Dying Light: Platinum Edition
Freedom Parkour Combat portátil
Dying Light: Platinum Edition, análisis Switch. Miedo a salir de noche
El terror y la urgencia del excelente juego de Techland llegan a Switch sin pasos en falso ni tropiezo alguno.
La híbrida de Nintendo cuenta con un nuevo port que entra directamente en el insigne apartado de los milagros realizados con su, solo en apariencia, limitado hardware. Se trata de la Edición Paltinum de Dying Light que ya apareció por PC en mayo de este año aglutinando juego, material extra y horas y horas de diversión. Podéis leer en Meri el análisis original del juego, ver su videoanálsiis, e incluso disfrutar de un vídeo de una hora que muestra su modo cooperativo. En las siguientes líneas, como es habitual, intentaremos aportar desde otros lugares y, por supuesto, poniendo el foco en cómo ha resultado la adaptación a Switch. Saltamos del avión y empezamos.
Haciendo memoria de apocalipsis ficticios y reales
La historia de Techland como creadores de Dying Light tiene muchos puntos de interés que nos ayudan a comprender mejor esta industria. Desarrolladores de Dead Island (2011), título de zombies en primera persona que, aunque disfrutable, se mostraba mucho más interesante y sólido en sus trailers conceptuales que como juego en sí, colocó sin embargo millones de copias en las casas de los usuarios. Cayó en gracia, tanto como para ser seguido de una expansión independiente en un corto espacio de tiempo. Estaba claro que el éxito aseguraría una segunda parte en lo que sería el comienzo de una nueva franquicia. Techland podría, además, aplicar las lecciones aprendidas y limar las asperezas del título original. ¿Verdad? Pues no.
Los derechos de Dead Island pertenecían a Deep Silver, que prefirió ofrecer a Yager, los creadores del venerado Spec Ops: The Line, los derechos de desarrollo de la segunda parte del juego de muertos vivientes. Esto es algo normal en el medio, aunque lo curioso del asunto es que lo que ocurrió después demostró cómo Deep Silver había cometido un enorme error.
Tenemos ejemplos muy bonitos de desarrolladoras que alcanzan la gloria con una franquicia y, al perder más adelante los derechos sobre la misma, se ven obligadas a seguir su propio camino sin perder calidad los siguientes proyectos. Le pasó a Rare con James Bond, lo que nos dio el maravilloso Perfect Dark, y a Bioware con Star Wars, lo que transformó a Los Caballeros de la Antigua República en el adorado Mass Effect. Los juegos resultantes plasmaban una evolución, una profundización, un perfeccionamiento en lo ofrecido en los títulos originales. También un gran derroche de imaginación y la oportunidad de crear sin estar atados a un canon que no les pertenecía. No es el caso exacto de Techland con Dead Island, ya que este juego era una nueva ip que acababa de triunfar, pero sí que su ejemplo transcurre tal cual con la llegada de Dying Light, el potente mazazo que se sacó de la manga la desarrolladora al quedar fuera del proyecto Dead Island 2. Dying Light salió a la venta en 2015 con valoraciones de crítica y público superiores al primer Dead Island… cuya segunda parte cayó en desgracia.
Es posible que yo lo hayamos comentado por aquí alguna vez. Hablando en una cena informal con un miembro de Tequila Works en un famoso Festival literario, a la pregunta lanzada al aire de por qué Deep Silver había parado el desarrollo de Dead Island 2 y se lo había quitado a Yager para buscar otros desarrolladores, el miembro de Tequila respondió rotundo con solo dos palabras: Dying Light. Y tenía toda la razón. En Deep Silver debieron quedarse de piedra al poner las manos sobre el juego recién lanzado por sus antiguos empleados. Dejaba en pañales al primer Dead Island y, posiblemente a tenor de la reacción posterior, a lo que se estaba haciendo con Dead Island 2, que entró en un eterno limbo. Seis años después nos encontramos a las puertas del lanzamiento de Dying Ligth 2 y estamos hablando de la llegada de su primera parte a Switch. ¿Dead Island 2? Ni está ni se le espera. Lo que son las cosas en este mundillo, ¿verdad?
Dying Light y el valor de la contundencia
Un golpe sobre la mesa, sin miramientos, haciendo caer el vaso de leche y tremblar el florero heredado de la abuela, así fue la llegada de Dying Light. El juego de Techland cogía Mirror Edge y cambiaba su delicioso ballet entre pulcras azoteas por huidas en un caos continuo, atravesando sucios apartamentos, rompiendo techos de quebradizo amianto, y todo en mitad de un apocalipsis zombi.
Hasta que dominas ese infierno en el que has aterrizado en paracaídas con una misión secreta, no hay disfrute en el parkour por maltratados callejones y tejados. Solo se da la urgencia y el miedo en una tensión constante. Y que no te pille la noche a la intemperie. Si hasta la caída del sol es una opción reventar cabezas podridas en mitad de una carrera, una vez el manto negro se despliega no queda otra que la carrera por la vida, sin descanso, rezando a tus dioses por no cruzarte con peligrosísimos depredadores nocturnos.
Conforme pasa el tiempo empieza a reposar lo que tenemos delante, lo suficiente como para tomar consciencia y perspectiva. Empezamos a sacar partido a cada incursión sin perder demasiado la cordura, a realizar misiones por ese mapa enorme y amurallado, a craftear todo lo que pillamos para mejorar armas y equipo. La tarea es enorme y trae por delante muchas horas de diversión. Y en Switch, Dying Light viene con todo el equipo (de supervivencia) puesto.
