
Xenoblade Chronicles X: Definitive Edition
- PlataformaNSW8.7
- GéneroAcción, RPG
- DesarrolladorMonolith Soft
- Lanzamiento20/03/2025
- TextoEspañol
- VocesInglés, Japonés
- EditorNintendo
Review
Análisis de Xenoblade Chronicles X: Definitive Edition, el regreso de un JRPG atrapado en el tiempo
Analizamos la Edición Definitiva de Xenoblade X en Nintendo Switch, la versión actualizada de un auténtico JRPG.
Parece que fue ayer. Han sido casi diez años atrapado en una consola que puso a Nintendo en un importante aprieto. Era, con permiso de The Legend of Zelda: Breath of the Wild, el título más esperado de Wii U, pero llegó en un momento tan comprometido para el sistema que muchos desistieron de esperar. Quienes tiraron de paciencia se encontraron ante lo evidente: un juegazo mayúsculo. Ya era demasiado tarde para salvarlo.
Si algo nos ha permitido Nintendo Switch es tener al alcance de la mano toda la gran saga de Monolith Soft. La segunda y tercera entrega son sello de la híbrida, mientras que una edición definitiva del primero completó la trilogía en el sistema (además de sus pertinentes expansiones). La ‘X’ marcaba el lugar al que acudir después. El cierre de matrícula de honor a una franquicia que ha liderado el JRPG de Nintendo. Xenoblade X era el que falta y por fin lo tenemos entre nosotros.
El camino no ha sido fácil. Ya lo hemos señalado. Ahora lo que nos queda es disfrutar (y celebrar) una puesta al día más que meritoria. Porque Xenoblade Chronicles X: Definitive Edition no se ha contentado con llegar y poner al día ciertos tramos visuales. Lo que nos encontramos en esta edición es una renovación necesaria de muchos trámites que pesaban en el original y que aquí quedan suavizados hasta el extremo. Lejos queda la imagen de remasterización conservadora a la que muchos aludían en su anuncio: nunca habías jugado tan bien al capítulo olvidado de la saga.
La ambición de un enorme JRPG diez años después
Xenoblade X llegó en un contexto en el que debía seguir sosteniendo la estructura de una IP recién estrenada. MMORPG sin MMO, esa era la definición más sencilla de transmitir a los que preguntaban cómo se jugaba a la primera entrega. Las fortalezas están claras: inversión en una historia épica y la navegación por un basto mundo abierto repleto de oportunidades de combate entre misión y misión. Es el combate el que lleva la voz cantante de un juego que puede por naturaleza no contentar a todos los públicos del JRPG. El contacto directo termina decantando la balanza hacia un lado u otro.

El relevo de ese primer paso llegó en forma de Xenoblade Chronicles X, que profundizaba todavía más en ese mundo de enorme proporciones y apostando por elementos en línea que no cuajaron demasiado por aquel entonces. Ante nosotros se nos plantea una misión de empaque: devolver la esperanza a una raza humana sin el apoyo de la Tierra y perdida en un planeta hostil que desconocen. Nueva Los Ángeles se convirtió en nuestro hogar.
Lo decíamos en nuestro análisis original allá por 2015: “Las misiones secundarias y la exploración de Mira son sin estar encuadradas como tal, parte imprescindible para el desarrollo de la aventura. Las misiones principales no dejan de ser el colofón a una gran cantidad de actividades necesarias. Monolith quiere que te sientas parte activa e importante de Nueva Los Ángeles, y eso sucede de manera natural. Nuestros pasos, todos los que damos, juegan un papel importante en el desarrollo del personaje. Generar recursos y dinero para conseguir mejor equipamiento e invertirlo para nuevas y más poderosas armas, subir de nivel para poder controlar mejores Skells, conseguir materiales repartidos entre los mundos o conseguir el drop de materiales de enemigos para poder usarlos en la creación de nuevas armas, de nuevas habilidades para armas o de nuevas mejoras, para cumplir misiones extras que nos dan dinero que sirve para lo anteriormente comentado… y ser parte importante de las brigadas para poder avanzar en la historia, matar jefes y salvar a la humanidad, entre otros menesteres. Todo está entrelazado, y esto es lo que hace a Xenoblade Chronicles X un juego único”.

