desconectar los retos semanales de la Weekly Brawl, un modo super loco similar a la taberna de Hearthstone donde se juega con reglas que cambian cada 7 días -partidas solo chicas, modo arena PvP con todas las Ultis cargadas y 1000 de vida, restringido a un personaje como todo Phara etc- pero no pasan más de una distracción pasajera o para echarse unas risas.

La inversión de tiempo y recompensas está equilibrada, incentiva, pero no es contundente en los premios, más bien algo escasa. Resulta casi más reconfortante aparecer como uno de los cuatro jugadores destacados de la partida por haber cumplido diferentes logros -daño, muertes, mayor sanación, tiempo MVP, etc- o en la repetición de la jugada destacada. Conforme sumemos experiencia a base de ganar partidas -o participar en ellas-, sumemos bonificadores y subamos de nivel, desbloquearemos cajas de botín, una por nivel. Cada caja contiene cuatro dropeos de entre poses de victoria, animaciones de jugadas destacadas, frases, gestos, moneda in game o skins -que pueden ser desde variantes de color a auténticos rediseños Legendarios-. Pero los porcentajes de dropeo de ítems jugosos como pueden ser las skins Legendarias -de color amarillo- son muy bajos. En la comunidad los usuarios hablan de un promedio de entre 10-15 cajas de botín para tener un drop de skin Legendaria, probabilidades que también calculamos nuestro vídeo donde abrimos 50 cajas de botín.

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Blizzard ha habilitado compras in-game con micropagos para adquirir cajas de botín -confirmado apenas días antes de la salida del juego, sin hacer mucho ruido-, pero aunque el porcentaje de que nos toque algún legendario es mayor que en otros juegos de Blizzard -por ejemplo Hearthstone- realmente no merece la pena invertir el dinero que cuestan al ser todas las recompensas estéticas.

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Adicionalmente la experiencia online es muy buena, no hay lag, se encuentra partida de forma rápida, en apenas unos minutos aunque seamos un grupo o escuadrón grande con un matchmaking bastante aceptable por niveles, e incluso el día de lanzamiento no hubo colas, con escasos 20 minutos de atasco inicial antes de arrancar a funcionar. Mencionar también que las actualizaciones futuras, mapas y héroes, vendrán de forma gratuita según confirmó Blizzard, en un buen gesto y en una medida que evita fragmentar a la comunidad. Una comunidad que por cierto puede disfrutar de partidas con un modo espectador sencillo y con opciones -primera persona, tercera persona, cámara libre- que facilitan montarse un streaming o un casteo a nivel amateur con cero recursos.

9

Excelente

Un título referente en su género, que destaca por encima de sus competidores y que disfrutarás de principio a fin, seguramente varias veces. Un juego destinado a convertirse en clásico con el paso de los años. Cómpralo sin pestañear.