Análisis de Infinity Strash: Dragon Quest The Adventure of Dai, poca acción y mucho texto

La nostalgia es un sentimiento que se utiliza a menudo en los videojuegos para atraer a seguidores de una saga. Puede ser un pequeño flashback rememorando títulos pasados, un huevo de pascua o devolverle la vida a un producto en especial. Eso es Infinity Strash: Dragon Quest The Adventure of Dai, la vuelta de un anime que muchos recordamos con cariño al formato doméstico e interactivo.

Por desgracia, en este título la nostalgia es lo único que vende y, a la postre, son solo pequeñas píldoras mal colocadas que si lo mezclamos con una jugbailidad algo regular nos deja un conjunto agridulce. Está disponible en Xbox Series X|S, PC, Nintendo Switch, PlayStation 4 y la plataforma en la que lo hemos analizado; PlayStation 5.

Infinite Fail

La propuesta de Infinity Strash: Dragon Quest The Adventure of Dai, además de regalarnos un mareo a la hora de recordar su nombre, es la de rememorar los 41 capítulos de la serie original pero reimaginada que apareció en televisores hace apenas unos años. Dragon Quest, una serie infantil que nos maravilló a los que peinamos canas y Square Enix detrás de Infinity Strash, ¿qué podría fallar? Pues prácticamente todo.

El videojuego se aleja del RPG tradicional que tantos éxitos le dio en sus inicios a Enix y posteriormente a Square Enix. Hay aventura, claro, y que se aleje de lo cotidiano no es sinónimo de fiasco y como ejemplos tenemos la serie Joker, Heroes o Builders entre otros. El problema es que la mayor parte de nuestro tiempo lo pasaremos leyendo interminables textos sin más decoración que unas simples diapositivas de pasajes del anime que hemos mencionado. Más allá de eso hay combate, pero uno que apenas es exigente y que hace que la mayor parte de la aventura se quede más en el género “visual novel” que otra cosa.

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Así pues, manejamos al protagonista y a sus compañeros a través de pequeños puntos por el mapa completando cada capítulo compuesto de escena de vídeo, narrativa y un escueto escenario con unos pocos monstruos. Estas áreas jugables no son demasiado grandes ni complicadas, es prácticamente imposible perderse, y la dificultad —salvo en algún jefe de final de fase— es irrisoria. Además no siempre podemos manejar a todo el equipo por lo que se suma otro aspecto negativo más a la poca libertad que ofrece el título.

Acción frenada

Para este producto se ha decidido que el combate sea en tiempo real, de acción, y a pesar de utilizar prácticamente toda la botonera del mando DualSense así como de poder tomar el control de cualquiera de sus protagonistas, es sencillo a más no poder. No podemos mejorar el equipamiento del elenco pero sí mejorar sus aptitudes a través de unas cartas llamadas Reminilazos.

Estas cartas pueden obtenerse a través de la historia principal o mediante la compleción del Templo del Recuerdo. Se trata de una zona a la cual podemos acudir siempre que queramos donde su reto se basa en superar cuantos más pisos mejor. Si caemos derrotados en algún momento, perdemos todo lo obtenido en nuestro camino. Así, la idea se basa en ir superándonos poco a poco para conseguir mejores Reminilazos que harán que la historia principal sea aún más fácil.

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Aunque de base suena fantástico el poder contar con un contenido diferente al propuesto originalmente, encontramos el Templo del Recuerdo igual de aburrido o más que el modo principal. Cada piso es una habitación sin demasiado detalle, con repetición de enemigos y desafío escueto salvo excepciones. Simplemente es limpiar el escenario de enemigos, pasar por el portal y continuar en una habitación de similares características repitiendo el proceso.

El principal problema de Infinity Strash: Dragon Quest The Adventure of Dai no es lo que nos ofrece, si no cómo lo ofrece. Revivir un anime que para muchos fue el descubridor de esta saga es una propuesta que a nadie disgustaría si no fuese porque la mayor parte del tiempo el jugador debe dedicar una gran cantidad de tiempo en leer el texto de imágenes estáticas seguido de un par de minutos realmente jugables. Y en esta parte, tampoco consigue atrapar al jugador.

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No hay reto, no hay gancho, y el mínimo atisbo de dificultad que pudiera darse se solventa visitando el Templo del Recuerdo. Y aún así, en esta parte, consigue aburrir. Donde debería brillar, en la historia, se desarrolla de forma lenta y extremadamente aburrida. El jugador es incapaz de conectar con la trama por más empeño que quisiera poner Square Enix al título.

En lo visual al menos sí consigue atrapar al usuario ya que tanto los modelos como animaciones y efectos son llamativos y agradables a la vista. Eso sí, no deslumbran ni exprimen el potencial de la consola, pero al menos cumplen. Lo mismo para el apartado sonoro, melodías discretas y voces en inglés o japonés que hacen su papel sin demasiada ínfula. Al menos los textos se encuentran en español, algo de agradecer para los fanáticos de esta longeva saga.