Fernando Benzo: “En el ‘thriller’ cabe todo”

Fernando Benzo, quien fue premio Azorín en 2023 por Los perseguidos, acaba de publicar El dragón negro (Planeta), un thriller que utiliza y a la vez se salta los límites tradicionales del género policiaco, combina acción y misterio, e introduce al lector en algunos secretos de la cultura china.

En esta novela, una estricta inspectora, Estela Domínguez, debe investigar una matanza que parece ser un simple ajuste de cuentas entre bandas locales. Pero pronto descubrirá que ha despertado la ira de un criminal implacable, el líder de una triada china internacional, cruel como un dragón negro. Acompañada de Roi Conde, un policía renegado con métodos dudosos, Estela acabará involucrada en un violento duelo de traición y venganza y verá cómo sus propios límites entre el bien y el mal se difuminan. Tendrá que decidir hasta dónde está dispuesta a llegar para acabar con un enemigo que parece inalcanzable.

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¿Qué le llevó a escribir esta primera novela?

Dos intereses literarios que se han unido en El dragón negro. Por una parte, yo quería escribir una novela tradicionalmente policíaca. Dentro del thriller reo que hay un subgénero con unas características muy claras que es la novela policíaca, que es este tipo de historias en que a unos policías, generalmente policías que no se llevan bien entre sí, o que tienen personalidades diferentes, les encargan un determinado caso y la novela sigue la investigación que llevan a cabo. Yo quería escribir ese tipo de novela, ateniéndome mucho a esas reglas del género, y, al mismo tiempo, quería situarla en un entorno y en unas circunstancias y con un villano que fuera razonablemente desconocido. En ese sentido, me encontré con la idea de crear un gran villano líder de una mafia internacional china y vincularlo a esos grandes desconocidos que son para nosotros los miembros de la comunidad china. Y esa unión del género policíaco y de un elemento culturalmente desconocido fue lo que al final dio como resultado esta novela.

¿Cómo fue el proceso creativo de esta última novela, ya que entiendo que tendría que empaparse mucho de los bajos fondos chinos?

Primero, tuve que realizar un gran trabajo de documentación. A mí me divierte mucho documentarme para las novelas, se aprende mucho. Y hoy en día tenemos una herramienta fundamental y que lo hace todo mucho más fácil, como es internet, que te permite poco menos que visitar el mundo y aprender directamente de todo tipo de temas. Y, por otra parte, hablar con personas que pudieran aportarme datos o conocimientos concretos, es decir, una mezcla de investigación documental y de muchas conversaciones, para ir empapándome de cosas que me resultaban muy atractivas, pero que, en realidad, desconocía, y además, según vas conociendo, vas descubriendo que tiene siempre una profundidad que va más allá, que nunca llegas a abarcar por completo.

¿Cómo equilibraba en el pasado su faceta de escritor con su carrera profesional en la Administración?

Creo que cuando uno quiere hacer algo y tiene vocación para hacer algo, siempre encuentra el tiempo para hacerlo. Yo toda mi vida he tenido una labor profesional, al margen de mi labor como escritor, he tenido una especie de doble personalidad absolutamente separada. He dedicado una parte de mi vida a lo que es el trabajo, en un sentido tradicional, y otra parte de mi vida a lo que es la creación literaria. Y se trata simplemente de buscar el tiempo y, al final, cuando la vocación aprieta, encuentras ese tiempo.

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¿Qué autores han influido más en su estilo literario?

Para El dragón negro, autores de la novela negra tradicional americana, como Raymond Chandler o como Dashiell Hammett, que se leían mucho en mi casa por mi padre cuando era pequeño, y al final esas influencias siempre se trasladan. Si tuviera que decir un autor más contemporáneo, cuyo estilo siempre me ha parecido que me influenciaba, que me marcaba a la hora de establecer yo también mi propio ritmo en mis novelas, diría Don Winslow

¿Hay alguna historia que se resista a contar, que no desee escribir?

Con cualquier historia, con cualquier novela, aparecen frenos mentales, pudores o limitaciones que tienes que romper, que tienes que destruir por completo, y seguir adelante. Cuando veo que me aparece algo que me frena, me niego a que me frene, lucho con mis propios frenos y generalmente los acabo destruyendo, los acabo superando. Nunca me he autolimitado, nunca me he autocensurado. Si una historia me atrae, me engancha en la fase de creación, en la fase de plantearme qué es lo que quiero escribir, sigo con ella adelante. Luego otra cosa es que pueda no funcionar literariamente y la abandones.

