The Elder Scrolls V: Skyrim - Dragonborn
- PlataformaPC3608PS3
- GéneroAcción, RPG
- DesarrolladorBethesda Softworks
- Lanzamiento04/12/2012 (360)01/02/2013 (PC)27/02/2013 (PS3)
- TextoEspañol
- VocesEspañol
The Elder Scrolls V: Skyrim - Dragonborn
Los Sangre de Dragon nunca coinciden en una misma era, al igual que no suelen conseguir un dominio tan pleno de los dragones como para sobrevolar Tamriel a sus lomos. Dragonborn es el DLC que silencia estas leyendas, una vasta ampliación de TES V: Skyrim que va a hacer del gran RPG de Bethesda uno de los más jugados todavía.
Aunque PlayStation 3 sigue lamentablemente sin los DLCs de The Elder Scrolls V: Skyrim -y sin noticias claras de cuándo aparecerán aunque ayer se confirmaba que llegarán-, Bethesda no cesa su ritmo de trabajo sobre Xbox 360 y sigue esforzándose en hacer del gran título del año pasado la experiencia más vasta y rica que se pueda concebir en términos de rol fantástico-medieval en videojuegos. Dragonborn es el nuevo contenido adicional, una ampliación cuantiosa que añade tierras, objetos, misiones, NPCs, gritos, jefes y, lo más importante, mayores capacidades de dominio sobre las criaturas escamosas hasta tal punto que se podrá cumplir por fin uno de los sueños que generaba este producto desde que se dio a conocer: volar montado en dragón. Por 1.600 Puntos Microsoft (20 euros), la consola de Gates recibe hoy en exclusiva temporal -hasta que llegue probablemente en enero a PC- esta expansión, la mayor de todas hasta la fecha.
Regreso a Morrowind
Dragonborn dispone la mayoría de su contenido en la isla de Solstheim, ya conocida por quienes disfrutaron The Elder Scrolls III y su expansión Bloodmoon, localizada al noroeste de Vvardenfell. Se puede acceder a este abanico de misiones y trama central extra en cualquier momento tras instalar el complemento si se viaja hasta el muelle de Ventalia y se localiza a Gjalund Sabio de la Sal, un capitán de los mares que puede acercar a nuestro Dovahkiin hasta la nueva isla por una pequeña suma. La misión principal de Dragonborn empezará poco después de haber comenzado la misión del juego principal “Cuerno de Jurgen Llamador del Viento”, tras consultar con los Barbas Grises por primera vez, es decir, a la segunda hora de juego aproximadamente. Tras empezar esta quest, no se tarda en encontrar a un grupo de sectarios al recorrer el mapa del mundo de Skyrim, los cuales ya hablan de la misión de Dragonborn. De esta forma, este capítulo se vuelve a unir de manera muy natural al transcurso de Skyrim, aunque es todavía más accesible que otros, pues se puede acceder a su contenido desde muy pronto.
Las tierras del desierto acogen el grueso de esta subtrama que lleva hasta el Sacerdote Dragón, otro Sangre de Dragón que busca gracias a su poder e influencia adueñarse de la isla que una vez le perteneció, aproximadamente una décima parte del mapa de Skyrim en tamaño, lo que la hace importante. Solo nuestro Dovahkiin, como elegido equiparado, puede poner freno a esta nueva amenaza avariciosa. Los Dunmer siguen siendo la principal fuerza de la zona, con una tímida presencia de Imperiales, solo en campamentos como la Roca del Cuervo y algunas aldeas perdidas en el desierto o las montañas nevadas del norte. Gran parte del atractivo de los terrenos que añade este DLC es precisamente la variedad ambiental que ofrece, recogiendo bosques, cuevas, desiertos arduos y montañas nevadas, todo ello con un claro componente nostálgico para quienes jugaron TES III: Morrowind, haciendo en parte de remake de ciertos parajes, incluido Apocrypha y otras sorpresas. Más de 7 horas para acabar el hilo central.
Las nuevas tierras para Dovahkiin abren también todo un elenco de armas, libros, armaduras, enemigos, casas de gremio y objetos extraños. Para empezar, se han introducido las lanzas como arma blanca, bastante potentes y rápidas pero que ocupan las dos manos. Están una vez más bien equilibradas, haciéndonos pensar bien si las preferimos a otras pesadas como las mazas de guerra y demás arsenal de bárbaro. Aparecen también nuevas armaduras, características de las áridas tierras, como la Bonemold, la armadura de las grandes casas nobles de Morrowind, o la armadura de placas Chitin. También las túnicas procedentes de Telvanni o Miraak. Lo malo de todas éstas es que quizá están demasiado involucradas con esta zona, y sacarlas de las tierras del DLC hasta el Skyrim original las hará bastante inútiles, pues tienen atributos de utilidad muy local, no poderosas contra cualquier criatura, no versátiles. Lo mismo ocurre con otros objetos de inventario.
