Super Crazy Rhythm Castle

  • PlataformaPC7.5NSW7.5PS47.5XBO7.5PS57.5XBS7.5
  • GéneroAcción, Aventura
  • DesarrolladorSecond Impact Games
  • Lanzamiento14/11/2023
  • TextoEspañol
  • EditorKonami

Review

Análisis de Super Crazy Rhythm Castle, la mezcla de Guitar Hero y Overcooked

¿Qué pasa si mezclamos Guitar Hero y Overcooked? ¿Los juegos musicales y los party game? La respuesta es Super Crazy Rhythm Castle, la nueva sorpresa de Konami.

El año va tocando a su fin y en MeriStation queríamos aprovechar la recta final para repasar algunas de las joyitas que nos hemos pasado por alto. Juegos que no han estado bajo los focos en un 2023 para el recuerdo, pero que también se merecen su dosis de atención y cariño. Propuestas como la de Super Crazy Rhythm Castle, de las cuales seguramente no se hable en los debates sobre el GOTY, pero al mismo tiempo de aquellas que todo el mundo querría probar en una velada con amigos. Porque lo último de Konami es un simpático proyecto que combina las fórmulas de Guitar Hero y Overcooked para arrojar algo de luz y carcajadas a un género como el musical, hoy día prácticamente un páramo. Así que sin más dilación... uno, dos, tres, cuatro. We Are Sex Bob-Omb!

Un Guitar Hero con 300 cosas extra por hacer

De entrada, la propuesta de Super Crazy Rhythm Castle no podría ser más sencilla. Hay una partitura por la que van cayendo notas de colores y nosotros hemos de pulsar en el momento justo los botones asociados a las mismas. Parece una suerte de Guitar Hero y nos sentimos como en casa. Sin embargo, los niveles no tardan en agitar la coctelera y poner el libreto de normas patas arriba. Seguir la melodía y sus notas acabará siendo solamente una de las trescientas cosas extra que tendremos que hacer.

Preparaos para pelear con enemigos al mismo tiempo, para cocinar a la vez, para jugar a videojuegos dentro del propio videojuego, para superar fases de sigilo de manera simultánea y para tirar de palancas, pulsar botones y romper y lanzar distinto mobiliario. Todos los niveles hacen un esfuerzo loable por sorprendernos. Es dinámico y variado como él solo, en ocasiones hasta en exceso, pues hay momentos en los que entender el puzle de turno requiere varios intentos (y fracasos previos).

Un videojuego dentro del propio juego. Sí, ojo a este nivel musical en el que casi se diría que manejamos un RPG.

Entre nivel y nivel asistimos a una historia simpática y colorida a rebosar de chistes y bromas. A grandes rasgos, nuestro personaje va ascendiendo desde los calabozos de un enorme castillo en busca del salón del trono donde aguarda el rey Ferdinand I, quien nos vigila por las cámaras de seguridad y va poniéndonos trabas. El objetivo es retarlo y hacerse con la corona. Más presente de lo que nos gustaría, no está especialmente inspirada en lo que a humor se refiere. Se hace pesada e infantil, obligándonos a escuchar los mismos chascarrillos una y otra vez si repetimos fases.

Mover a los personajes por entre niveles tampoco se siente tan fino como la parte musical. El mapa del mundo nos propone algunos puzles de lo más sencillos, pero el desplazamiento es un tanto tosco. Animaciones, menús y planteamientos parecen en un estado precario y no final. Vamos que a todo lo que tenga que ver con la parte musical y las pruebas en sí, genial. Todo lo que ocurre entre una y otra, meh. Por eso cuanta más presencia gana esta segunda parte, peor.

Todo lo que ocurre entre niveles da un poquito de cringe.

El concierto es impagable

Al César lo que es del César. A nivel sonoro (la prueba del algodón del género), el juego nos ha maravillado. Cubre lo que denomina “los cuatro pilares de la música moderna” y ofrece canciones en su inmensa mayoría desconocidas de rock, pop, electrónica y flamenco. En total, 36 temas entre los que también hay sentidos homenajes a sagas de Konami como la mismísima Castlevania (con ‘Bloody Tears’ y ‘Vampire Killer’). Lejos de ser réplicas sin licencia de canciones archiconocidas (también las hay), la mayoría son pegadizas como ellas solas y una auténtica delicia. Más de una vez creeréis estar escuchando el temazo que se os ha escapado de algún grupo indie de culto. Qué buen gusto y cuánta personalidad.

La playlist es sin duda lo mejor del juego y encima se adapta como un guante al gameplay. ¡Cuántas veces nos habremos cruzado con propuestas musicales en las que aquello que suena no tiene nada que ver con los patrones que se nos exigen! Aquí está clavado (incluso cambiando entre dificultades) y es la mar de intuitivo. Os sorprenderéis a vosotros mismos tarareando las canciones para ayudaros. Super Crazy Rythm Castle tiene una de las soundtracks del año y es una joya a nivel musical.

