Pasajeros, al tren...

Después de una interesante primera entrega hace ahora un par de años, Aurum vuelve a sorprendernos con un espíritu innovador que tantas veces reclamamos en los videojuegos. ¿Quién está preparado para conducir un tren de docenas de toneladas y construir su propio imperio ferroviario?

Trenes. Sí, adivinaste. Un simulador de trenes. Creo que hay dos o tres posibles razones que justifiquen el hecho de que hayas ejecutado el par de clicks necesarios para llegar a este análisis: eres un seguidor de la serie (esta es su tercera entrega, mira por donde), la curiosidad es tan grande que no has podido evitar entrar a ver qué era o bien, es posible, que te hayas equivocado. En cualquiera de los casos, procuraré explicaros mi extraña experiencia a los mandos de una locomotora de decenas de toneladas en pocas páginas.

A lo largo de mi dilatada experiencia como jugador han pasado por mis manos cientos de juegos de todo tipo. E incluso si acotamos al género de la simulación, puedo deciros que he pilotado aviones, barcos, submarinos, coches de todo tipo, motos de tierra y de agua, helicópteros de combate, cohetes espaciales, naves… incluso caballos y camellos. Pero nunca se me había puesto a manejar un tren.

Y entiendo que, a pesar de la creciente comunidad de fans que goza este título (aunque tú, incrédulo lector, no termines de asimilarlo) el juego no fuese el más solicitado de la lista de PC en MeriStation. ¿Cómo llevas el tema de la simulación de trenes? - me preguntó Elena (jefa) en uno de los mails de hace algunos días. 'Comprendo', contesté. Y sin demasiado ánimo por mi parte me dispuse, una vez más, a enfrentarme con lo desconocido.

Y a pesar de lo épica que resulta esta última frase, la realidad es que descubrí en TRS 2004 un juego de auténtico culto, una comunidad que si bien no es extraordinariamente numerosa, sí es extraordinariamente fiel y dedicada y, por encima de todo, descubrí la piedra angular en cuanto a simulaciones de trenes se refiere, una experiencia de simulación integral y auténtica.

Antecedentes y objetivos

Y me permitiré un par más de licencias si trato de explicaros de antemano el por qué llamo a TRS una experiencia integral de simulación, distinta a los acostumbrados juegos 'simuladores' de carreras de coches, motos o similares. La diferencia radica en algo muy básico: Trainz Railroad Simulator persigue que nos divirtamos con el simple hecho de conducir trenes. No ganando carreras o matando enemigos: conduciendo, creando escenarios y nada más.

Jugabilidad

Para ello, los chicos de Auran han dividido el juego el juego en dos apartados claramente diferenciados y que, por si solos, podrían representar dos juegos por separado. Uno es el modo 'maquinista', que engloba todo lo relevante en cuanto a la conducción y administración propiamente dicha de la red ferroviaria. El otro es el modo 'Ingeniero', que recoge las potentes herramientas de edición para construir nuestro propia mapa, máquina o red.

En cualquier caso, olvidaos de un modo 'campaña' o de un modo versus. Ni tan siquiera se ha incluido un modo de juego online (y me refiero online como a algo más que al mero hecho de compartir datos) entre varios jugadores, cada uno administrando sus propios trenes y, en definitiva, interactuando. Honestamente me esperaba algo de este estilo, aunque por lo visto deberemos esperar a futuras ediciones.

El modo maquinista

Aunque se publicita desde Auran como 'mucho más que una mera simulación', en realidad es una verdadera simulación, desde el punto de vista más estricto, de las situaciones posibles que se pueden dar a los mandos de una locomotora o desde el punto de vista administrativo de una red ferroviaria. No es difícil decir que TRS es el mejor simulador de trenes jamás creado, pero a pesar de que parte de esa afirmación se debe a su nula competencia, no es menos cierto que hay méritos suficientes como para que no suene a chiste.

Desde el modo maquinista hay muchas cosas por hacer. La más 'normal' puede considerarse la visión del modo cabina, que a su vez se divide en 'sencillo' o  'menos sencillo'. Este modo consiste en colocarse 'en primera persona' al mando de un tren, ya sea del tipo que sea, y poder maniobrarlo a nuestro antojo, siempre dentro de las posibilidades que nos concede el estar atados a una vía.