La nueva forma de los dragones
También los enemigos y fauna son más propios de la zona, marcando bastante las diferencias respecto a lo visto en Skyrim. Dragonborn casi parece una nueva entrega de la serie TES o una revisión de Morrowind. Retornan los resistentes Lurkers, o los Netchs, esa especie de medusas flotantes, así como los peligrosos Rieklings, algunos de ellos montados y generando el suficiente temor con su velocidad y fuerza. Pero, claro está, si algo tenía que imponerse en todo esto de los enemigos, ésos eran los nuevos tipos de dragón, que pese a no ser demasiados y no tener tanta presencia como en la trama del título central, ahora son más cercanos y acaban incluso por ser domesticables y enseñarnos nuevos gritos, tanto que llegan a luchar a nuestro lado, dejarnos controlar una armadura con su apariencia o acogernos como jinetes y permitir al personaje desplazarse volando sobre sus lomos.
Había mucha expectación con esta nueva forma de transporte, se habló incluso de que podrían incluirse batallas aéreas o una buena base de comandos para dirigir al escamoso, escupir fuego, hacer tirabuzones... Nada de eso, Bethesda no ha querido/no ha podido dar demasiado juego con las monturas en dragón, quedándose en algo que aunque nos deja momentos mágicos y movernos libremente llegando rápido hasta donde queramos dejando a nuestros pies las vastas tierras de Skyrim, se ejecuta de manera bastante previsible y automatizada, sin demasiada elección de altura, ataques o velocidad. Es decir, Dragonborn ofrece en este sentido lo que cabría esperar, pero que nadie sueñe con disparar con arco desde encima de un dragón o tener que arrancar a mordiscos las alas a otro, o utipías así, en gran parte limitadas por la tecnología de los sistemas actuales y cómo desdibujarían todo en un sistema de control y exposición como el de Skyrim. Y, por supuesto, no podremos acceder a todas estas opciones desde un primner momento. Lograr cabalgar requiere mucha experiencia y relaciones con los colosales animales, exige bastantes horas de desarrollo.
Eso sí, hay sorpresas, sobre todo relacionadas con el coprotagonismo del Sacerdote Dragón y sus capacidades dracónicas también, que llegan a poner en pantalla momentazos en relación a las aladas criaturas, aunque haya que recorrerse toda la campaña del DLC para contemplarlo. Una vez más en RPGs, las misiones centrales presentan la mayor variedad y escenas más épicas o mejor preparadas para la espectacularidad y el juego intenso. La inserción de misiones secundarias salpicando el hilo principal está una vez más muy bien trabajada, aunque tras todo el juego y el anterior gran complemento descargable, Dawnguard, lo cierto es que empieza a notarse reiteración en los objetivos, obviamente. Se aumentan los niveles disponibles, incluso se abrirá una nueva misión, Guerrero de Ébano, con Nv. 81 o superior.
Apertura de horizonte
La inmensidad del desierto y sus pocos elementos hacen que la experiencia de juego en relación Skyrim y Dawnguard cambien en gran medida. Para empezar en Dragonborn es más tangible la lucha entre razas en estas desoladas tierras así como la intención de todas las casas de gremio de hacerse con nuestra membresía, ofreciéndosenos valiosos obsequios por entrar a participar en las misiones que este descargable dispone para los gremios. Por ejemplo, unirse a la hermandad Telvanni nos asegura un hogar propio dentro de una de las setas gigantescas características de la región, difícil resistirse. El desierto y las llanuras de Morrowind con poca vegetación y algún que otro lago o desfiladero hacen los encuentros con dragones y criaturas de gran tamaño o voladoras mucho más evidentes, siendo más difícil esconderse entre arboledas y otras tácticas de las que se puede tirar para evitar estas temibles batallas. Aquí todo es más extremo, más peligroso. Y eso es un acierto, envalentonará al jugador que ya haya dedicado muchas horas a Skyrim.
Como habitualmente, hay un montón de libros -incluidos los nuevos Libros Negros- con hechizos y técnicas que aprender, así como pergaminos de un solo uso o runas de aprendizaje. El desequilibrio sigue estando presente, con nuevas técnicas muy poderosas -como el pequeño tornado que se puede invocar- y otras menores -robo de maná o más agilidad al saltar-. Buscar los atributos más potentes es fundamental, y solo las tareas secundarias nos facilitarán el acceso a todos ellos, también una buena experiencia como ladrón para poder abrir sin demasiados problemas las vitrinas más protegidas y las guaridas secretas. Se recogerán por el camino muchos objetos bastante locales, propios de Morrowind e inexistentes en Skyrim.
Visualmente Dragonborn mantiene los estándares de Skyrim, lógicamente, aunque es cierto que la isla de Solstheim muestra unas llanuras tan vastas, que se ha buscado que condiciones climáticas como la niebla o la peor visibilidad de la noche no estropeen el resultado. Sigue siendo impactante mirar a lo lejos, ahora con algunos páramos muy poco poblados y sin demasiado poligonado en relieve de árboles o rocas. Algunas partes pueden parecer más descuidadas en su diseño, pero esto se debe a su aridez, es una tierra poco agraciada. En cambio, los interiores, los juegos de luces en las grandes setas, los diseños ruinosos de los templos o los reflejos en el agua siguen siendo impresionantes, ha sido una buena labor de remake y se beneficia de la tecnología actual, dejando muy atrás, obviamente, al Morrowind original.
Muy Bueno
Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.