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Un RPG que da mucho en qué pensar

Las distopías de Tales of Arise: una historia de opresión, política y venganza

El más reciente título de la saga Tales of es un drama político que nos enseña todo lo que podría ir mal en un régimen distópico. Aquí analizaremos por qué.

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Las distopías de Tales of Arise: una historia de opresión, política y venganza

La saga Tales of, además de ser uno de los grandes referentes de la industria de los JRPG, se caracteriza por tener tramas que ahondan en temas políticos y filosóficos como el racismo, la ecología o la corrupción de las instituciones eclesiásticas. Por ejemplo, en Tales of Symphonia nos encontramos con que el detonante que puso en movimiento los engranajes de la historia fue el odio hacia los semielfos; en Tales of Phantasia debemos enfrentarnos a un hechicero malvado que en realidad es un viajero de otro mundo que viene a advertirnos de los riesgos de abusar de la tecnología y su impacto en la naturaleza; y en Tales of Berseria lucharemos contra una iglesia manipuladora que no duda en traficar con drogas o robarle el libre albedrío a sus fieles para alcanzar su mundo ideal.

La más reciente entrega de esta franquicia, Tales of Arise, no podía ser menos. El escenario en el que se desarrollan los acontecimientos es Dahna, un planeta medieval que ha sido ocupado por su planeta gemelo Rena, tecnológicamente más avanzado que su hermano. Los señores renanos han dividido sus tierras en cinco reinos y ahora gobiernan en ellos con puño de hierro, de forma independiente los unos de los otros. Así, este juego nos presenta cinco distopías diferentes, cada una acorde a la personalidad de su señor. Pasemos a analizar cada una de ellas.

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Gobernar a través de la fuerza

Como ya nos ha enseñado la historia en repetidas ocasiones, la forma más rápida y eficaz de controlar a los demás es a través de la fuerza bruta. Decenas de superpotencias a lo largo de los siglos han invadido a naciones más débiles, les han arrebatado todo lo que tenían, y les han obligado a trabajar para ellos sin posibilidad de negarse. La vida del esclavo es como la describe George Orwell más arriba: nada te pertenece, ningún sitio es seguro, no hay a dónde escapar.

Tal es el caso de Orbus Calaglia, la tierra del fuego donde Lord Balseph explota a sus súbditos sin la más mínima compasión. Los dahnianos viven en chozas sucias y enanas, y se ven obligados a realizar trabajos pesados de sol a sol. Da igual que enfermen, o incluso que mueran: es fácil reemplazarlos, por lo que los renanos no se cortan nada a la hora de infligir castigos físicos a los esclavos.

Tan eficiente es este método de subyugación que nuestro protagonista, Máscara de Hierro, jamás se planteó volverse contra sus amos. Sí, existe una rebelión, pero incluso esta es débil y está contra las cuerdas. De no haber sido por el encuentro entre Alphen y Shionne, los esclavos de Orbus Calaglia jamás habrían roto sus cadenas.

El miedo como herramienta de coerción

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¿Cómo te rebelas contra el opresor cuando este podría ser cualquiera? ¿Dónde buscas aliados si incluso las víctimas se traicionan entre sí? ¿Qué esperanza hay cuando ni siquiera puedes confiar en el líder de la rebelión?

Este es el caso de Cyslodia, donde Ganabelt Valkyris ha ingeniado un régimen muy difícil de desmontar: ha creado un cuerpo policial integrado tanto por renanos como por dahnianos, y ha impuesto un sistema en el que se otorgan recompensas a aquellos que denuncien a sus vecinos o familiares de traición. Así, nos encontramos con que Law se ha vuelto contra los ideales de su padre y patrulla junto a los invasores, o con unos niños huérfanos que, para poder subsistir, se dedican a acusar a otras personas para recibir las recompensas que conllevan estos chivatazos.

Sí, incluso en Cyslodia hay rebeldes, como es el caso de Rinwell. Pero, tal y como vemos a lo largo de la historia, esta está presidida por el mismísimo Valkyris, quien se hace pasar por un dahniano para controlar a los insurgentes como borregos. La rebelión nunca fue una preocupación para él, porque bailaban sobre la palma de su mano. Su control sobre la información es absoluto, y sus vasallos viven con el miedo constante de ser apresados por la policía o delatados por sus compañeros.

La jaula de oro

Tras visitar estos dos infiernos, nos podría parecer que Elde Menancia es un remanso de paz, una tierra soñada donde los renanos respetan a los dahnianos y no les imponen ningún tipo de castigo ni usan la fuerza para esclavizarlos. A fin de cuentas, esta es la tierra de Dohalim il Qaras, uno de los protagonistas de la aventura y futuro mediador entre las dos razas. Este lugar, al menos, debe ser seguro y estar libre de la opresión.

Pero no debemos olvidar que, más allá de las intrigas de los políticos, existe un sistema que obliga a los dahnianos a trabajar para los renanos. Se les paga por ello y se les trata con dignidad, pero no se les permite negarse a trabajar para los invasores. En otras palabras: viven cómodamente, pero no dejan de ser esclavos.

