Cine
Crítica de ‘Avatar: Fuego y ceniza’, más déjà vu que secuela
La nueva entrega de la saga rompe taquillas de James Cameron es tan continuista que nos hace sospechar que la anterior y esta eran una única película.

Cuando James Cameron dijo que la segunda y la tercera parte de ‘Avatar’ se habían rodado prácticamente a la vez, pensamos que era por un tema de logística; por cuadrar agendas con los actores y trabajar en la postproducción de manera simultánea. Después de ver ‘Fuego y Ceniza’, la explicación parece otra. La nueva entrega de la saga resulta excesivamente continuista y provoca una constante sensación de déjà vu. Es como si la anterior y esta fueran una misma película que simplemente se ha dividido en dos partes. Podría llamarse ‘El sentido del agua 2’ y a nadie le extrañaría.
Después de conocer a los na’vi del agua en la anterior entrega, suponíamos (por el título de la película) que esta vez íbamos a conocer a la tribu del fuego. Pensábamos que Cameron iba a llevarnos de paseo por los volcanes de Pandora para sorprendernos con su recreación del magma y de la lava, del polvo y la ceniza. Esperábamos que el director sacara tanto partido a ese bioma como a las playas paradisíacas del anterior, pero nada más lejos de la realidad. El 70% del metraje vuelven a ser escenarios y dinámicas ya vistas.
Esta tercera parte de ‘Avatar’ se siente como una expansión (o incluso revisión) de la segunda.
Se repiten las secuencias con la familia tratando de integrarse entre los na’vi con vocación de anfibio, los momentos de rebeldía con los niños yendo a mares prohibidos y obligando a los mayores a ir tras ellos, las escenas de caza de ballenas y hasta la gran batalla final es marítima y clavada a la anterior, solo que a mayor escala. El otro 30% se divide entre un momentáneo regreso a los bosques y una breve visita al bastión de los humanos en Pandora. Es verdad que hay una tribu nueva y salvaje, pero lo de ‘Fuego y Ceniza’ viene dado porque aprenden a usar armas de fuego. La presencia de los propios elementos es anecdótica. A nivel visual y temático, la cinta no sorprende como las anteriores. Esta tercera parte de ‘Avatar’ se siente como una expansión (o incluso revisión) de la segunda.

Dejando a un lado esa falta de sorpresas y novedades que maniata la experiencia, lo cierto es que la película sigue ofreciendo un despliegue audiovisual mayúsculo y su recta final contiene la batalla más espectacular de toda la saga. Es una pena porque cuando Cameron ofrece un vistazo a recovecos inéditos de Pandora, ‘Fuego y Ceniza’ sí que demuestra imaginación y encanto. Ocurre, por ejemplo, durante la primera hora, en la que los Sully viajan en una especie de globos aerostáticos. Son contados y pequeños oasis que además están separados entre sí para una travesía de tres horas y media. Si no hubiera retomado las tramas y cuentas pendientes de la anterior, si se hubiera alejado de aquella, quizás habría sido igual de buena. Lástima.
Porque esa es otra, a nivel narrativo, la cinta no mece apenas la rueda en el gran esquema general de las cosas. Sully, quien terminaba diciéndole a su hijo “te veo” al final de la anterior, dándole a entender que no le culpaba de la muerte de su hermano, parece reiniciar sus progresos y necesitará que su heredero vuelva a ganarse su confianza. Neytiri pasará su propio duelo, no solo por su hijo, sino (otra vez) por haber abandonado su bosque natal y por su odio a los humanos. Kiri (el papel adolescente de Sigourney Weaver) sigue preguntándose por sus orígenes). Spider, el niño que quiere ser azul, continúa a vueltas con sus dichosas máscaras de oxígeno. El cazador de ballenas que pensábamos muerto está de vuelta y así podríamos seguir, citando tramas de hace dos años que al fin tienen resolución, pero que ni muchísimo menos necesitaban seis horas de metraje y dos películas para desarrollarse. El único que parece evolucionar es Quaritch, eterno villano, pero hasta la mayoría de los pasos que da como personaje los da fuera de cámara. Él y su hijo están escritos de manera un tanto torpe, aunque la parodia del xenófobo con novia de otra raza es divertida (a la manera de Sean Penn en ‘Una batalla tras otra’).

Valoración final
‘Avatar: Fuego y Ceniza’ sigue ofreciendo un espectáculo mayúsculo en lo audiovisual y relativamente solvente en lo narrativo y temático, motivos por los que bien merece la pena disfrutarla en cines y a poder ser en 3D y con la pantalla más grande a nuestro alcance. Eso no quita para que se antoje demasiado continuista y carezca del impacto de las anteriores. Los mismos parajes, las mismas tramas, situaciones idénticas a las de hace dos años... Es un epílogo a la segunda entrega más que un nuevo capítulo en la historia de Pandora. Por eso, aún manteniéndose entretenida, no cabe duda de que es la peor de las tres.

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