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Planet Zoo

Planet Zoo

Planet Coaster llega a consolas

Planet Zoo, análisis: una carta de amor a la naturaleza

Analizamos la nueva obra de Frontier Developments, los duchos en la gestión que demostraron con Planet Coaster su saber hacer. Los animales toman el mando.

Zoo Tycoon permanece como un recuerdo lejano. Blue Fang Games y Microsoft promovieron la preservación del ecosistema animal allá por principios del presente siglo. Su profundidad en la gestión y la forma en la que trataba a la madre naturaleza (en especial la segunda entrega, que contó con la participación de organizaciones como WWF), hicieron que fuese uno de los títulos de administración más jugados del momento.

Recordemos la tremenda época que vivía el género: Sim City, Theme Park (y su secuela, World), CivCity, entre otros, alzaban sus últimos coletazos de popularidad. En la década que está a punto de finalizar, como ha ocurrido con el resto de propuestas de calado arraigado al mundo del PC, no ha sido hasta el último lustro cuando han comenzado a florecer aquellos estudios con ansia de devolver lo que nunca tuvo que irse.

Frontier Developments es uno de los equipos responsables de que la gestión temática no se haya perdido en el olvido. Los británicos tienen en su haber un contraste entre éxitos y potenciales desaprovechados durante los últimos años: Planet Coaster y Jurassic Park: Evolution, respectivamente.

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Planet” parece haberse convertido en una franquicia de peso para la compañía. Si comparamos el rendimiento entre los tres, el exceso de simplicidad de Parque Jurásico contrasta con el afán en Coaster de ofrecerle al jugador todas las herramientas posibles. De esta manera, Planet Zoo sigue la misma tendencia desde un plano certero respecto al tema que trata: aprender a cuidar la naturaleza.

Respeto por el mundo animal

Uno se percata del mensaje que se quiere transmitir nada más poner las zarpas en el primer mundo, el cual sirve, como podéis imaginar, a modo de tutorial. No estamos ante un juego más de gestión en el que todo lo que ocurre en el escenario funciona mediante tablones de información. Si construimos un recinto, debemos cuidar ese pequeña porción del paraje natural de los animales; hacerles sentir cómodos con su hábitat es un triunfo superior que el económico.

Porque cada especie que coloquemos en nuestro zoo debe estar homologada a través de los procesos característicos que lleva un lugar de conservación. Olvidaos por un momento de los escenarios meramente lucrativos: nuestros zoos serán lugares en los que preservar e investigar. Siempre debemos tener presentes las tres “a”: animales, animales y animales. En ese orden.

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De ahí que la manera de obtener nuevos elementos pase a través de una red de adopción. En un primer momento buscaremos las especies en las que nos centraremos, a partir de ese momento intentaremos promover nuestra propia camada, de forma en la que podamos desarrollar sus investigaciones a través de varias generaciones.

Ese aprendizaje al que aludíamos párrafos atrás se constata con la tremenda enciclopedia que nos acompaña en todo momento. En ella vienen detallados cada tipo de especie animal, vegetal, hábitats … en definitiva, todos los aspectos que impactan en su vida se encuentran presentes. Esa base de conocimiento se requiere a la hora de plantear nuestros propios diseños, ya no solo por las necesidades de cada ser vivo, sino porque no todos los enfoques funcionan para la mayoría de especies.

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Por ejemplo, difícilmente pueden convivir osos panda, tigres del antártico y cebras en un mismo espacio. Si queremos que el staff sea efectivo, debemos centrarnos en tipos específicos como punto de partida para progresar. Su trabajo será vital para paliar determinadas acciones que surgirán a lo largo de la partida, como las enfermedades. La investigación de las diversas cepas es necesaria para paliar cualquier momento crítico que vivan nuestros peludos habitantes.

El mejor zoo posible

Tal como cuidamos las instalaciones, también debemos hacerlo con los visitantes. Nuestra meta (a la par) será la de crear la mejor experiencia posible para los que decidan depositar su dinero en nuestro solar. Para ello, debemos crear el mejor expositorio posible para recaudar sus donaciones, ofrecer servicios de primera, etcétera. Toda la gestión del visitante funciona de manera similar a Planet Coaster, con la salvedad de que ellos no son el único centro de atención.

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Las diversas campañas que propone Planet Zoo son un anticipo de la verdadera semilla del juego: el modo creativo. Crear un recinto desde sus cimientos es una de las mejores sensaciones que hemos encontrado en un título de gestión en los últimos años. Las posibilidades son totales; las herramientas, completas. Prácticamente todo puede ajustarse a los intereses de quien se pone detrás de la pantalla. No hay límites en un título infinito en posibilidades.

Cabe una mención especial al excelso trabajo visual. Roza lo brillante la representación de todas las especies. Su pelaje, sus animaciones, la calidad de sus texturas… acercar la cámara a ellos es todo un espectáculo. Lástima de los problemas que hemos encontrado durante nuestro paso. Algunos bugs nos han impedido registrar las recompensas al completo pese a que dentro de la campaña ya tenemos todas las medallas. O al iniciar sesión, cuando directamente te lanza al escritorio. Frontier trabaja en estos momentos en solucionar estar aristas.

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No nos termina de convencer lo confuso que resulta navegar por los menús. Para acceder a simples necesidades debemos pasar por varias pantallas llenos de información. Se requiere de muchas horas para conocer exactamente en dónde está lo que queremos realizar. Tampoco hemos visto que la experiencia se equilibre dentro del juego en línea. Los requisitos de los animales que introducen otros jugadores en el mercado está un pelín desequilibrado. No hay economía en un sistema que requiere de solidaridad, lo que a veces nos fuerza a “grindear” para recoger las especies de mejor nivel.

Conclusión

En lineas generales, Planet Zoo es una gratísima experiencia de gestión como pocas podemos encontrar. No resulta tan completo que su homólogo en el parque de atracciones, pero todo su músculo recae en los animales. El trato a la naturaleza es exquisito; cuando te adentras, el juego se convierte en un forma de aprendizaje en la que todos debemos aprender para mejorar lo que nos rodea. Las posibilidades son prácticamente infinitas, especialmente en el modo libre, donde la profundidad es digna del género que pertenece. Lástima de los problemas de estabilidad, así como de unas funciones en línea que se sienten a medio hacer.

Lo mejor

  • El trato al mundo animal.
  • La representación de las especies, al milímetro.
  • Profundidad jugable a todos los niveles.
  • La Zoopedia, completa y extensa.

Lo peor

  • Problemas de estabilidad.
  • Menús confusos.
8

Muy Bueno

Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.