Análisis de LEGO Horizon Adventures, Aloy firma una aventura divertida que se queda a medio gas

Si había un movimiento de PlayStation para nada esperado fue precisamente el juego que tenemos entre manos. Llevar a la marca Horizon al mundo de LEGO toma sentido en cuanto conoces que no solo llegará a PS5, sino que se extiende también a una competencia directa como lo es Nintendo Switch (en paralelo a PC). La empresa ha reimaginado el origen de Aloy en una aventura simpática, que mantiene intacto el humor que caracteriza a los bloques daneses y que empuja las posibilidades de compartir la experiencia junto a otro jugador. Hay muchos brotes verdes que tratar, pero lo cierto es que en algunos puntos se siente una propuesta bastante desaprovechada.

Los bloques dan vida al universo Horizon

La relación de LEGO con el universo de Horizon no comienza con este juego. PlayStation colaboró con la empresa de juguetes para comercializar un Cuellilargo construido bloque a bloque. Fue un éxito de ventas, para qué engañarnos. Ambos mundos congeniaban fantásticamente bien. Esa satisfacción se extiende al videojuego, y es que el universo de Horizon construido con piezas de LEGO se siente como si fuese su hábitat natural.

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La representación es fantástica. De hecho, el equipo se ha inspirado en los sets reales para dar forma a los niveles y sus dimensiones. Cada pieza está trasladada al entorno virtual con una precisión y detalle espectacular. Incluso para un perfil de jugador casual o poco hábil con los productos interactivos que es fan de la marca, merece la pena pasearse por sus rincones simplemente por gozar de su aspecto. Todo, absolutamente todo está formado por bloques de una manera lógica, como lo haríamos nosotros sobre un panel de construcción.

El agua se representa como una cascada de fichas translucidas de dos posiciones. El fuego aparece plasmado como piezas individuales ondulantes que imitan una llama. Los árboles están construidos con ramas y hojas que encajan con las circunferencias que permiten el paso de otras piezas punzantes. Como decíamos, todo puede construirse en la vida real, incluso las bestias mecánicas y los edificiones postapocalípticos.

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Transmite un cariño a la licencia que siempre ha sido la tónica de los juegos basados en la licencia, incluso en la longeva etapa de Warner Bros y TT Games. Tenemos claro que es el juego de LEGO que mejor se ve. La iluminación es espectacular y permite que los reflejos incidan en las fichas para mostrar sus imperfecciones. La cara de Aloy, por ejemplo, tiene la textura de plástico de los cachetes redondeados. El juego muestra de manera exacta cómo lucen los bloques en la vida real.

Esta es la aventura de Aloy, pero no de la forma que recordabas

Como decíamos al inicio, LEGO Horizon Adventures reinterpreta el arco argumental de Horizon Zero Dawn de una manera fresca y divertida. Quienes hayan jugado al original sabrán todo lo que ocurre, pero aquí el desarrollo de los eventos difiere completamente. Está claro que el enfoque familiar hace que los momentos duros se vuelvan golpes simpáticos, o que se tire de humor constantemente pese a tratar ciertos temas de peso. Es una decisión lógica.

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Lo que más nos ha gustado en este sentido es que el humor que acompaña a LEGO se mantiene intacto. Es difícil captar el tono cachondo y al mismo tiempo sutil que le caracteriza. Lo han logrado. Todo forma parte de un conjunto que crea un contexto creíble, fiel a lo que la licencia mantiene tanto dentro como fuera de la pantalla.

La aventura en el plano jugable se divide en pequeños niveles de apenas 10-15 minutos de duración alrededor de diversos ecosistemas vistos en el mundo abierto de Horizon Zero Dawn. Dentro de cada nivel la estructura es sencilla: un pasillo alargado con algún cofre perdido con el que ganar piezas, la moneda clásica de LEGO, hasta llegar a la arena de combate y cerrar el nivel. Por el camino hay momentos para la escalada, o para construir puestos secundarios que nos reportan más piezas a nuestro bolsillo. Hasta ahí.

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Y es ahí precisamente donde las sensaciones caen por debajo de lo esperado. Con una representación tan buena es una pena que los niveles caigan en la extrema sencillez. Es un bucle que se repite de inicio a fin salvo en algunos momentos, como los Calderos. En ellos se intenta algo más, con algún puzle básico de tirar elementos para activar puertas, pero en ningún momento encontramos algo mínimamente complejo. Es plano, previsible, desde que arranca hasta que corren los créditos por la pantalla. Tardamos 6 horas en completar la aventura en dificultad normal. A partir de ahí podemos volver a repetir niveles, subir el rango de los personajes restantes y sumergirnos en las cacerías alfa, arenas de combate de alta dificultad, mientras reconstruimos lo que resta de aldea.

Aloy y sus amigos: compartir con los demás también importa

Entre nivel y nivel tenemos acceso a un punto de encuentro, Corazón de Madre, donde la tribu y los conocidos de Aloy viven mientras recuperas la esperanza en la aldea nivel a nivel. El formato es clásico: hay una parte de personalización y otra que va desbloqueando novedades que dan algo de profundidad a la aventura. Por ejemplo, en una de las primeras estructuras reformadas se encuentra un tablón de anuncios que nos ofrece piezas doradas al completar desafíos concretos. Si hablamos de la personalización, presenta un par de sets especiales que vienen de algunas líneas de productos relevantes para la marca, como LEGO City. Es un detalle majo.

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Estamos un poco desconcertados por algunas decisiones a la hora de afrontar las herramientas de cada personaje. Porque, sí, aquí puedes elegir controlar a Aloy o alguno de los otros personajes que orbitan alrededor de la joven en el juego original. Cada uno utiliza un tipo de arma concreta y desarrolla un árbol de habilidades diferente (en paralelo a uno compartido donde puedes comprar mejoras). El equipo ha decidido no trasladar de la misma manera la forma en la que se aborda el combate, lo cual nos desconcierta un poco.

Decimos esto porque realmente da la sensación de que podría haber sido más ambicioso si hubiera seguido más de cerca al título que intenta trasladar. Si Aloy se caracteriza por preparar el momento de la caza, usando el sigilo y diferentes tipos de armas, aquí estamos limitados al arco en combate directo. Sigilo hay, pero solo reptando por la hierba localizada por el escenario y en momentos muy pero que muy concretos. No sirve para nada. Hay gadgets en forma de utensilios especiales, como zapatos que al hacer doble salto provocan una explosión, un carrito de perritos calientes explosivos, o el cable aturdidor del original. Es una solución correcta de afrontar la falta de recursos, aunque no es suficiente. También hay modelos alternativos para el arma que consumen munición limitada. La aventura juega mucho con el uso de elementos como el fuego y el rayo, pero en la mayoría de ocasiones simplemente interviene para hacer más daño al rival, no como un recurso que tiene impacto relevante en el escenario.

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Queda claro que mucha de la fortaleza del juego queda relegada al plano cooperativo. Toda la aventura puede compartirse con otro jugador, ya sea en modo local o a través de la red. Hay algunas situaciones que parecen pensadas para jugarse de esta manera, y en cierto modo es cuando explota todas sus virtudes. El combate, pese a todo lo dicho, nos gusta mucho. Se producen divertidos momentos de caos con tantos bichos en pantalla. Como siempre vas a ir buscando atacar el punto débil, algunas veces te ves con el agua al cuello entre tener que moverte, esquivar, apuntar y disparar. Donde mejor se traslada es las misiones de cacería alfa, arenas de combate contra los enemigos más poderosos.

Este análisis ha sido realizado con un código proporcionado por PlayStation España