“Juego único”. Sí, lo es. No hay otro juego igual. Solo los de su igual, y por eso es una franquicia tan celebrada. El éxito de Nintendo Switch ha permitido que una marea de usuarios descubran una marca que brilla con luz propia. Con sus más y sus menos (porque los tiene también), el poso que deja es dulce.
Una Edición Definitiva que hace honor a su nombre
Las novedades de esta edición alcanzan todos los niveles, comenzando por la manera en la que se te introduce. No era fácil entrar en él. La cantidad de mecánicas y sistemas abrumaba. Para comprender lo que hay detrás del telón había que poner bastante de tu lado. Eso ha cambiado radicalmente aquí. La lista de tutoriales, menús renovados y cambios en las guías por el mundo hacen que todo se comprenda de manera mucho más concisa.

Hay modificaciones que pesan mucho más que otros. Lo decíamos durante nuestras impresiones en febrero: que los puntos de división desaparezcan y las divisiones propiamente dichas sea una elección estética son cambios clave. El progreso ahora está de alguna manera unificado con tu personaje independientemente de qué selecciones. La Definitive Edition hace que el título sea más honesto con el tiempo que invierte el jugador. Lo vemos en cambios como la posibilidad de modificar el ciclo horario desde el propio menú, en vez de tener que depender de las estaciones del original. Incluso los miembros del pelotón se pueden cambiar al vuelo.
A la hora de combatir se agradecen pequeños cambios que se introducen a un sistema que ya de por sí era bastante competente. La recarga rápida, por ejemplo, nos permite utilizar una energía acumulada para activar artes que todavía permanecen en pleno periodo de refresco. Hay mejoras sensibles en el sistema de Turbo que se sienten al tacto que están a un nivel diferente de lo mostrado en el original, todo ello aderezado con una parrilla de nuevas armas, habilidades y artes que ensalzan el conjunto. El camino hasta el nivel 99, el nuevo level cap (antes 60), es más diverso.

No podemos hablar en estos momentos de ciertos aspectos del online y del contenido inédito más allá de la aventura original. Lo que sí podemos decir es que cumple, de nuevo, con el título de la edición. En cuanto a lo visual se agradece mucho el salto en modelados y ciertas texturas del mundo. Jugando en modo portátil da la sensación de que estamos ante el Xenoblade más nítido a nivel de resolución casi en la totalidad de la experiencia. Hay algunos ‘peros’ a nivel de rendimiento en los escenarios de la segunda mitad, sobre todo cuando vas montado en el Skell, pero no entorpece en absoluto la experiencia.
Conclusión
Xenoblade Chronicles X: Definitive Edition hace honor a su nombre. Insistimos en esa frase por una sencilla razón: es la realidad. Esta versión sigue la línea de las mejoras que ya recibió en su momento la primera entrega en Nintendo Switch, solo que aquí los cambios a nivel jugable se agradecen y mucho. Es más honesto con el tiempo que invierte el jugador en él, lo que permite que la experiencia fluya de una manera mucho más sólida que antaño. Entre las novedades a nivel de historia y contenido, sumados a la suavidad de los sistemas con los cambios, convierte a esta Definitive Edition en el sello premium de la entrega largo tiempo olvidada de Wii U.
Lo mejor
- Las novedades a nivel de contenido suman (y mucho) en positivo.
- Es más honesto con el tiempo del jugador: muchos de sus sistemas se pueden modificar a golpe de click.
- El nuevo límite de nivel y las funciones añadidas al sistema de combate.
- Los nuevos modelados brillan y hacen que la línea visual de la saga sea más homogénea entre todas las entregas.
Lo peor
- A nivel de rendimiento es irregular por momentos.
- Nos hubiera gustado algún cambio más en las limitaciones de ciertos contenidos.
Este análisis ha sido realizado con un código proporcionado por Nintendo
Muy Bueno
Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.