Es aplaudible su capacidad para sorprender con novedades en cada nivel.

A vueltas con una dificultad desafinada

Los juegos musicales son difíciles. Es una característica intrínseca del género y a menudo el handicap viene de casa porque no todo el mundo tiene sentido del ritmo. Pero aún partiendo de esa base, la dificultad de Super Crazy Rhythm Castle nos ha parecido un dolor de muelas. No tiene nada que ver con nuestra capacidad de seguir el compás, sino con todo lo que sucede alrededor.

Para empezar, la disposición de botones no nos convence y no hay forma de cambiarla. Es como ser batería, tener el asiento a ras de suelo y no poder subirlo. Tocas incómodo y mal. Debería ser una opción obligatoria y su ausencia parece fruto de un olvido más que otra cosa, pues sí que podemos personalizar detalles más complicados como que en una misma partida haya jugadores con distinto nivel de dificultad. Ojalá se actualice en el futuro.

Sí, el juego también cuenta con jefes finales.

El verdadero problema viene con todas las tareas secundarias que hay que hacer en pleno concierto. No vas a perder por fallar notas, sino porque no entiendes el minijuego adicional que te están proponiendo o porque estás jugando solo y no puedes repartir tareas con terceros. Olvidaros de completarlo al 100% en solitario y tened en cuenta que si bien hay online, carece de matchmaking. Sólo podéis uniros a otros previa invitación de un amigo. Cantantes solistas, no gracias.

“La dificultad de Super Crazy Rhythm Castle nos ha parecido un dolor de muelas. No pierdes por fallar notas, sino por todos los añadidos (¿innecesarios?) que hay alrededor”.

En fácil es demasiado asequible y en difícil (“pro”, con una nota extra y combinaciones más complicadas), sacar las tres estrellas de cada nivel termina volviéndose imposible a menos que juegues con otros. A veces ni por esas. Pero sin duda, la gota que colma el vaso son los diálogos imposibles de saltar a los que como decíamos, deberemos asistir cada vez que repitamos un mismo nivel. Un ejercicio de paciencia memorable. Por suerte, Super Crazy Rhythm Castle tiene una especie de modo arcade donde podemos centrarnos en las canciones y olvidarnos de todo lo demás. Es tan satisfactorio que le lleva a uno a preguntarse cómo de necesarios eran el resto de añadidos.

En solitario, el 100% es prácticamente imposible.

¿Juego musical o party game?

Aunque hemos ofrecido algunas alternativas a esos problemas “de afinación”, en el fondo la solución podría ser mucho más sencilla: tomarse Super Crazy Rhythm Castle como un party game en vez de como un juego musical. Si no buscas un singleplayer, pasas de conseguir las tres estrellas, ignoras la dificultad difícil y obvias todo lo que conlleve concentrarse y demostrar habilidad musical, la experiencia es bastante más disfrutable. El problema está en que claro, quizás sea mucho pasar.

En cualquier caso, no es ninguna tontería. Haciendo el cafre con amigos, molestándoos entre vosotros y colaborando lo mínimo para avanzar, el juego garantiza un buen número de sonrisas y puede tomar el relevo a Overcooked en las reuniones caseras. Hasta cuenta con un modo competitivo al margen de la campaña principal en el que de colaborar nada, ahí las cosas van de enfrentarse a los demás en diversos minijuegos. Resulta desternillante y una verdadera lástima que no haya demasiados. Se trata de un añadido genial y de una muestra más de que a Super Crazy Rhythm Castle se le caen las ideas de los bolsillos.

Los minijuegos competitivos son un extra maravilloso.

Conclusión

Super Crazy Rhythm Castle es un juego musical con alma de party game. Como mezclar Guitar Hero con Overcooked. Su banda sonora es simplemente increíble y bien vale nuestra compra por sí sola, pero a nivel jugable la propuesta puede frustrar a los puristas del género que busquen algo para disfrutar en solitario y poner a prueba su habilidad. Porque sí, es un derroche sin fin de ideas y minijuegos, pero acaba pecando de confuso y recargando demasiado la experiencia. Aún así, sus ganas y su personalidad tampoco dejan de agradecerse nunca. Recomendable para disfrutar en compañía y sin demasiadas pretensiones completistas, con cuatro retoques hubiéramos estado ante una de las joyitas del año. Pero, ¿que hay más perfecto a veces que algo imperfecto?

Lo mejor

  • La lista de temas, maravillosa.
  • El concepto: Guitar Hero + Overcooked.
  • Es un derroche de ideas y minijuegos. A nivel audiovisual y jugable.
  • Los extras (modo arcade, enfrentamiento...)

Lo peor

  • En solitario la experiencia se resiente.
  • A menudo cuesta entender los puzles que plantea.
  • La dificultad, disparatada y no basada en nuestra habilidad.
7.5

Bueno

Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.

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