Otro logro imposible en Switch
Da gusto que, tras varios años desde su estreno, la híbrida de Nintendo siga desencajándonos la mandíbula a base de certeros e inesperados ganchos. Porque seamos claros, aunque a las consolas se les va sacando partido conforme avanza su ciclo de vida, partir de un hardware portátil y llevar a él títulos de su generación coetánea de sobremesa se antoja complejo. Porque sí, hemos visto versiones mejoradas en Switch de la generación de PS3/360 (Alien Isolation, los Bioshock, Metro y Borderlands, Skyrim, Dragon´s Dogma, Bulletstorm y un largo y glorioso etc.), pero es que el caso que nos ocupa surge ya del hardware de PS4/One (esta es la zona milagrosa en la que se encuentran The Witcher 3, Mortal Kombat 11, Doom Eternal y Wolfenstein, por ejemplo). Aquí no hay medias tintas que valgan y, para nuestra celebración, como el propio juego original, la versión de Switch se expresa con contundencia.
El port ha recibido un apoyo continuo por parte del equipo de desarrrollo como respuesta a una fiel base de usarios. La propia Techland inició el proceso, pero al derivar casi todos los recursos al desarrollo de la segunda parte, se optó por contratar a una empresa externa con gran dominio del hardware de Switch. Eso sí, bajo estrecha supervisión y con el apoyo de los miembros del equipo que seguían sosteniendo con nuevo contenido la fiel fan base de Dying Light. Por lo tanto, la edición Platinum que llega a Switch lo hace con todo este material, como los DLCs y los 17 packs de aspectos. Sobresale, por supuesto, la zona exterior y las aventuras en boggie de la expansión The Following, y las escaramuzas y modos junto a otros tres amigos.
El resultado es magnífico, corroborando que era muy importante para la desarrolladora entregar un producto a la altura de las altas expectativas. Hay sacrificios, por supuesto, no podía ser de otra manera, pero se vuelven invisibles en cuanto llevamos unos minutos jugando. Es la sorpresa y la sonrisa de satisfacción lo que surge en nosotros a partir de ahí. Porque si hay merma en la calidad de las sombras, los efectos ambientales y de partículas así como en el número de elementos en las distancias largas, poco más se echa de menos. Como contrapartida tenemos una resolución dinámica que alcanza los 1080p en el doc, un Frame Rate estable a 30 que solo flaquea en contadísimas ocasiones, cargas menores que en PS4 (ojo, con la que comparte resolución máxima y el Frame Rate comentado: 1080p/30fps), unas texturas y distancia de dibujado que también cumplen con creces, . Como plus de esta versión, apuntado por giroscopio, implementación del control de movimiento en los golpes cuerpo a cuerpo, vibración HD, funciones táctiles en el modo portátil… Una gozada sin paliativos.
Con Alemania hemos topado, Sancho
No todo iban a ser buenas noticias. Como la sede de la eShop de Nintendo en Europa se encuentra en Alemania, la prohibición que el juego ha sufrido en este país por la crudeza de su acción afecta a la venta digital en el resto de Europa y, de rebote y por pertenecer a la misa zona, a Nueva Zelanda y Asustralia (este último continente ha sido, a su vez, polémico protagonista en la censura de otros polémicos juegos). De hecho, hemos realizado el análisis con un código de la eShop norteamericana (que viene perfectamente localizado a nuestro idioma vía parche)
En el momento de escribir estas líneas Dying Light Platinum Edition para Switch no estaba disponible todavía en la eShop Europea. Esperamos que el problema se solucione lo antes posible y que no se pierdan las importantes ventas de la campaña navideña. Es algo que no beneficia a la compañía, tampoco a los jugadores, claro, pero la industria en su totalidad debería apuntar esto con rotulador rojo en la agenda de lo que hay que solucionar de cara a futuros lanzamientos.
A ti, lector del futuro que estás leyendo estas líneas porque Dying Light ya está a tu alcance, si es tu tipo de juego no dudes en tirarte de cabeza a por él. Es uno de los mejores en su género y se encuentra en el top de ports a la consola de Nintendo (en una lista ya de por sí larga y de enorme calidad). Felicidades por los momentos de tensión y gozo que te esperan.
Conclusión
Dying Light: Platinum Editium llega a Switch con sus bondades intactas. Un Nuevo logro técnico que rivaliza con los mejores ports en la consola de la generación PS4/One (con las que comparte resolución máxima y fps y a las que mejora en tiempos de carga). Como es habitual por los años transcurridos desde el estreno original, esta versión llega a Switch con todo el material extra acumulado. El juego cuenta además con un mimo especial por la incorporación de las particularidades de la máquina, esto es, excelente rendimiento portátil, implementación de control de movimiento, HD Rumble y funciones táctiles. No se puede pedir más. Te esperan cientos de horas de diversión, carreras, urgencia y terror. Eso sí, cuando puedas comprarlo. El juego ha sufrido la censura alemana que impide su venta digital en Europa. Es un grave problema que hay que afrontar cuanto antes, porque no se trata de algo que afecte a un juego o a una compañía en particular, sino a la industria por entero.
Lo mejor
- De los mejores port de Switch.
- Saca partido a las particularidades de la consola.
- Incluye de serie las toneladas de material extra que ha acumulado el juego desde su lanzamiento original.
- Totalmente localizado al español.
Lo peor
- Que no puedas comprarlo mientras se mantenga el veto al juego desde Alemania.
Bueno
Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.