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198X

198X

Recreativos: Una vía de escape

198X, Análisis PC: un homenaje al templo del arcade

La historia de Kid en la década de los 80 contada por Hi-Bit Studios a través de su título 198X para PC. Volvemos a los recreativos en nuestro análisis.

La nostalgia es un sentimiento que, para bien o para mal, sufrimos todo mortal en este mundo. Desde aquellos días en los que jugábamos a las canicas con nuestro fiel amigo en ese parque que ahora es un centro comercial, esos bollos con chocolate con pegatinas de Toi que ya no saben igual o una partidita en los recreativos del barrio, el que era nuestro pequeño refugio lleno de humo de tabaco, mucho ruido y atestado de gente gorroneando vidas. Todo tiempo pasado fue mejor, o al menos eso dicen, pero jugar con la nostalgia en los videojuegos no es tan fácil como pixelar todo lo que aparece en la pantalla.

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Eso es lo que ha intentado Hi-Bit Studios con 198X, un compendio de títulos arcade dispuestos a lo largo de una historia que podría ser la de cualquiera que peine canas. Y aunque la idea es bastante original y tenía todas las papeletas para permanecer en la memoria del colectivo durante muchos años, lo cierto es que el producto pierde aire en algunos apartados excepto en el audiovisual, donde ahí sí, brilla en todo momento.

Una historia que puede resultarnos familiar

198X trata sobre Kid, su viaje emocional hacia la adolescencia, sus problemas en el hogar, su relación con el mundo y los salones recreativos como vía de escape. El juego intenta transmitirnos tanto mediante con escenas de vídeo y/o narración como con los minijuegos incluidos en él los sentimientos del protagonista. Un local repleto de máquinas arcade será su pequeño castillo fortificado, rodeado de personas socialmente marginadas que el protagonista considera los más afines a él pues se evaden de sus problemas personales visitando nuevos mundos —los videojuegos— al igual que él mismo. Estamos hablando de la década de los 80, una época donde dicha afición no estaba tan bien vista como en la actualidad.

Entre escena y escena de vídeo narradas —sin subtítulos y en inglés— el jugador toma el mando a través de cinco minijuegos que llaman a la nostalgia al estar inspirados en grandes títulos del pasado que todo el mundo asociará a simple vista. Un yo contra el barrio con reminiscencias de Final Fight o Streets of Rage, un shoot’em up con aires de R-Type, un minijuego de conducción que nos recuerda a Out Run, una suerte de run and gun con ninjas con similitudes a Shinobi o Shadow Dancer y un minijuego rolero inspirado en Phantasy Star. Es aquí, en parte, donde a 198X se le notan las costuras, con flashbacks a nuestro pasado que no terminan de cuajar por su falta de complejidad y la longitud de los mismos.

Tenemos que dejar claro que Hi-Bit Studios ha hecho un trabajo estupendo a la hora de conectar la historia con el estado anímico del personaje a través de los minijuegos. Es decir, en cierto momento Kid desearía escapar de su ciudad y ese deseo se ve en parte cumplido gracias a una máquina llamada Runaway en la que el personaje debe escapar de un monstruo que, al final, termina dando con él. No solo el género del minijuego está bien escogido si no que al final nos muestra cómo se siente Kid; con un momento de libertad corriendo entre pantalla y pantalla —él jugando a videojuegos— y un final poco esperanzador —al terminar la partida vuelve a la realidad— .

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El problema de 198X reside en que los minijuegos apenas duran unos pocos minutos y su complejidad se centra únicamente en un par de momentos ligeramente más difíciles que el resto. Cumplen con la función de trasladarnos al pasado y explicar los sentimientos de Kid sin muchos adornos pero no hay tiempo para deleitarnos con ellos porque, sinceramente, son demasiado cortos. De hecho los mismos títulos carecen de funcionalidades y opciones típicas que sus semejantes sí tenían tiempo atrás. No podemos dar excesivos detalles de ellos por esto mismo, porque estaríamos destripando todo el videojuego y eso unido a su cortísima duración estropearía las pocas sorpresas que hay en su interior.

Para llegar a ver los créditos finales hemos empleado alrededor de 60 minutos, donde jugables han sido aproximadamente alrededor de 35-40 minutos y el resto escenas de vídeo, transición de menús, créditos y alguna pausa de necesidad. Si ya de por sí nos ha parecido algo escaso el tiempo de juego, a ello hay que añadirle que está incompleto pues se espera una segunda entrega en el futuro que cierre la historia de Kid y donde veremos más minijuegos inspirados en la década de los 80.

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Directo al corazón

No todo en 198X es malo. Su mayor baza, además de contar excepcionalmente bien el estado emocional del protagonista, es su apartado audiovisual donde aprueba con muy buena nota. La estética pixel art del videojuego es magnífica, llena de detalles y con animaciones muy cuidadas. La paleta de colores utilizada para contar la historia de Kid es bastante realista —con toques ciberpunk— mientras que la utilizada para los minijuegos es muy similar a la empleada en las que se inspiran creando así un título muy vistoso y que entra por los ojos.

La banda sonora, por otra parte, está a un nivel muy bueno con un montón de temas synthwave —con sintetizadores— de gran calidad y con el aliciente de poder escuchar al legendario compositor Yuzo Koshiro entre los demás artistas que ponen música a 198X. Todo un despliegue musical adornado por unos buenos efectos de sonido para la parte jugable. No obstante la voz que narra la trama de Kid está a un nivel inferior y grabada a mala calidad. Tampoco ayuda que no existan subtítulos en ningún idioma por lo que aquellos que no dominen el inglés apenas entenderán el día a día del protagonista.

Conclusión

198X es un videojuego que consigue transmitir al jugador el estado emocional de su protagonista a través de su narrativa y los pequeños minijuegos que lo acompañan pero nada más. En la parte jugable nos encontramos con que los arcades en los que tomamos el mando son extremadamente cortos, sin complejidad y fáciles de llegar a término. Su manera de expresar los sentimientos de Kid y el apartado audiovisual salvan del desastre a este título en el que la nostalgia poco puede hacer por él.

Lo mejor

  • La forma de meternos en la piel del protagonista.
  • La banda sonora es una delicia.

Lo peor

  • Minijuegos demasiado cortos y sencillos.
  • Ningún extra jugable.
  • Duración extremadamente corta.
  • Sin subtítulos ni otro idioma que no sea el inglés.
6.5

Correcto

No es lo último ni lo más original, tampoco cuenta con la mejor ejecución, pero puede divertir si te gusta el género. Bien, pero mejorable. Cómpralo si te gusta el género y te gusta tenerlos todos.