Warcraft III: The Frozen Throne (PC)

A la espera de la expansión

Si hay una compañía que puede presumir de transformar en oro todo juego que crean, es Blizzard (con el permiso de ID y alguna más). Pese a que en su historial de publicación aparecen relativamente pocos títulos, se ha convertido por méritos propios en uno de los grupos desarrolladores que más revuelo causan cuando anuncian un nuevo título.

Y no es por menos si tenemos en cuenta el cuidado y dedicación que tienen con cada nueva producción, vigilando hasta el último detalle y completando, por norma general, juegos de una gran calidad. Aunque la mayoría de la gente conoce a Blizzard por sus últimos Diablos, Starcrafts y Warcrafts, desde sus inicios la compañía californiana nos ha deleitado con títulos de calidad, jugabilidad y diversión desbordante. Hablo de juegos como The Lost Vikings, una excelente mezcla de plataformas y puzzles, o Black Throne, una espectacular aventura que bebía de las fuentes de Castlevania, Metroid y Flashback.

Pero cuando Blizzard saltó definitivamente a la fama fue en 1994 con la publicación de Warcraft: Orcs and Humans, culpable junto a Dune II de Westwood de la creación y consagración de los llamados ETR (juegos estrategia tiempo real). En Warcraft nos enviaban a Azeroth, un mundo fantástico-medieval donde había una cruenta guerra entre los humanos y la raza de los orcos.

Poco después, salió otro juego que marcó huella, Diablo, donde en la piel de un mago, un guerrero o un arquero teníamos que liberar el pueblo de Trinsic de la amenaza del Señor del Averno, en una mezcla de acción y RPG que fue un rotundo éxito de crítica y público, en especial por el divertidísimo multijugador. En 1996 hizo su aparición Warcraft II, un nuevo capítulo del conflicto que azotaba Azeroth, que confirmó que lo de Blizzard no era casualidad, completando otro gran título. En 1998 publicaron Starcraft, una excelente vuelta de tuerca al sistema de la saga Warcraft; y dos años después, Diablo II hacía correr ríos de tinta de polémica a la vez que se alzaba como un nuevo best-seller de los videojuegos.

Y así, llegamos hasta el pasado verano, momento de la puesta a la venta de Warcraft III, el cual, tal y como suele ser costumbre en Blizzard, no dejó indiferente a nadie, tanto positiva como negativamente. Como en Diablo II, se desató un vendaval de acusaciones a Blizzard de gente que criticaba que WCIII era todo menos lo prometido (una mezcla de ETR y RPG), la falta de innovación o que el salto a las 3D era a peor…

Vendaval de ataques que encontró su oposición en un número aún mayor de alabanzas al juego y a sus creadores, destacando las muchas virtudes que contiene y el buen hacer de Blizzard. Sea como sea, no se puede negar que Warcraft III es un juego de gran calidad, no tan revolucionario como se esperaba, pero sí que aportaba aspectos interesantes. Y ahora, se está preparando para desembarcar en nuestros ordenadores la expansión del tercer capítulo de las guerras por Azeroth, Warcraft III: The Frozen Throne.

Battle.net se hiela

Y en este momento, con una beta de The Frozen Throne en mano, nos disponemos a avanzar algunas de las novedades que traerá consigo ésta ampliación de WCIII. Antes de nada, cabe reseñar que esta beta sólo permite el juego por Battle.net, siendo imposible probar las campañas o jugar contra la máquina en batallas individuales, por lo que gran parte del contenido y características de la expansión no podremos avanzarlas con tanto detalle, al menos hasta que aparezca una versión más completa.

Así pues, y tras la instalación de rigor, nos conectamos raudos y veloces a Battle.net para poder empezar a contemplar los cambios sucedidos en el juego… pero dos bonitos parches de unos 70 megas, de valor sumado, retrasan un buen rato la tan esperada conexión. Aunque seguramente a algunos os parecerá algo exagerada esta cantidad, tengo que recordaros que estamos tratando con una beta de un juego en pleno desarrollo, con lo cual es la mar de normal. Por esta misma razón, es muy posible que algunos datos que salgan en este artículo estén cambiados en relación a la futura versión final, no por error mío, si no por haber sido modificados a posteriori.