Y, al contrario, ¿tiene algún tema en mente sobre el que quisiera elaborar una historia?

Lo que a veces me gustaría es ser menos serio escribiendo, es decir, me gustaría escribir algo con humor, con bastante sentido de humor, pero me resulta dificilísimo, no me atrevo, no es tanto que me limite como que no me siento capaz. Creo que el humor es enormemente difícil trasladarlo, tienen muchísimo mérito quienes saben trasladarlo a las páginas de los libros.

¿A qué cree que se debe el boom por el thriller o la novela negra?

Creo que hay dos razones. En el caso de nuestro país, han aparecido unos magníficos escritores y escritoras de novela negra que han elevado mucho la calidad de las novelas de este género. Hay un abanico de talento absolutamente deslumbrante. Y luego, por otro lado, tradicionalmente se consideró que la novela negra o la novela policíaca era un género menor, ya que estaba la literatura y luego estaba la literatura del thriller, y la literatura policíaca. Y eso se ha superado. Se ha comprendido, tanto por parte de los autores como por parte de los lectores, que el género policíaco o el thriller permiten escribir novelas donde cabe todo. No solo cabe la trama policial o la trama de suspense, sino que, junto con ello, el thriller permite introducir muchas subtramas. En un thriller puedes introducir una historia de amor, una denuncia de corrupción política…

En su proceso de escritura, ¿sigue una rutina o escribe cuando siente la necesidad?

Tengo algunas cosas de las que no puedo prescindir. La más peculiar es que el primer texto lo escribo a mano, lo cual ya empieza a convertirme en una rareza. Luego lo paso al ordenador y empiezo las correcciones y demás. Y, en segundo lugar, no improviso. Cuando arranco con una novela la tengo ya muy desarrollada, hay una estructura de lo que quiero contar. Cuando la historia va cobrando vida y se va desarrollando, a veces lo que tenías planeado en un principio deja de funcionar, así que hay que ser un poco organizado, pero también flexible, y que la propia historia y los propios personajes vayan imponiendo sus normas y sus reglas.

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¿Cómo cree que se podría fomentar la lectura?

No creo que vaya mal como se dice. Cada vez se ve que son más los jóvenes que leen, con lo que algo se está haciendo bien, se están ofreciendo libros que atraen a los jóvenes, pero, sobre todo, lo que se trata es de poner la lectura en un mismo nivel como forma de entretenimiento, y de aprendizaje, que muchas otras actividades. No todo en la vida son pantallas. Hay otras formas de entretenerse. Y para eso lo que hay es que ofrecer a los futuros lectores productos que les atraigan.

¿Cómo maneja las críticas?

Las literarias, cuando son justas, las encajas con deportividad. Si son honestas, si no buscan la mera destrucción. Si buscan poner de manifiesto cosas que no están bien, las acepto y aprendo de ellas. Pero dan rabia si no tienen mucho sentido.

¿Qué le gustaría que el lector sintiera al terminar este libro?

El objetivo fundamental de El dragón negro es el entretenimiento en un sentido amplio, que agarre la tripa desde las primeras páginas. Si luego, además de eso, hace reflexionar sobre algunas cosas, como los ramalazos racistas que pueden existir en nuestra sociedad o cuál es la diferencia entre aplicar la ley y querer hacer justicia, mejor.

¿Qué consejo le daría a alguien que quiera dedicarse a la escritura?

Daría dos. Uno, leer muchísimo y leer de todo. Y no rendirse. Hay que perseverar. Si se pelea, los sueños se pueden conseguir.

¿Quién es Fernando Benzo?

Fernando Benzo (Madrid, 1965) comenzó su andadura literaria cuando, a los 23 años, obtuvo el Premio Castilla-La Mancha con su primera novela, Los años felices. Desde entonces, se han ido sucediendo relatos breves y novelas, en algunos casos reconocidos con premios literarios como el Max Aub de cuentos o el Ciudad de Majadahonda y el Kutxa – Ciudad de Irún de novela. Entre sus títulos destacan Mary Lou y la vida cómoda, Después de la lluvia y Las cenizas de la inocencia, así como la recopilación de relatos Diez cuentos tristes. Sus novelas más recientes son Nunca fuimos héroes (2020), Los viajeros de la Vía Láctea (2021) y Los perseguidos, que recibió el Premio Azorín de Novela en 2023.

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