Impresiones The Blackout Club, "Stranger Things" cooperativo
Una amiga desaparecida, un pueblo maldito y un grupo de jóvenes dispuestos a resolverlo todo. Probamos esta interesante experiencia cooperativa de terror.
Pesadilla en Elm Street ya nos enseñó el pánico de mezclar seres que quieren acabar con nosotros y el no poder dormir. Con Stranger Things vimos lo emocionante que puede ser enfrentarse a una amenaza paranormal cuando eres un crío y a ti y a tu grupo de amigos todo os da como un poco igual. De It aprendimos la impotencia de tener que tomar la iniciativa a la hora de resolver problemas en un mundo de adultos en el que nadie te cree.
The Blackout Club tiene un poco de todo eso. Con su ambientación suburbana, sus chavales de 15 años con sus walkie talkies, su amiga desaparecida y la amenaza misteriosa que asola el pueblo. En este caso, una presencia extraterrestre y su pequeño ejército de sonámbulos. El asunto da más yuyu de lo que suena, eso lo podemos asegurar. Y una vez metidos en faena, la tensión podrá cortarse con un cuchillo.
The Blackout Club es también un título en early access de la gente de Question. Un equipo formado por antiguos trabajadores de Bioshock y Dishonored, y que ya sorprendieron con su original The Magic Circle allá por el 2015. En esta ocasión se atreven con un género tan sugerente como poco explotado (al menos fuera del ecosistema pecero) como es la aventura de terror cooperativa. Construyendo este título que usa fundamentos de la aventura atmosférica single player de la cual son expertos, para crear una experiencia multijugador con bastante personalidad.
Esta herencia de Bioshock se aprecia de forma clara en el prólogo del juego. Una misión en solitario que además de introducirnos las mecánicas y las dinámicas con los enemigos, tiene mucho de terror ambiental, de suspense y de medir bien los tiempos, incluso rescata directamente recursos del juego de Levine, como usar las sombras en las paredes para asustar (y prevenir) de la presencia de enemigos. Resulta curioso, casi irónico, que este fragmento sea lo más pulido y bien resuelto del título, y cabe preguntarse si tendremos aquí otro caso como el de We Happy Few, con los desarrolladores obligados a pivotar el formato de la obra con tal de no desaprovechar la fuerza de su premisa para un jugador.
El enfoque del título, no obstante, está en el multijugador. La experiencia de juego se centra en un grupo de amigos (encarnados por un grupo de jugadores y tú) que forman una sociedad secreta para investigar los extraños eventos que hacen que su pueblo se convierta en un lugar terrorífico de noche, con decenas de individuos extraños y agresivos caminando sonámbulos por la calle, y algo mucho peor que se oculta a plena vista. El juego refleja bien este terror paranormal adolescente de jóvenes que se enfrentan a una amenaza que les queda muy grande. Aunque su tono es más ligero que el de sus hermanos mayores del género, cuando nos ponemos a los mandos el título cuenta con una agresividad que no es para tomarse a broma. La sensación vulnerabilidad es clave en este sentido. Al ser niños, poco podemos hacer para acabar con nuestros enemigos y a pesar de nuestro diverso arsenal, siempre nos sentiremos en posición de inferioridad, obligados constantemente a escaquearnos, a cubrirnos las espaldas y a remitirnos a nuestros gadgets para salir airosos.
Las misiones multijugador están formadas de objetivos comprensibles y directos, ideales para sesiones cortas. Es un juego con un fuerte énfasis en la investigación. La primera misión, por ejemplo, nos llevará a infiltrarnos en una casa y tomar una foto con el móvil a un objeto particular del lugar. “Entrar y salir”, como se diría en una película de atracos. Colaborar con nuestros compañeros (o como mínimo, no estorbarnos) es clave para infiltrarnos en una localización, grabar documentos con el móvil y salir de ahí sin que nos pillen. Estas misiones tienen un diseño abierto, con localizaciones a las que podemos acceder desde diferentes puntos y varias vías alternativas para nuestra huida.
