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The Callisto Protocol

The Callisto Protocol

Análisis

The Callisto Protocol, análisis. Más acción que terror

Analizamos The Callisto Protocol, el primer trabajo de Striking Distancia Studios con sello Krafton. Te contamos qué nos ha parecido el survival horror.

Casi dos años nos separan desde la presentación en sociedad de The Callisto Protocol. The Game Awards 2020 fue el escenario elegido para todo un veterano de la talla de Glen Schofield. El estadounidense, conocido por el gran público como la mente tras Dead Space, se aliaba con Krafton para publicar su propia forma del terror. Sobre el papel parecía el escenario ideal: ciencia ficción, un misterio alrededor de una prisión en una luna de Júpiter y libertad para poder tejer su propia historia repleta de influencias sobre otros medios.

Lamentablemente, una vez los créditos corren la sensación que queda es amarga. Echamos la mente a volar sobre lo que podría ser y no fue. No estamos ante un fracaso total, ni mucho menos, pero sí encontramos demasiados problemas de ejecución que lo alejan de alcanzar una posición más alta.

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Hierro Negro: el pasillo de Jacob

The Callisto Protocol busca abrazar el concepto de survival horror en su máxima expresión. Una vez a los mandos de Jacob Lee, el atormentado protagonista de la aventura, el título transmite al jugador que somos una mota de polvo en la jungla de acero en la que se convierte la prisión de Hierro Negro. Por cuestiones que no desvelaremos, nos vemos en medio de una guerra abierta donde los Biófagos, monstruos humanoides de toda corte, campan a sus anchas dispuestos a arrasar con aquellos que todavía mantienen la cordura.

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Los ingredientes están en su sitio: una estructura jugable donde el jugador es frágil frente a los envites enemigos, exploración como requisito para poder pertrecharnos, un inventario ajustado y mejoras conforme la aventura progresa. Todo ello con los elementos propios del terror, donde aparentemente en cada esquina podemos encontrar la muerte. La ejecución, en cambio, no funciona tan bien como esperábamos.

Pasan dos, tres y cuatro horas. En ese tramo inicial te mantienes a la espera del momento en el que The Callisto Protocol por fin explote, se libere de las cadenas narrativas que guían al jugador en estos primeros compases. Nunca llega ese momento. La estructura del juego se derrumba como un castillo de naipes por culpa de una base frágil, más cercana a la aventura de acción desenfadada que a un survival horror de los de toda la vida.

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El viaje de Jacob por Hierro Negro es un camino lineal, repleto de secuencias y tramos contextuales que limitan la posibilidad de ir atrás. No hay backtracking ni niveles complejos: es un pasillo en línea recta donde a veces, y solo a veces, hay una habitación de aspecto genérico en el que se encuentra un cofre con munición y algún objeto de valor. Todo ello repleto de transiciones tales como reptar por un conducto de ventilación, ir por debajo de un salón derruido o por el filo de un pasillo que no pasa por sus mejores momentos. ¿Limitaciones técnicas derivadas de su naturaleza intergeneracional? Probablemente; solo aportan si buscan camuflar cargas. De cara al jugador rompen el ritmo. Y resalta la ausencia de puzles: cambiar un fusible de un punto a otro no cuenta.

Cambio de rasante

Setpiece tras setpiece, la cadena no se detiene hasta el final. Una vez descubierta la estructura que sigue, nos agarrábamos al menos a la dificultad. Desde el principio no dudamos: seleccionamos Máxima Seguridad, el mayor nivel de desafío que propone de lanzamiento. Funciona durante casi la mitad de la aventura. El inventario es reducido cuando Jacob porta el traje de prisionero; decidir si priorizar munición o una jeringuilla de salud era una constante en esa franja. El problema es que el progreso no sigue un curso natural. Llegado a un punto antes de alcanzar el ecuador se te concede el traje que podemos ver la portada oficial. De repente se dobla el número de huecos libres en el inventario y recibimos un impulso en la barra de vida.

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Esta decisión marca el transcurso del viaje de Jacob. Si hasta el momento nos habíamos encontrado un enfrentamiento comedido, lo que ocurre a partir de ese momento es el equivalente a cambiar prácticamente de género. La acción se multiplica hasta el punto en el que lo único que lo separa del Third Person Shooter puro es el énfasis que hace en el combate cuerpo a cuerpo. Incluso se introducen varias secciones de sigilo que se sienten fuera de lugar por ejecución. Esos momentos son protagonizados por los Ciegos, un tipo de Biófago que se guía por los sonidos. Su primera aparición es interesante: salen de las paredes por sorpresa alertados por tus pasos, pero quince minutos después llegamos a una sala donde se agolpan más de una docena de ellos. Sus rutinas les hacían chocar entre sí. Podías ejecutarlos al lado de otros compañeros vivos y no se alertaban. Es el último momento donde debes mantener un perfil bajo… por suerte.

Hay varias pequeñas decisiones que permiten aliviar la experiencia en la máxima dificultad. En varias secciones desbloqueamos nuevas armas que comprar en las tiendas distribuidas por la prisión. Su aparición no despierta la necesidad de ampliar el arsenal. El juego por motivos argumentales nos concede dos armas: una pistola desde casi el comienzo y una escopeta cuando llegamos a la sección de acción. Ambas son suficientes para poder completar el juego. De hecho, al añadir una nueva arma al inventario comenzarás a ver que su tipo de munición aparece por el escenario. No vas llenando el inventario con municiones de armas que podrías desbloquear, sino que el juego te va proporcionando lo que necesitas cuando dispones de esas herramientas.

