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Empire: Total War

Empire: Total War

Alcanzando la cumbre

The Creative Assembly vuelve a regalarnos una obra maestra de la estrategia. Un excelente juego con infinidad de posibilidades, de opciones y de facciones con las que intentar conseguir la dominación de un siglo tan tumultuoso como fue el XVIII. Un imprescindible en toda colección que se precie.

La franquicia Total War siempre ha sido sinónimo de calidad. The Creative Assembly ha sabido, desde la primera entrega, infundir un espíritu bélico sin parangón en todas sus creaciones: Shogun, Medieval, Rome y Medieval II han sido todos modelos a seguir dentro del género de la estrategia. El tiempo transcurrido entre las diferentes entregas ha servido para que la desarrolladora pudiese pulir y mejorar distintos aspectos técnicos y jugables, siempre apuntando más alto en el siguiente capítulo, algo que no siempre conseguían. No es el caso con Empire, que sí logra llegar a su objetivo; un título de calidad muy elevada que consigue hacerle sombra a Rome, considerado uno de los mejores juegos de todos los tiempos.

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Si no lo consigue, se debe principalmente a alguna que otra decisión de diseño equivocada, junto a pequeños detalles que precisaban pulirse un poco más. Pero esto no consigue empañar el resultado final: uno de los juegos de estrategia más grandes, más intensos, más completos y más apasionantes de la historia de los videojuegos. El mimo al detalle en todos y cada uno de los aspectos del juego consiguen abstraernos de la realidad y meternos de lleno en las encarnizadas batallas de un período tan tumultuoso de la evolución humana como es el siglo XVIII. Un siglo de conquistas, colonias y grandes batallas marítimas, que The Creative Assembly han conseguido representan con éxito en Empire: Total War.

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Guerra y caos
De todas las entregas de la franquicia hasta la fecha, esta es la que más se merece ese subtítulo de 'guerra total'. Empezamos en el año 1700, una época de descubrimientos en la que medio mundo era todavía una incógnita en las cartografías. La fantástica representación histórica de aquel período nos evocará infinidad de películas y de lecciones de historia; un tiempo de batallas con estilo, de trajes rimbombantes y mosquetes, que está ahora bajo nuestro control. El caos de la época se hará patente en todo momento en los mapas de juego, con numerosos reinos en formación y pequeños países y alianzas que se resisten al control de las grandes regiones del planeta.

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El mapa ha crecido mucho con respecto a otros Total War, y ahora tendremos que vigilar varios frentes, no sólo en Europa, sino también en América y en las Indias. Nuestras ansias de conquista deben tener muy en cuenta las colonias que por aquel entonces tenían los imperios más importantes, y pelear por expandir territorios a lo largo y ancho del globo. Pero esto será en el modo Gran Campaña, del que hablaremos dentro de unas líneas. Antes, empecemos por el primer modo que nos presenta Empire, Camino a la Independencia. Se trata del único modo del juego en ofrecernos un argumento a la par que nos sirve de pequeño tutorial práctico (hay otro, pero más teórico) en el que acostumbrarnos a cómo se desarrolla Empire.

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Dicha campaña se divide en cuatro episodios que narran la historia más importante y de mayor repercusión de este convulso periodo histórico: la fundación de Estados Unidos. Siguiendo fielmente la historia (los capítulos no son demasiado largos y nos proponen misiones sencillas con las que poder avanzar y seguir los acontecimientos reales), veremos cómo George Washington consigue su objetivo y crea la primera versión de esta poderosa nación. Como ya decimos, se trata de un sencillo tutorial, sin grandes pretensiones, pero muy divertido e interesante, que servirá tanto para que los nuevos a la franquicia se acostumbren a su sistema de juego, como para que los expertos seguidores conozcan las novedades que presenta esta nueva entrega.

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Una vez completado este modo (se puede acceder desde el principio, pero es recomendable hacer primero esas misiones informativas de práctica), saltaremos al modo estrella del juego, Gran Campaña. Aquí, tendremos todo el mundo a nuestro alcance, y deberemos seleccionar la facción que queremos controlar entre: Gran Bretaña, Francia, Austria, Provincias Unidas, España, Prusia, Polonia-Lituania, Imperio Otomano, Rusia, Suecia o Confederación Maratha. Como cabría esperar, cada una tiene sus propias características y ejércitos, comienza con territorios históricamente lógicos, y sus objetivos serán diversos. Eso sí, podremos seleccionar el tipo de partida que queremos disputar, que variarán en longitud y objetivos para nuestra facción.