Y es que saber cuándo huir es una parte importante de la experiencia del título. Ya que los monstruos nos pondrán las cosas difíciles a nosotros y nuestro grupo de amigos. Unos no nos podrán ver pero sí escuchar con claridad, por lo que movernos en silencio es importante, otros nos pueden ver pero su oído no es tan fino, y los drones que recorren los niveles desde las alturas tratarán de avistarnos para avisar a los enemigos, también conviene tener cuidado con las diversas minas estacionarias dispersas por el suelo. Por último, siempre debemos temer la omnipresente amenaza de “The Shape”. Un terror cósmico al más puro estilo Lovecraft que tiene la forma de una desdibujada silueta amarilla que solo podremos divisar con los ojos cerrados. Sí, hay una mecánica específica para cerrar los ojos, sacrificando así nuestra visión para todo lo demás, por lo que hay que usarla con cuidado y de forma estratégica.
Lo que sí caracteriza a todos los enemigos del juego por igual es su apabullante agresividad. El terror de The Blackout Club se manifiesta mejor que nunca en estos pequeños enfrentamientos. Cuando estamos atravesando el estrecho pasillo de la segunda planta de una vivienda, lo último que queremos ver es a una figura humana en un extraño atuendo tambaleando hacia nosotros. La mezcla entre el fantástico trabajo de efecto de sonido, las animaciones y la errática IA de estos enemigos, unidas a la ambientación nocturna de las áreas que visitamos, crean una atmósfera tensa que no nos dejará respirar tranquilos hasta ver la pantalla de finalización de la misión.
Estar rodeado de otros jugadores online no alivia los nervios ni la tensión de tener que evitar a este pequeño ejercito de sonámbulos asesinos. De hecho, en cierto sentido, puede incluso acrecentarlos. Las dinámicas de equipo muestran la peor cara del juego cuando el grupo esta descoordinado, descentrado, o simplemente es inexperto (algo muy probable en la fase actual en la que se encuentra el título, con una base muy reducida de jugadores). Se echa en falta la presencia de un chat de voz interno o, como mínimo, mejores herramientas de comunicación con el resto de la cuadrilla, más allá del mero puntero multifunción que nos permite señalar a nuestros compañeros un lugar específico del nivel.
Tampoco facilita las cosas el hecho de que los enfrentamientos 1 a 1 con los enemigos sean tremendamente aparatosos. Podemos abordar estas situaciones desde el sigilo, saltando detrás de ellos y noqueándolos temporalmente o usando otras herramientas como un táser para aturdirlos unos segundos. El juego no da margen de error, eso sí. Y si a unos mecanismos de detección de los enemigos muy sensibles unimos un sistema de colisiones que aún no está todo lo pulido que cabría desear, obtenemos como resultado un porrón de situaciones que acaban en claustrofóbicas persecuciones por pequeñas estancias en la que poco podemos hacer más que tratar de marear a la IA, esperar que un compañero pueda salvarnos el pellejo, o desear que en nuestro inventario haya algún objeto de huida. Los enemigos pueden herirnos o dejarnos KO completamente, en cuyo casi nos arrastrarán por el escenario hasta llevarnos a una de las misteriosas puertas rojas que pueblan el mapa, para ser controlados por The Shape. Morir es solo el último escenario posible en The Blackout Club, y antes de eso, nuestro cuerpo se convertirá en un cascarón vacío que vaga por el nivel, esperando impotentes a ser rescatado por nuestros compañeros.
A fuerza de ensayo y error, estos momentos se van haciendo algo menos tediosos y la familiaridad con los niveles nos da ventaja de cara a encarar los objetivos. Que gran parte de lo que hace de The Blackout Club una experiencia que puede dejarte muy frío es la inexperiencia de sus jugadores es cierto, pero también lo es que al título aún le queda mucho rodaje para explotar del todo su potencial. Falta equilibrar sistemas y mecánicas para hacer una experiencia más satisfactoria, crear un mejor sistema de comunicación para los jugadores, y pulir una interfaz que aún tiene un diseño muy verde. Pero los fundamentos de un gran diseño de juego están ahí y el concepto tiene chispa, ojalá en unos meses podamos estar hablando de un gran título.
The Blackout Club, desarrollado y editado por Question para PC, PlayStation 4 y Xbox One, es una aventura en primera persona de acción cooperativa para hasta 4 jugadores con escenarios procedurales en la que unos niños deben sobrevivir a las terroríficas criaturas que asolan su pequeña localidad.