El método más sencillo de control se hace básicamente a través del DCC, que corresponde a las siglas Digital Control Command (comando de control digital), reproducción perfecta de los DCC reales de la actualidad. Girando un mando especial podemos aumentar la velocidad o disminuirla, fijarla en un determinado punto e incluso invertir el sentido de la marcha.

Por supuesto tenemos teclas para los frenos, el freno de mano, ponerse al ralentí o accionar el dispositivo sonoro de alerta (la sirena, vamos). Pero esta experiencia, que es genial para iniciarnos en TRS se queda muy corta y limitada en cuanto ganamos experiencia; en ese momento se hace imprescindible el paso a la cabina real de una locomotora diesel, eléctrica o incluso las grandes locomotoras de vapor.

La conducción de estas máquinas está lejos de ser sencilla. Hay montones de palancas y hay que saber el estado de presión de los frenos e incluso distinguir el color del fuego para saber si hace falta más carbón o por el contrario debemos esperar a la incandescencia para alcanzar la presión de vapor necesaria para poner en marcha las decenas de toneladas de metal que componen nuestro vehículo.

Por supuesto que el verdadero reto consiste en dominar la locomotora de vapor, por la gran cantidad de variables que componen su funcionamiento. El agua y el carbón, los dos elementos básicos para su funcionamiento, no son infinitos y deberemos convertirnos en hábiles fogoneros si no queremos estar realizando continuas paradas a 'boxes', es decir, a los centros de reaprovisionamiento.

Más que conducir

Pero el modo maquinista exige algo más que la simple conducción de los trenes de un lado a otro. Exige el accionamiento de los desvíos (los cambios de agujas), exige respetar los límites de velocidad en todos los tramos (cosa que veremos siempre en pantalla justo por debajo de nuestra velocidad actual), tener en cuenta los semáforos, llevar mercancías de un lado para otro, desenganchar y enganchar vagones…

Y por supuesto están las hojas de ruta, siguiendo el nuevo perfil de industria interactiva (y automática) implementado en TRS. Si hay que llevar carbón de una estación a otra, aparecerá en nuestra 'hoja de ruta' la tarea a realizar, siendo estas los prototipo de misiones que incorpora el juego (aunque no es exactamente así, se entiende mejor de esta forma).

Y a esto se reduce básicamente el primer módulo de simulación que incorpora TRS 2004. No hay excesivas locomotoras y puede parecer bastante limitado para la mayoría de jugadores 'casuales', que busquen encender el ordenador para echar una partida a su juego favorito. Como dije antes, el juego requiere paciencia y mucha atención y, por qué no, pasión por el tema.

El modo ingeniero

Pero estar a los mandos de estas potentes máquinas de tracción es apenas la mitad de lo que el juego ofrece. El corazón de TRS 2004, lo que de verdad alienta a la pequeña pero sólida comunidad online de jugadores es la posibilidad de jugar al módulo de ingeniero: construir a nuestro antojo, jugar a ser los Dioses del Olimpo ferroviario, siendo un poco grandilocuentes. Sólo apto para mentes creativas, no obstante.

Y es que cuando me enfrento a un juego de este tipo, me es muy difícil olvidar que en realidad yo no nací para esto. Me considero relativamente bueno jugando, copiando… pero no creando. Lo máximo a lo que he llegado es a hacer una ciudad en el primer SimCity. Por lo tanto, procuro distanciarme para coger una mejor perspectiva y creo que, objetivamente, el editor que incluye el juego es muy, muy completo.

En primer lugar, no obstante, me gustaría poner un 'pero'. Consume tantos recursos del ordenador como queramos. Ignoro si es por falta de optimización o debido a que realmente maneja tantísimos elementos a la vez que cualquier configuración quedaría corta, si agregamos los suficientes detalles a nuestro tablero de juego.