En primer lugar, tenemos lo que se considera Campaña Corta; en un lapso de 50 años, dependiendo de la facción que seleccionemos de inicio, deberemos conquistar un determinado número de regiones (15, 20 ó 25), entre ellas algunas determinadas por una lista (principalmente, las que se poseen de primeras). La variante de Campaña Larga nos mantiene con el mismo lapso de 50 años, pero el número de regiones aumenta significativamente (24, 30 ó 35). Luego, tenemos la posibilidad de jugar a Victoria Prestigiosa, donde tendremos 99 años para conquistar un determinado número de regiones (15, 20 ó 25) y, además, poseer la región de más prestigio. Y por último, Dominio Mundial, con 99 años para conquistar 40, 45 ó 50 regiones, prácticamente todo el globo.

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Para terminar el repaso a los modos de juego, tenemos también la posibilidad de Jugar Batalla, en donde disputaremos distintas reyertas por tierra o mar, asedios o escenarios históricos. Aquí el factor estratégico sobre el mapa desaparece, dejándonos directamente en el campo de batalla con el objetivo de aniquilar a nuestros rivales. Y por supuesto, el excelente modo multijugador, que suele quedarse en el olvido injustamente; batallas de hasta ocho participantes que se antojan intensas e interesantes (recomendable jugar partidas igualadas) y una clasificación global muy atractiva. La profundidad y variedad de modos de juego en Empire es impecable, y las horas de diversión que propicia son casi ilimitadas.

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Sobre el mapa
Empire: Total War, al igual que sus predecesores, se divide en dos aspectos claramente diferenciados: el primero de ellos es la estrategia sobre el mapa del mundo, el aspecto gubernamental y táctico del juego; el segundo, es el desarrollo de los combates sobre el terreno, un aspecto más bélico. Aunque ambos aspectos requieren mucha estrategia, las diferentes formas de afrontarlas son notables; y al igual que los capítulos anteriores, es posible disfrutar sólo de los aspectos que prefiramos. Es decir, si lo nuestro no son las batallas, podemos simularlas y quedarnos sólo con el mapa; si no nos gusta el mapa, podemos dejar que sea la máquina la que autogobierne y combatir (además de las batallas directas); y por supuesto, podemos hacer ambas cosas.

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El juego se desarrolla por turnos; los personajes y ejércitos se pueden mover una distancia determinada en cada turno, las ciudades tienen un número de evoluciones máximas, etc. Cuando consideremos que nuestra labor ha terminado, tan sólo tendremos que pulsar el botón de que el turno ha llegado a su fin, y será el momento de que nuestros rivales hagan sus movimientos (podremos elegir si queremos verlos o no). A diferencia de otros títulos, en Total War las batallas tienen lugar dentro del propio turno, justo cuando dos facciones se encuentran y el enfrentamiento es inevitable. Eso sí, los mapas no se limitarán sólo a los grandes imperios que podremos seleccionar, sino que habrá muchos territorios pequeños que también buscan la expansión o, simplemente, la subsistencia.

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La lista de facciones secundarias es mucho más extensa (aunque por su tamaño y fuerza bélica, son muy inferiores a las que podemos controlar): Estados Italianos, Venecia, nueva España, Sajonia, Estados de Berbería, Imperio Mongol, Marruecos, Trece Colonias, Saboya, Naciones Cheroquis, Portugal, Génova, Caballeros de San Juan, Bavaria, Confederación Hurona, Confederación Iroquesa, Curlandia, Daguestán, Dinamarca, Georgia, Hannover, Kanato de Crimea, Louisiana, Mysore, Naciones de las Praderas, Naciones Inuit, Naciones Pueblo, Persia, Westfalia y Wutemberg. Su presencia, pese a ser secundaria, es básica para dar forma al panorama político y humano que se vivía en el planeta en esta época.

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Por supuesto, no todo será batallar, y tan importante como defender nuestras fronteras y expandir nuestros horizontes será ayudar a crecer a nuestra población, mejorando nuestras granjas, creando nuevas edificaciones, preparando nuestras tropas, negociando alianzas y tratados con las demás facciones, desarrollando tecnologías, mejorando las infraestructuras… La profundidad de opciones es, sencillamente, asombrosa, y gracias al sistema por turnos, podemos invertir tanto tiempo como consideremos necesario en estudiar nuestras opciones y tomar las decisiones que creamos apropiadas. Sobre el mapa, además de nuestras ciudades, veremos nuestras tropas militares y agentes; los primeros sirven para combatir los segundos para tareas diplomáticas o de espionaje.

