Los proyectos Manhattan. La disparatada historia de la carrera nuclear

En plena Segunda Guerra Mundial Estados Unidos inició el Proyecto Manhattan (1942) en el que las mentes más brillantes del momento investigaron y desarrollaron las primeras armas nucleares. Si hace poco vimos cómo Oppenheimer afectó a los videojuegos y la cultura pop, hoy vamos a repasar cómo Jonathan Hickman, uno de los autores de Marvel más reputados de los últimos tiempos, tomó este hecho histórico como punto de partida para construir una obra independiente, divertida y, por momentos, delirante en la que tienen cabida las ideas más disparatadas.

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Trama

Cuando en 1977 Marvel creó ‘Waht if…?’ abrió a los autores una puerta a desarrollar su talento sin las cadenas que imponían sus antecedentes. Bajo esta premisa y con la libertad que garantiza una editorial independiente como Image, Jonathan Hickman cimenta esta serie limitada: ¿y si el Proyecto Manhattan no fuera más que una cortina de humo? Para él no hay uno, sino muchas investigaciones con las que los estadounidenses querían acabar la guerra y a cada cual más excéntrica: portales interdimensionales, realidades alternativas, extraterrestres, robots asesinos, inteligencias artificiales… Todo bajo el paraguas de sus dos cabezas dirigentes: el general Leslie Groves y Oppenhaimer, pero estos, como todo el resto de los personajes conocidos que desfilan por sus viñetas, son una caricatura de sí mismos.

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En realidad, la premisa que sustenta el cómic es que todos los que participaron eran unos genios locos, cuando no malvados. Hickman retuerce sus personalidades exagerando sus rasgos menos comunes, como la pulsión homicida que en realidad sufría Oppenheimer, para ofrecer un relato en clave de humor negro de un hecho trascendental en la historia de la humanidad.

Convierte a Enstein en una especie de Rambo que tendrá que combatir contra sus otros yo llegados de realidades alternativas, Enrico Fermi es un extraterrestre, Von Braun es presentado como un cyborg y tampoco tiene piedad ni con figuras históricas ni políticas como Truman, Kennedy o Johnson. Todos caen bajo su ácida mirada que tiende a exagerar sus defectos.

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Un dibujante controvertido

Nick Pitarra es el encargado de poner los lápices a la historia, se trata de una de las figuras más discutidas del mundo del cómic y su presencia en las colecciones no siempre es bien recibida por los seguidores de estas. Ello se debe a su fama de mal dibujante, de convertir en grotescas a sus creaciones exagerando todos sus rasgos hasta convertirlos en caricaturas de sí mismos. Ese ‘defecto’ se convierte aquí en virtud, su trazo sencillo, sus deformidades y su gusto por los detalles de mal gusto encajan en la historia de Hickman como anillo al dedo.

Cuanto más extraña se vuelve la situación mejor funciona el dibujo de Pitarra, como complemento a su trabajo hay que destacar el excelso trabajo que hace la colorista Jordie Bellaire, una de las mejores profesionales de su campo.

Si Pitarra es un dibujante poco ortodoxo en sus creaciones sin embargo es bastante clásico en la disposición de la página, con estructuras muy simples que solo cambian el número de viñetas por cara para adaptarse al ritmo del relato.

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Una figura de Marvel

Jonathan Hickman ha sido uno de los grandes baluartes de Marvel de los últimos años. Comenzó su andadura allí con Guerreros Secretos, para consolidarse en la colección de Los cuatro fantásticos. Por sus manos han pasado también Vengadores, X-Man y Caballero Luna. Al guionista de Carolina del Sur siempre le ha achacaodo el defecto de sacrificar la profundidad de sus personajes, demasiado rígidos, en beneficio de la trama, pero en este cómic de Image demuestra que cuando no está sujeto a los imperativos de la historia sabe dotar a sus creaciones de personalidades ricas y llenas de matices, aunque estos no siempre estos tienen que ser positivos.

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Conclusión

Los proyectos Manhattan es un cómic muy divertido, que parte de un hecho histórico para crear una distopía delirante en la que Hickman va sumando dosis de locura a medida que se avanza en sus páginas. El dibujo caricaturesco de Pitarra, que en otras ocasiones ha sido criticado, se fusiona de manera perfecta con la historia hasta conseguir que el lector perciba que todo lo que está leyendo y viendo es una gran mascarada.

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