Una vez creada una nueva cuenta en el servidor de Battle.net que Blizzard ha habilitado sólo para esta versión de prueba, y sabiendo que la mayoría de cambios palpables del juego están en su interior, me dispuse a empezar a desentrañar las novedades que alberga la beta. Jugando unas pocas partidas, se ven rápidamente varios cambios a nivel global, no en la interfaz o control (que siguen tan prácticos e intuitivos como siempre), si no en características que hacen referencia a las distintas unidades y construcciones. Una de las alteraciones más aplaudidas es un abaratamiento general de los costes de creación de las unidades y edificios.

Esta medida repercutirá en la agilidad de las partidas, al poder tener más libertad a la hora de sacar tropas, ya que no deberemos estar obligados a tener constantemente un ojo en los indicadores de recursos. Aunque para los que consideraban el multijugador de Warcraft III demasiado rápido, mucho me temo que a partir de ahora lo calificarán de frenético, porqué encima de la reducción de costes general, también han disminuido varios tiempos de construcción y entrenamiento.

En busca de la variedad

En un intento de equilibrar (aún más) el juego, en Blizzard han modificado también muchas de los atributos de las unidades, haciéndolas más o menos poderosas o resistentes, o que tengan más o menos reservas de maná o potencia de ataque. También ha sido alterada la capacidad de algunos bichos a usar habilidades, generalmente añadiendo varias de estas a unidades que antes carecían de dicha capacidad, dando una mayor flexibilidad y opciones tácticas al jugador.

Como en el caso de Brood Wars par Starcraft, en Frozen Throne disfrutaremos de la inclusión de nuevas unidades para cada una de las cuatro razas en conflicto. Concretamente serán dos unidades por ejército (una aérea y una terrestre). Para los Humanos, veremos la aparición de los Dragon Hawks, unas rápidas criaturas voladoras montadas por un elfo y del Blood Elf Spellbreaker, un soldado especializado contra la magia. 

En los Orcos, los recién incorporados serán el Spirit Walker, un hechicero tauren, y el Troll Batrider, el cual creo que no necesita explicación ;). Pasando a los Elfos Nocturnos nos encontramos con los Fearie Dragon, un bicho volador inmune a los ataques mágicos y los Mountain Giant, poderosos monstruos en la lucha cuerpo a cuerpo. Por último, en el bando de los No Muertos serán las Obsidian Statue, una especie de golem, y la Black Sphinx, otra unidad anti-mago, las unidades que hagan su debut.

Pese a esta avalancha de nuevas tropas, en Blizzard no se han olvidado que los verdaderos protagonistas de Warcraft III eran y son los héroes, guerreros con un potencial y habilidades muy superiores al resto de combatientes normales. Así pues, en esta expansión han incluido un héroe nuevo en cada raza, además de la figura del héroe neutral.

En los primeros, podremos encontrar un nuevo y poderoso hechicero para los Humanos, capaz de invocar el flamígero Fénix; el llamado Warden, especialista en ataques furtivos será el héroe de los Elfos Nocturnos; para los Orcos habrá una especie de Shamán, capaz de varios encantamientos y maldiciones; y finalmente, los No Muertos tendrán en sus filas el Crypt Lord, un poderoso guerrero con conocimientos mágicos. Del segundo, por otro lado, podremos conseguir sus servicios en las tabernas que encontraremos por el mapeado, lo que nos dará (nuevamente) una mayor flexibilidad y capacidad de sorprender al rival.

Antes hemos comentado que varias unidades ganarán la posibilidad de usar distintas habilidades extra que antes eran incapaces de poner en práctica. Pero esta nueva remesa de poderes no se quedará únicamente ahí, gracias a la inclusión de un edificio común para todas las razas, el mercado.