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Muchos jugadores veteranos de Dead Space conocerán que la cortadora de plasma, la herramienta que complementa el brazo de Isaac desde el inicio, es el arma más efectiva de la aventura. Tanto es así que el resto de las armas no son necesarias para completarlo. En The Callisto Protocol estamos ante una situación similar. Una vez mejores la pistola y logres desbloquear el primer impulso de daño de la porra eléctrica, estás listo para completarlo en la máxima dificultad. Y es una pena encontrar esta falta de equilibrio, porque precisamente el combate es uno de los elementos que brillan.

En el espacio…

Si hablamos de Dead Space en la manera de afrontar el equilibrio, también debemos decir que el combate de The Callisto Protocol es su evolución. Lo es por despojar al armamento la responsabilidad de ser el principal elemento ofensivo. Aquí es una herramienta disuasoria pensada para romper los combos del rival. La porra eléctrica es la que nos permite dar el paso al ataque mientras esquivamos con el stick de dirección de manera intuitiva. Cuando el enemigo nos bloquee o se zafe de nuestro movimiento, la pistola o la escopeta a tu alcance crea una ventana defensiva de recuperación. Lo cual es una contradicción con lo que propone al final.

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Y no solo eso: desmembrar es clave. Si nos ataca un Biófago estándar, por ejemplo, al cercenarle el brazo izquierdo le romperemos la posibilidad de bloquear. Por otro lado, esperábamos más del GAR, el dispositivo que te permite agarrar enemigos y objetos para lanzarlos por los aires. Su efectividad está supeditada a los pinchos o aspas de ventilador que el estudio distribuye en las estancias de combate. No hay una búsqueda orgánica de elementos peligrosos con los que crear sinergias. Todo está mascado y no se altera el concepto.

Pero no todas las mecánicas del combate suman en positivo. Las mutaciones, por ejemplo, simplifican demasiado los encuentros. Llegado a cierto nivel desbloquearemos que los enemigos puedan comenzar su transición al sufrir suficiente daño. Si les disparamos una sola bala sobre los tentáculos de su pecho morirán al instante. Se rompe la magia que habían creado al principio: ni somos tan frágiles ni los enemigos son tan duros. Hablando de ellos, los arquetipos únicos de Biófago son escasos: esperábamos mayor variedad. Incluso de jefes, dos en todo el juego.

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Completarlo nos llevó cerca de 14 horas, y lo cierto es que llega a algunos tramos del final se hace demasiado bola. Se repiten algunos encuentros que no sabe medir. Llegado a la recta final la dificultad consiste en bucles de enemigos, algunos incluso que pueden provocarte la muerte por un solo golpe. Es un tipo de falso desafío que cuando aparece, molesta. Es desconcertante porque en la misma aventura encontramos momentos donde está equilibrado, otros muy sencillos y finalmente donde aparecen estos obstáculos. No es homogéneo.

Espectacular en lo visual; flojo en lo argumental

No queremos incidir demasiado a nivel argumental por temor a revelar situaciones importantes. Lo que sí podemos decir es que nos decepciona el resultado. Los misterios de la prisión desembocan en los tópicos más utilizados en el género. Lo que más nos molesta son las trampas narrativas que utiliza como recurso para sorprender. Se juegan con algunos elementos que terminan en nada, y otros desaparecen o cambian de sentido de repente sin previo aviso. Incluso la relación de Jacob con el resto de los personajes humanos transcurre de una manera poco realista. Se crean amistades de la nada con rostros que pedían tu cabellera hace escasos minutos.

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Debemos hacer especial mención al apartado audiovisual. Espectacular. El tratamiento del sonido ambiente con cascos alcanza un enorme nivel. Realmente sabe transmitir más allá de lo que ven tus ojos. Nuestro análisis se ha realizado en base a la versión de Xbox Series X en un panel con tecnología VRR. Cuenta con dos modos de visualización: el primero, el básico, capa el framerate a 30 frames por segundo y activa la iluminación por trazado de rayos.

El juego de luces es muy bueno. La manera en la que inciden sobre los modelados aporta profundidad a la escena. Si te detienes a mirar a Jacob, su rostro respira humanidad. Desde los ojos hasta el brillo del sudor cayendo por su nuca. Es muy bueno. El segundo modo, llamado rendimiento, convierte su aspecto en algo más terrenal. Pocas bajadas de framerate podemos percibir respecto a su tasa objetivo, 60 fps. Tanto voces como textos se encuentran en perfecto castellano.

Conclusión

The Callisto Protocol tiene mimbres para haber sido un survival horror de alto estándar, pero encontramos demasiados problemas de ejecución que terminan arrastrando la experiencia. Al final nos encontramos con una aventura de acción con el terror de fondo que sabe evolucionar la fórmula del combate de Dead Space, pero no su parte más Survival Horror. Frustra pensar lo que podría ser y no fue. La prisión de Hierro Negro se ve espectacular en la versión para consolas de nueva generación. Lamentablemente su diseño de niveles no acompaña, es demasiado lineal. Cuando es comedido, sobre todo en el primer tercio, parece que va a explotar a un título del género profundo y de calidad, pero deriva hacia un título de acción que extiende demasiado situaciones de combate que se repiten en exceso.

Lo mejor

  • Excelente nivel gráfico.
  • El combate, la evolución de Dead Space.
  • Gran nivel del sonido. Impone escucharlo con cascos.

Lo peor

  • Pobre diseño de niveles.
  • Poca variedad de enemigos y jefes.
  • Las secciones de sigilo, mal ejecutadas.
7

Bueno

Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.