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Oddworld: Munch's Oddysee

Oddworld: Munch's Oddysee

Una oportunidad perdida

Oddworld: Munch's Oddysee, análisis Nintendo Switch

El título cuyo fracaso frustró el plan original para la franquicia Oddworld regresa en Switch.

Actualizado a

Crear expectación es siempre un arma de doble filo. Tanto puede mover a grandes masas a comprar el título como puede hundirlo si el resultado no está a la altura de las expectativas. Munch’s Oddysse sabe bastante de eso. El título que ahora llega a Switch tras un largo periplo, fue original concebido como la segunda entrega de la serie Oddworld antes incluso del lanzamiento de su primera entrega. Sin embargo, tan pronto se confirmó el éxito de la primera entrega, Abe’s Oddysse, Munch debió esperar su oportunidad, relegado ante la secuela directa que fue Abe’s Exodus.

Ambas entregas de Abe fueron excelentes títulos que combinaban plataformas y puzles 2D con un uso muy inteligente del vídeo y los fondos prerrenderizados para conseguir un excelente acabado gráfico 2D en PSX. Nada que ver con este título, lanzado junto a la primera Xbox como título exclusivo.

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Precisamente la absorción de GT Interactive (la editora del juego) por parte de Infogrames, y luego la firma del acuerdo de exclusividad con Microsoft para su lanzamiento, tuvieron mucho que ver con el resultado de este juego. Esta vez había los medios económicos y de potencia para hacer un juego que fuese mucho más allá de las limitaciones de los anteriores y los superase en todo. Se quiso ampliar la escala y ser mucho más ambiciosos.

El patito feo de la franquicia

Es extremadamente raro que un desarrollador hable mal de su juego, pero este título tiene ese honor. “Restricciones técnicas y temporales significaron que el título finalmente lanzado en noviembre de 2001 quedase lejos de la visión original de Oddworld’s inhabitants”, afirma el estudio en su página web, donde también se recoge la visión original del estudio: “un título revolucionario que combina acción, aventura, rol, estrategia y simulación, con conducción, crianza de criaturas, gestión del entorno y adicciones utilizables para beneficio del jugador, ciclos diurnos y lucha de clases.”

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Podría parecer que haya un componente de broma en una afirmación tan hiperbólica, pero realmente lo mostrado antes del lanzamiento iba en la línea de esas promesas. “Criar monstruos, estaciones, guerras tribales y un enorme y evolutivo mundo por explorar”, como señalaba en su análisis en IGN en su momento. Obviamente todas esas promesas se quedaron en el limbo.

Pero lo que importa es lo que ahora podemos jugar en nuestras Switch: el juego que salió finalmente a la vente aquel noviembre de 2001 para el lanzamiento de Xbox sin más novedades. Un título ya reconocido entonces como repetitivo, que se logró salvar hasta cierto punto de la quema por su ambientación y el prestigio de la franquicia en aquel momento. Una franquicia que truncó y ya nunca pudo volver a ser igual.

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Munch’s Oddysee es, o más bien intenta, una translación al mundo 3D de la mecánica de puzles basados en parte en comandos de voz introducida en Abe’s Oddysee. A pesar del título, Munch está casi constantemente acompañado de la estrella de la franquicia, Abe, con quien se combina para resolver los puzles que se van presentando de forma secuencial durante cada nivel del juego.

Unos puzles que suelen consistir en el uso correcto de las habilidades de cada uno de los protagonistas, combinados con el uso de distintos power up. Aquí adoptan la forma de bebidas que podemos sacar de máquinas expendedoras. Abe sigue pudiendo hablar con sus congéneres para que canten ante puertas para abrirlas, así como lanzarlos por encima de obstáculos, mientras Munch puede nadar y liberar a los fuzzle, unas agresivas criaturas capaces de acabar con quien se nos ponga por delante, así como lanzar rayos desde su cabeza si se bebe un refresco “zapper”.