Los agentes son generados de forma automática por ciertos edificios; por ejemplo, en las universidades y monasterios se obtienen gentilhombres, eruditos, misioneros, imanes y brahmanes, mientras que de las tabernas surgen libertinos, hashishins y thugees. Sus formas de actuar y sus actitudes son muy diferentes, claro está. Nuestras fuerzas militares deberemos reclutarlas por nuestra cuenta, en las ciudades que poseamos. Tendremos de diversos tipos, tanto infantería como caballería como cañones o barcos, y podremos fusionarlas en grandes ejércitos o que actúen por separado. Si atacan una ciudad, podemos asediarla o bien atacar directamente; pero el enfrentamiento con unidades errantes será un combate directo siempre. Como ya dijimos, podremos determinar si queremos pasar a disputar la batalla o que la simule la máquina.

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En cuanto a los barcos, no sólo servirán para el combate marítimo, sino también transportarán unidades, saquearán rutas comerciales, bloquearán puertos, etc. Pero lo más interesante, además de la diplomacia ya comentada, tendremos muchos aspectos políticos a seguir de cerca, como la construcción de nuevas edificaciones o la gestión de impuestos. También será muy importante el comercio entre regiones y el desarrollo de nuevas tecnologías, que además de servirnos para ganar prestigio como región nos ayudará en el terreno militar. En este aspecto, los gentilhombres y eruditos son muy importantes, ya que como estudiosos favorecerán un desarrollo más rápido y podrán robar las tecnologías de otras regiones.

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De entre todos los aspectos a vigilar, el Prestigio es de lo más importante, y que supone que los rivales nos mirarán con más respeto y tendremos felices a nuestros súbditos, evitando que tengan lugar revoluciones que nos obliguen a cambiar de gobierno. Todo lo comentado alcanza unas cotas de profundidad muy superiores a lo que se puede expresar en palabras; simplemente, decir que conforman un todo muy creíble, en el que tendremos tantas cosas a las que prestar atención que nos perderemos irremisiblemente durante horas intentando conseguir que nuestro imperio salga adelante. No faltarán, como es habitual en la franquicia, las peticiones de nuestros órganos de gobierno, con el fin de mejorar nuestra situación sobre el mapa.

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En combate
Las batallas no han cambiado demasiado con respecto a las entregas anteriores. Simplemente, deberemos tener en cuenta las distintas circunstancias que rodean nuestro entorno; por ejemplo, la posición que ocupemos sobre el terreno será muy importante, así como el tipo de escenario en el que nos encontremos. También tendremos que tener muy en cuenta el tipo de tropas que tenemos y a qué nos enfrentamos, para saber qué táctica es la mejor. El sistema de control será muy cómodo, pudiendo dar las órdenes directamente con teclado y ratón, o bien a través de los iconos que tendremos a nuestra disposición en la parte inferior de la pantalla.

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La moral también jugará un papel importante de cara a la actitud que muestren nuestras unidades en el combate; y como siempre, el combate finalizará cuando una de las dos facciones sea aniquilada o huya, siendo posible en este último caso el perseguir y acabar con los supervivientes. Las batallas de asedio son algo diferentes, y el objetivo es abrirnos paso hacia el asentamiento enemigo, ya sea mediante artillería pesada o utilizando ganchos y cuerdas. Estos combates pueden ser auténticas joyas estratégicas y de diversión, con infinidad de opciones tácticas a nuestra disposición. Eso sí, tendrán una duración máxima que podremos determinar de 20, 40 ó 60 minutos; así se evita que se prolonguen indefinidamente en el tiempo.

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Principales novedades
A buen seguro, los jugadores expertos de Total War habrán reconocido ya algunas diferencias con respecto a los títulos anteriores, pero destacaremos aquí los cambios más importantes que se han introducido en esta entrega (más allá, claro está, del cambio de época y de las nuevas facciones que tenemos a nuestra disposición, además del aumento del mapa a todo el globo). Para empezar, lo más destacable son los combates navales; bastante complejos en un principio, se convierten en todo un reto digno de los almirantes más expertos de la realidad, ya que las embarcaciones actúan con bastante realismo en todo momento. Con tiempo y práctica es posible llegar a dominarlos, convirtiéndose en una experiencia muy agradable, pero hace falta dedicarles tiempo.

Otra importante diferencia son las edificaciones. Antaño, las capitales acumulaban todos los edificios importantes, pero ahora se expandirán por toda nuestra región, en pequeños pueblos y aldeas, como pueden ser granjas o puertos en las zonas costeras. Esto implicará que deberemos prestar atención a estas pequeñas ramificaciones, y defenderlas por separado, añadiendo un nuevo toque estratégico. Del mismo modo, la investigación tecnológica será esencial para mejorar nuestros edificios, nuestras tropas, la calidad de vida de nuestra población y para ganar prestigio a nivel internacional. Es muy importante tener contento a nuestro pueblo para que no tengan lugar revoluciones, que nos puedan obligar a modificar el gobierno entre monarquía absolutista, monarquía constitucional o república. Además, la diplomacia se hará a través de menús, de forma directa, sin necesidad de enviar a nadie a negociar.