Y es que prácticamente todo es posible. Desde crear elementos topográficos (montañas, valles, etc.), pendientes, giros, cruces, cambios de via, industrias, colocar infinidad de objetos diferentes, manejar hojas de ruta, añadir nombres a las empresas, a los trenes, a las localizaciones, modificar el trazado ferroviario, muelles de carga, minas de carbón, vías muertas…

Y por supuesto todos los elementos que parecen de atrezzo pero que en realidad no lo son: semáforos, cruces, todo tipo de señales de limitación de velocidad, puentes y túneles… y por supuesto tanto las locomotoras de las compañías más conocidas de vapor o diesel y eléctricas, como los vagones de enganche de todo tipo, asignar maquinistas y tipo de inteligencia artificial…

Gráficos y Sonido

Juzgar TRS 2004 estrictamente por su nivel gráfico sería terriblemente injusto. Dado que su jugabilidad se puede dividir prácticamente al 50% entre su vertiente simuladora y la otra, más de estrategia/construcción, la importancia de los gráficos puede ser determinante bajo el prisma de unos jugones o meramente anecdótico bajo el punto de vista de otros.

Lo que sí es cierto es que el motor que mueve esta versión no es sino una actualización del que ya movía la entrega de hace un par de años. Actualización significa, a efectos prácticos, que si bien es cierto que el juego luce bastante bien en los pantallazos, consume requisitos a cantidades industriales, tantos como seamos capaces de proporcionarle.

El modo de simulación estrictamente dicho, con todos los filtros activados, hacía petardear mi Geforce 4, y desgraciadamente no he estado a tiempo de comprobar su rendimiento con la 9800PRO que tengo pendiente de instalar. Otro cantar es el modo de ingeniería, que puede consumir tantos recursos del sistema como elementos dispongamos en el mapa: infinitos.

Sin embargo, ajustando las resoluciones y filtros a niveles aceptables, el juego luce bastante bien. Tanto las texturas como los elementos poligonales mostrados en pantalla durante las vistas de primera o tercera persona, cuando nos dedicamos a observar nuestros trenes en perspectiva lateral, están realizados de forma muy sólida y se nota el gran trabajo empleado en el diseño de las máquinas.

Y hay una determinada cantidad de detalles donde se nota ese mimo que los grafistas han empleado en el juego; y no me refiero necesariamente sólo a la calidad de esos detalles, sino precisamente también a la cantidad dispuesta al mismo tiempo. Ver evolucionar nuestra locomotora de vapor mientras los postes de teléfono recorren la longitud de la vía da la impresión de estar viviendo verdaderamente una película de época.

El interior de las cabinas no deja tampoco lugar a dudas: estamos dentro de un tren. El nivel de realismo es brutal, no hay prácticamente nada dejado al azar. Las palancas tienen esa sensación de óxido clásico y el carbón parece oler a carbón. La vista de pájaro, sin embargo, es mucho más sencilla y esquemática. Pero basta para distinguir de un solo vistazo hacia dónde se dirigen nuestros trenes.

Me sorprendió positivamente el modo de ingeniería, donde es posible incluso texturizar los elementos que vamos a ver en pantalla, aparte de la posibilidad que tenemos de importar diseños creados con otros programas. Todas las máquinas, estaciones y fábricas son, con sus más y sus menos, como deberían ser, con la excepción de que además en esta nueva versión están animadas.

En cuanto al apartado sonoro del juego, las cosas no van por el mismo nivel. Hay poca variedad y poca calidad tanto en las voces que escuchamos de nuestros colegas como en cualquier sintonía que pueda acompañar el juego. Sorprende, además, que no importa la parte del globo en que nos encontremos: todo el mundo habla en inglés pase lo que pase.

Y pasa que además el tutorial también está hablado en el idioma de Shakespeare, y por más que tanto el manual como los textos en pantalla de los diálogos y menús sí que están efectivamente en castellano, se echa de menos que Auran no haya apostado por una mejor localización del juego, viendo como crece progresivamente la comunidad de aficionados al género del simulador y de los trenes en particular.

Manual y presentación

El juego viene en dos CD dentro de una caja de formato DVD estándar, siendo imprescindible mantener uno de ellos en el lector para jugar al juego. Cada caja viene con su propia clave individual que nos permite tener acceso a la comunidad virtual de jugadores y descargarnos cualquier contenido adicional creado por los aficionados a TRS 2004. El manual consta de 65 páginas en blanco y negro en perfecto castellano. La durabilidad del juego, dado su planteamiento, va de unas siete horas al infinito.