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Unas habilidades que, a su vez, se combinan una y otra vez en diferentes variaciones para finalmente sentirse, por desgracia, repetitivas, y que carecen de la magia de los primeros títulos de la franquicia. Sí es cierto que en algunos momentos podremos controlar robots o grúas para variar un poco, pero en general la sensación es que estaremos haciendo lo mismo una y otra vez.

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Un port sin alma

Pero ese no es el mayor problema de esta versión, sino la versión en sí. Relanzado en Android (en principio para Ouya) en 2015, este “port” (la palabra remaster le queda muy grande) para Switch es una versión apenas modificada que muestra las carencias gráficas de aquella conversión.

Así, si bien el juego se ve más limpio gracias a la mayor resolución, lo hace a costa de perder la iluminación del original de Xbox, con lo que no solo se pierde ambientación, sino que se notan mucho más los escasos polígonos y la escasa distancia de dibujado del escenario. Tampoco ayudan las pobres texturas o el aspecto pixelado de los menús, que además resultan bastante arcaicos y con un ligero tiempo de espera entre opciones. Lo que en PSX era aceptable, quizá se podría haber renovado 25 años después.

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Los niveles están interconectados entre ellos con escenas de vídeo que explican la historia, pero en sí consisten en pequeñas salas en 3D, muy alejado del mundo abierto que se destila en los videojuegos actuales, aunque esto no tendría por qué ser malo de por sí, si no fuera porque se pierde la sensación de una continuidad entre escenas.

Otro enorme problema es el de las colisiones. En un juego en el que buena parte de las acciones son contextuales, resulta enormemente frustrante la imprecisión a la hora de abrir una palanca, liberar a un fuzzer o intentar agarrar a un compañero para lanzarlo sobre un obstáculo. A ello se le añade unos controles imprecisos en general, con saltos complicados de calibrar, y una cámara que ha envejecido tan mal como todas las cámaras locas de la época, empeñadas en ofrecer ángulos imposibles al contacto con los bordes del escenario y que nos supondrá un incordio en más de una ocasión donde el juego nos pide precisión.

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Otro detalle molesto es que el juego, aparte de no estar localizado al español, carece de subtítulos e, independientemente del nivel de conocimiento de dicho idioma, a veces es difícil de escuchar las explicaciones que nos dan los Modokons que encontramos al principio de diferentes secciones.

Es incluso más triste que, siendo esta versión un port del port para Android, las cinemáticas (presentadas con un elevado nivel de compresión que llena la imagen de artefactos como si de un viejo vídeo de baja calidad se tratara) se muestren en el antiguo estándar 4:3, cuando en dicha versión de 2015 sí fueron readaptados a 16:9.

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Es una pena, porque quizá este juego, reformulado y actualizado, liberado de la presión que tanto daño le hizo en su momento, quizá habría tenido una oportunidad para brillar entre la enorme oferta de indies como no pudo hacerlo en su momento, pero aquí estamos ante un port que empeora lo que vimos hace ya casi 20 años.

Conclusión

A diferencia de lo ocurrido hace un tiempo con la fantástica recreación de Abe's Oddysee que fue New n'Tasty, Munch Oddysee llega a Switch con un port de la versión de Android que aunque mejora la resolución y frame rate del lanzamiento original, ofrece una experiencia envejecida y poco agradecida visualmente de un juego que ya originalmente sufrió de problemas que impiden que alcance el potencial que pretendían sus creadores.

Lo mejor

  • El mundo creado para la franquicia Oddworld y la ambientación siguen siendo lo mejor del juego
  • El título muestra algunas ideas originales en su momento

Lo peor

  • Además de haber sido criticada ya en su momento, su jugabilidad repetitiva ha envejecido mal
  • Problemas a la hora de detectar colisiones con objetos que ofrecen acciones contextuales
  • Menús lentos y poco prácticos, más propios de hace 20 años, escenas cinemáticas muy comprimidas y a 4:3... El port es mejorable
5

Mejorable

Puede tener elementos aceptables y entretener, pero en general es una experiencia que no dejará huella. Sólo recomendable en caso de sequía de este género de juegos.