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Una importante ventaja es que ahora los almirantes y generales pueden reclutar unidades a distancia, sin tener que volver hasta una ciudad y sin afectar al sistema normal de reclutamiento en cada región. Los agentes y espías, como hemos dicho, se generan automáticamente en ciertos tipos de edificio, y según la calidad de los mismos. En lo que respecta a las batallas terrestres, ahora la gran mayoría tienen armas de fuego con un tiempo de recarga inevitable, que debemos tener en cuenta para no sufrir heridas inesperadas mientras nuestras tropas son vulnerables; algo que, afortunadamente, también vale para los enemigos, por lo que las cosas estarán equilibradas.

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Apartado técnico
Empire Total War cuenta con un apartado gráfico y sonoro muy bueno, aunque no son la base de su éxito. Visualmente, las batallas están cargadas de detalles, de acción intensa y efectos muy realistas. La emoción del combate se transmite adecuadamente a través de sus gráficos atractivos, con animaciones cuidadas y texturas bastante buenas. Lejos de explotar al máximo los PC más potentes, se mantienen en un modesto segundo plano para permitir una mayor accesibilidad en detrimento de la calidad gráfica. Eso sí, en algunos aspectos se nota que el juego podría dar algo más de sí, y en algunas ocasiones las texturas se pierden por el camino, motivado por una exigencia de requisitos superior a lo que realmente ofrece.

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Pero estos problemas de optimización se limitan casi únicamente a las batallas, ya que sobre el mapa del mundo todo será muy bello y detallado, con animaciones muy cuidadas y una representación soberbia del mapa del mundo. Del mismo modo, las batallas acuáticas están mucho más cuidadas que las terrestres, con una excelente representación del agua y de la iluminación, con barcos bien definidos y con un movimiento realista. A nivel sonoro, las melodías son muy atractivas, representando la épica que se vive en pantalla, y los efectos de sonido durante los combates son realistas y creíbles. Destacar el doblaje de cada región, conservando el idioma de cada una.

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La jugabilidad es profunda y excelente, por no decir soberbia. Tenemos a nuestra disposición un gran número de modos de juego, de opciones tácticas tanto en batalla como en el mapa, infinidad de horas de diversión en las reyertas online o superando los retos de la Gran Campaña con cada facción. Los cambios han sido para mejor, ofertando un título mucho más profundo, apasionante, épico, intenso e inolvidable que ningún otro Total War hasta la fecha. El hecho de que cada facción tenga sus propios retos nos anima a volver a jugar una y otra vez, superando las dificultades que se nos presentan. Además, todo estará al alcance de nuestro teclado y ratón, una jugabilidad directa y sencilla en la que podremos hacer todo lo que queramos sin grandes problemas.

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Empire Total War requiere, obligatoriamente, conexión a Internet y una cuenta de Steam para poder jugar. Algo que, si bien es cierto que tiene sus ventajas, también tiene sus inconvenientes, como el hecho de que no podemos jugar sin estar conectados a Internet, y no todos los usuarios tienen esa disponibilidad de red. Tener el juego en formato físico se antoja casi una mera formalidad, ya que una vez instalado no necesitaremos los dos discos para nada; se instalan los 15 gigas en el disco duro y desde entonces, el acceso al juego será, única y exclusivamente, a través de Steam. No nos parece la propuesta más acertada, ya que va a privar a un buen número de usuarios de tener acceso a un grandísimo juego de estrategia.

También destacar que la Special Forces Edition cuenta con tropas adicionales de las que carecen las ediciones básicas. Serán los Roger's Rangers británicos, los Ottoman Organ Gun otomanos, los Ghoorkas de Cachemira, el regimiento de Bulkeley francés, la embarcación HMS Victory británica, y por último, las guerrillas Corso Terrestre españolas. Sólo estarán disponibles en el modo para un solo jugador, evitando el desequilibio en las batallas multijugador, pero hubiese estado bien que no se privase a algunos usuarios de contar con tropas importantes en la evolución de algunas facciones.

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9

Excelente

Un título referente en su género, que destaca por encima de sus competidores y que disfrutarás de principio a fin, seguramente varias veces. Un juego destinado a convertirse en clásico con el paso de los años. Cómpralo sin pestañear.