Call of Duty: Modern Warfare 2, así es la campaña más experimental y variada de la saga

Call of Duty: Modern Warfare 2 probablemente tenga la oferta más extensa de las últimas entregas, sobre todo si tenemos en cuenta el calendario de experiencias previsto a partir de su lanzamiento. La puerta de entrada a la secuela del reboot de 2019 es una campaña que introduce al jugador en una montaña rusa de emociones. Prácticamente no hay dos misiones seguidas iguales. Desde la infiltración clásica hasta la persecución de un convoy agarrado al volante, Infinity Ward aprovecha este puente hacia la siguiente entrega para experimentar, para medir qué es lo que sus jugadores quieren de la subsaga más querida por la comunidad.

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Montaña rusa

Si algo no le podemos achacar a la campaña de Call of Duty: Modern Warfare 2 es falta de variedad. Las misiones clásicas de punto a punto a tiro limpio son minoría. Como decíamos en la introducción, transmite la necesidad del equipo por experimentar dentro de la fórmula. Hay misiones que dividirán a la comunidad, pero para suavizarlas se intercalan con otros conceptos ya conocidos y refinados.

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Mucho del aprendizaje de Call of Duty: Warzone en adelante está depositado aquí, listo para encajar de la mejor manera posible como parte de la coreografía global. Una de las misiones nos lleva a abrirnos paso a través de un convoy de Al Qatala saltando entre vehículos y conduciéndolos al más puro estilo Uncharted. Es intensa, fresca, y nos ofrece uno de los mejores momentos que podemos ver en toda la campaña.

No todo funciona. En el otro lado de la balanza nos encontramos una misión que surge como un pequeño survival guiado. Se nos introduce a la fabricación de utensilios tras la búsqueda de recursos a tu alrededor. Punzones que abren cajones, bidones de detergente que junto a un puñado de cera resulta en una perfecta bomba de humo, minas improvisadas uniendo trozos de explosivos y cintas americanas… Parece una especie de tutorial sobre una mecánica que puede tener peso en contenidos como DMZ en Warzone 2.0, pero en la campaña son pobres. No marcan la diferencia por lo guiado que resulta y las pocas oportunidades que tienen de brillar estos artilugios.

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Entre punto y punto de estos extremos nos encontramos con las misiones clásicas, esos momentos orquestados que te dejan pegado al mando. Incluso dentro de esa estructura hay situaciones pensadas out of the box. La marea mece con violencia el barco protagonista de la misión Dark Water, lo que influye en un momento concreto sobre los obstáculos que están sobre su superficie. Los contenedores se mueven de de lado a lado según el impacto del oleaje. Algunas veces te ayuda a acabar con algún intrépido enemigo que no calculó bien hacia dónde iría; en otras, lamentablemente, eres tú el que termina aplastado. Este nivel es el ejemplo perfecto por el que una campaña de Call of Duty puede brillar hoy día si cuenta con la dirección adecuada. Es un espectáculo audiovisual que no deja un solo segundo de respiro.

La alargada sombra de 2010

Lo que sí queda claro al completar la campaña es que la sombra del original es demasiado alargada. Faltan momentazos que se queden grabados en la retina, misiones que tras completarla quieras volver a jugar. Falta épica, falta saber medir los niveles y cuánto puede dar de sí un concepto. Muchas veces tenemos la sensación de que alguna fase se alarga más de la cuenta. Termina haciéndose bola estructuras que en el pasado sí supieron tocar la tecla adecuada.

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El equivalente a Todos Camuflados de Call of Duty 4: Modern Warfare es una misión de francotirador flojísima. Los momentos de acción se diluyen, y la compañía de Price está limitada a la eliminación de una tropa enemiga aburrida, sosa, sin contratiempos relevantes. Está ambientada en algún lugar de Galicia, y ni la excelente ambientación logra darle un vuelco.

Por eso incidíamos anteriormente es la importancia de una buena dirección. No todas las misiones mantienen el listón. Solo los vuelcos jugables que da entre misión y misión logran mantener viva la llama hasta completarla. De hecho, las mejoras en inteligencia artificial no se perciben como el salto que pretendían. En campo abierto siguen siendo dianas andantes con un repertorio de animaciones inédito, sí, pero hasta ahí. Solo en algunas secuencias de la recta final, donde entablas combates cuerpo a cuerpo en ratoneras, brillan algo al buscar constantemente tu flanco. No se aprovecha tanto como esperábamos. Lo completamos en dificultad veterano en 9 horas y media.

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La prueba de que estamos en una entrega de transición (en cuanto a campaña se refiere) aparece una vez la has finalizado. Casi la totalidad del arco narrativo ha sido escrito para modificar el orden de los principales eventos del original. No esperes que aparezcan esas secuencias que estás pensando. La secuela los reunirá. Lo que tenemos ahora amplía la relación de la Fuerza Operativa 141 entre sí y añade algunos elementos que le sientan realmente bien. Los Vaqueros, con Alejandro Vargas al frente, se sienten como personajes que nos han acompañado desde siempre en la saga.

Camino al análisis

Esto es tan solo una pincelada de nuestras conclusiones sobre Call of Duty: Modern Warfare 2. Una vez el multijugador abierto toca conocer cuál es la propuesta completa del esperadísimo juego de Activision. Hablaremos en mayor profundidad de la campaña y el resto de la oferta en el análisis. Lo mejor está por llegar.

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