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Si este es el sistema más avanzado, es porque su gobernante es el que menos ambición política tiene de todos. Y es que aquí nos enteramos de que el motivo por el que los renanos explotan a los dahnianos es porque, como fruto de su esfuerzo, estos se «vacían» y producen energía astral. Al final de un período de varios años, el gobernante que haya adquirido más de esta energía se convertirá en el soberano de Rena. Y aunque para conseguir ese puesto hay que torturar y esclavizar a otra raza, los señores de Rena no piensan detenerse.

La supremacía del odio

Nuestra llegada a Mahag Saar está repleta de sorpresas, pues nos encontramos con que la rebelión de esas tierras ha conseguido poner fin a la tiranía de Lord Almeidrea. El dominio de esta gobernante era tan duro y férreo que convirtió a los dahnianos en gente cruel y hostil, dispuesta a todo con tal de acabar con su yugo: y, para lograrlo, arrasaron con buena parte de la ciudad y perdieron las vidas de muchos compañeros. Todo por la causa. Todo por acabar con Almeidrea.

Pero Lord Almeidrea, en realidad, es más lista que ellos. ¿Para qué se va a limitar a gobernar a su pueblo, cuando puede explotarlo de formas más eficientes? Lo que necesitan los gobernantes es producir energía astral, no explotar a los dahnianos, así que ella toma el camino más corto: les hace creer que la han atrapado, los envenena, y entonces purga toda su energía astral a través de una escena de brutalización en la que los humanos parecen convertirse en animales debido al odio que rezuman. Esta escena evoca aquellas en las que Gran Hermano pone a sus vasallos frente a imágenes de Emmanuel Goldstein para que vuelquen todo su desprecio en él.

De tal forma acapara Almeidrea el odio para sí, de tal forma controla y extrae de los dahnianos lo que quiere de ellos a través de este, que incluso Rinwell cae en su trampa. Confesando que ella fue quien exterminó a los magos astrales, Almeidrea consigue que esta pierda los papeles y que se encuentre al borde del vaciado, tal y como le pasa a los habitantes de Mahag Saar.

El control absoluto

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Ninguno de los sistemas que hemos visto hasta ahora son futuros que desearíamos para nosotros mismos. Ya sea que nos gobiernen a través de la fuerza, el miedo, la miel o el odio, convertirse en esclavo es uno de los peores destinos que puede llegarle a una persona.

Pero, sin duda, todos ellos son preferibles al control que tiene Vholran sobre Ganath Haros. La belleza de las aguas que adornan su paisaje son solo una fachada que esconde el régimen más duro y absoluto de todos, uno en el que el señor ha torturado a renanos y dahnianos por igual hasta lavarles el cerebro por completo y robarles enteramente su habilidad para pensar y tomar decisiones propias. Incluso cuando conseguimos liberar esta tierra de su opresor, sus habitantes no son capaces de llevar vidas normales, ya que no saben lo que es la libertad ni lo que significa tener voluntad propia.

Esta es la distopía más terrible de todas, una en la que la individualidad ha sido suprimida hasta tal punto que la gente marcha de frente hacia su muerte si su señor se lo ordena. Es por eso que Alphen y compañía son bienvenidos por hordas suicidas a bordo de barcas que se dirigen directas hacia un final atroz.

Un final irónico

Después de haber presenciado la manera en que los renanos explotan a los dahnianos por ser supuestamente superiores a ellos, no podemos evitar esbozar una sonrisa amarga ante la ironía del final de la trama. Y es que los renanos no son los habitantes del planeta Rena, sino una raza creada artificialmente a partir de los dahnianos. Ninguno de ellos vive sobre la superficie de su planeta madre, sino encerrados en el satélite Lenegis, que parece más una prisión que un hogar. Y si recaban energía astral, no es para su propio beneficio, sino para consumo de los Helganquill, una raza alienígena que los ha estado controlando desde hace siglos.

Al final, el opresor se convierte en el esclavo. No existe soberano renano, no son superiores a nadie; ellos mismos son esclavos que obedecen las órdenes de una entidad distinta a ellos. Esta es la ironía máxima, y la que se oculta detrás de toda buena distopía: los tiranos son más débiles de lo que parecen, y a todos les llega su final, tarde o temprano. Tales of Arise hace un trabajo excelente mostrándonos distintos tipos de modelos sociales y políticos espantosos que debemos evitar a toda costa, y al final nos da un rayo de esperanza, mostrándonos que sí es posible escapar de la esclavitud y la opresión.

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Tales of Arise

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  • RPG

Tales of Arise, desarrollado y editado por Bandai Namco para PC, PlayStation 4, Xbox One, PlayStation 5 y Xbox Series, es una nueva entrega de la saga de acción RPG Tales of. Durante 300 años, Rena ha gobernado el planeta Dahna, saqueando el planeta de sus recursos y despojando a la gente de su dignidad y libertad. Nuestra historia comienza con dos personas, nacidas en mundos diferentes, buscando cambiar su destino y crear un nuevo futuro.

Carátula de Tales of Arise
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