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Ron de garrafón

Atlas, Impresiones (y problemas) en alta mar

Jugamos al nuevo y problemático early access de los creadores de ARK, este MMO de acción y supervivencia para Steam ambientado en el mundo de los piratas.

El vídeo justo arriba al comienzo de este artículo es una versión extendida del tráiler gameplay de Atlas que se mostró en los Game Awards, y es importante tenerlo en cuenta a lo largo de este texto.

De los Game Awards del pasado 2018, ese hermano pequeño del E3 a nivel de marketing en el que se ha convertido, tuvimos varias sorpresas con las que irnos medianamente contentos. En la feria del videojuego no hay nada que impresione más que los artificios y los grandes números. Esos desarrolladores a los que se les va la fuerza por la boca, con promesas que no se pueden cumplir y con ese “one million troops” que se ha convertido ya en un meme del medio, pero que refleja tan bien la cultura del hype en la que estamos inmersos.

No son un millón, pero sí cuarenta mil jugadores simultáneos los que prometía Studio Wildcard, desarrolladores del juego (también de Ark, otro que es para darle de comer aparte) que tras la ovación en la gala del evento de Keighley se despedían hinchados como pelotas de yoga. Ni que decir tiene que ni mucho menos parece haber prueba de que los servidores de Atlas puedan aguantar cuarenta mil jugadores en su estado actual, y de hecho en nuestras horas de juego apenas rozaba los cien en diferentes servidores y a diferentes horas. Al igual que muchas otras promesas que estos desarrolladores sentenciaron en su anuncio, ésta parece haberse quedado en aquella ovación tras el trailer.

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Que los primeros compases del lanzamiento de Atlas han sido turbulentos es algo que ya sabemos prácticamente todos. La noticia de quejas y devoluciones masivas en Steam se expandió como la pólvora, y junto con ella miles de ejemplos de contenido en internet sobre el mal acabado del juego (de esto sí que es probable que haya cuarenta mil).

De forma muy similar a lo que ya ocurrió con Ark, Atlas es un MMO de acción con elementos de supervivencia y RPG tan ambicioso que se escapa de las manos de sus propios creadores. En su estado actual es tremendamente defectuoso, con tasas de frames inestables que apenas llegan a los 30 en los mejores equipos, bugs, una IA errática e impredecible, un acabado visual realmente pobre y numerosos problemas técnicos más, entre ellos un imput lag bastante notable (el juego tarda en reaccionar cuando pulsamos las teclas) y de optimización.

También de forma muy similar a lo que ocurre con Ark, es un juego fácilmente stremeable. Su énfasis en lo social, su condición siempre cambiante de MMO y su inestable estado garantiza un interesante visionado en Twitch y similares. Las historias que se van creando sobre la marcha es lo más interesante de ver y jugar en este tipo de experiencias. En nuestra partida hemos llegado a hacernos con un pequeño grupo de aspirantes a piratas como nosotros, y junto a ellos pudimos aprender y mejorar, perseguir objetivos comunes, hacernos un hueco en la isla donde aparecimos y navegar a nuevos horizontes. Llegar hasta ahí, no obstante, garantiza varias horas de frustraciones, confusión y cabreos frente al monitor.

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Como el resto del juego, la progresión de Atlas va un poco a trompicones. Hace demasiado énfasis en farmear y algunas habilidades clave están bloqueadas de primeras, como los planos para el crafteo de herramientas básicas. Por no hablar del pésimo trabajo de tutorización, que no hace por comunicarnos elementos importantísimos para la supervivencia como evitar perder nuestro inventario al morir o mecánicas clave como beber agua del suelo.

Al final, aprender a jugar a Atlas acaba convirtiéndose más en una labor comunitaria que otra cosa. Las horas echadas dando vueltas por la isla recolectando materiales y crafteando objetos son mucho más llevaderas en compañía, incluso aunque sean desconocidos. Tener objetivos comunes acelera de sobremanera la progresión del juego, por no hablar de que lo hace mucho más interesante al crear dinámicas como la especialización de los diferentes miembros, pudiéndose centrar algunos en la construcción, otros en la recolección, otros en el combate…

Los objetivos nos los marcamos los propios jugadores, por supuesto. Conforme vamos subiendo de nivel vamos desbloqueando diferentes habilidades en su mayoría relacionadas con las posibilidades de crafteo, con nuevo equipo que nos hace más eficaces en las tareas que realizamos, como las clásicas herramientas de metal que sustituyen a las de piedra, o un arco para combatir a distancia y que no tengamos que ir dándole puñetazos a los cocodrilos. Hay una suerte de árbol de habilidades con rutas que seguir según la categoría, aunque no son exclusivas y podemos llevar un progreso libre. Subir de nivel también nos permite mejorar una serie pasivas, como nadar más rápido o hacer más daño con nuestros puños, por si tenemos que pelearnos a puñetazos con cocodrilos.

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Para ser el rey de los mares hay decenas de tareas que tendremos que plantearnos previamente. La construcción de transporte naval es la más obvia, empezando por las sencillas balsas que nos permiten bajar las velas y echarnos adonde nos dirija el viento y la mar, pero ¿qué hay de todo lo demás? ¿Cómo estableceremos un lugar donde dormir y poner nuestras pertenencias? ¿Qué comeremos a largo plazo? ¿Cómo nos defenderemos de los enemigos y mataremos criaturas?

El juego se beneficia del feedback loop habitual de este tipo de títulos. Recolectar recursos, craftear objetos, pelear contra enemigos, subir de nivel, mejorar nuestras habilidades, craftear mejores objetos... Siempre hay algo que hacer para estar entretenidos porque siempre hay un objetivo pequeño que podemos perseguir en pos de una meta mayor. Pero la sensación de que hay diez cosas que deberíamos estar haciendo al mismo tiempo y en vez de eso estamos talando madera puede resultar abrumadora. Es fácil perder de vista la "big picture" en el momento en el que nos enfrentamos a rutinarios quehaceres uno tras otro, y aunque el objetivo “mayor” nos mantiene pegados al teclado, las horas que puede hacernos perder farmeando no son pocas. Tampoco debería distraernos el hecho de que muchas de esas horas se pasan teniendo que pasar por alto numerosos problemas de los mencionados anteriormente. Además de luchar contra el hambre, la sed y las amenazas que nos acechan, también hay que pelear contra el inestable estado del propio juego.

Atlas es, a día de hoy, un juego innegablemente defectuoso. No tanto en contenido (hemos tenido casos mucho peores) pero sí en todo lo demás. Hay virtudes en él que lo hacen valioso y disfrutable, la propuesta tiene su encanto y poder disfrutarlo en compañía hace que gane muchos enteros. Y hay un buen número de jugadores que estarán dispuestos a darle una oportunidad y seguramente lo disfruten hasta cierto grado (no hay más que entrar en cualquier plataforma de streaming y comprobarlo). Jugadores curtidos en este tipo de juegos early access tan tremendamente verdes que podrán perdonar en parte sus defectos y disfrutarlo. Pero para el resto de jugadores, y también como consejo general, quizás es mejor esperar un tiempo prudencial antes de tomar el timón en aguas más tranquilas.

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Atlas

  • PC
  • XBO
  • Acción
  • RPG

Atlas es un MMORPG a cargo de Instinct Games y Grapeshot Games para PC y Xbox One ambientado en la era de los piratas donde los jugadores deberán explorar, construir y conquistar a lo largo y ancho del planeta.

Carátula de Atlas