En él, podremos adquirir todo tipo de objetos para nuestros héroes, pudiendo personalizarlos a nuestro gusto modificando sus características y habilidades con ellos, llegando a ser el resultado muy distinto al personaje original. Con esto se consigue potenciar un poco más el elemento de rol de Warcraft III, ya que permite desarrollar a nuestro personaje a nuestro criterio, amén de hacer las partidas multijugador algo más dinámicas e imprevisibles, dado que no sabemos con qué te saldrá el rival. Una medida de la cual se podrá sacar mucho jugo.

Mejor solo que mal acompañado

Pese a que el apartado multijugador por Battle.net es la única modalidad disponible en esta versión beta de Warcraft III: The Frozen Throne, en la versión final esto no será más que una pieza del puzzle que forma este nuevo trabajo de Blizzard. Siguiendo los pasos del tremendo éxito y acierto que supuso la manera de enfocar Brood War de Starcraft, en Blizzard tienen la esperanza de repetir el mismo fenómeno con Frozen Throne.

Para ello, no han escatimado esfuerzos y se han puesto de lleno en la preparación de cuatro campañas totalmente nuevas, enlazadas del mismo modo que en Brood Wars o Warcraft III, donde el final de una tiene su continuación en la siguiente campaña, dando una continuidad y una motivación a seguir hasta el final para poder desvelar por completo el arco argumental. En estas campañas, podremos observar completa y gradualmente todas las novedades que incluye la expansión, así como descubrir el destino ¿final? de la batalla de los cinco ejércitos (con el permiso de Tolkien ;-))

Además, habrá una serie de mapas y escenarios credos para la ocasión, que pasarán a engrosar la lista que ya había disponible en el original, donde podremos entablar combate contra la máquina o simplemente darnos de tortas con algún que otro amigo en varias modalidades de juego distintas, algunas de ellas nuevas, ya sea por el citado servidor de Blizzard, Battle.net, ya sea por red local o conexión TCP/IP.

Eso sin olvidar el excelente editor de Warcraft III, que con las nuevas posibilidades de la expansión, alargará más la vida del juego. Y mencionando Battle.net, con esta ampliación se han modificado varios aspectos del servidor de la compañía californiana, añadiendo nuevas opciones de gestión de clanes, nuevos modos de búsqueda de partidas rápidas y algún que otro retoque que facilita poder jugar de manera amena.

Acabando que es gerundio

El cóctel que prepara Blizzard con The Frozen Throne tiene unos ingredientes variados y el plato final promete ser de muy buena degustación. Como hemos comentado antes, Frozen Throne intenta convertirse en el Brood Wars de Warcraft III, o lo que es lo mismo, una expansión que añade tantos cambios y novedades, que revoluciona y mejora al original como pocas veces se ve en este tipo (y en otros) de juego.

Y es que en contadas ocasiones se pueden disfrutar de ampliaciones casi tan extensas y que ofrezcan la misma (o más) diversión que el original, pero parece ser que en Blizzard saben mucho de esto… Es el caso de la expansión de Starcraft, y en menor medida de la de Diablo II, y en Blizzard quieren que también sea el caso de Frozen Throne. Si lo consiguen o no, se verá a finales de verano, pero hasta el momento todo parece indicar que el resultado será bastante positivo.

Eso sí, aunque esta expansión añada y cambie varios aspectos del juego, todo aquel que aborreció a Warcraft III no parece que vayan a tener a priori nuevas razones para darle una segunda oportunidad… aunque todo se verá ;-). Mientras, los seguidores de la saga fantástico-medieval de Blizzard ya pueden empezar a tachar los días que faltan hasta agosto, momento en que está prevista la continuación de la contienda por la tierra de Azeroth y demás regiones colindantes, con la publicación de Frozen Throne. A esperar toca ;-)