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Opinión

Xbox Game Pass tras la compra de Activision, ¿cuál es el límite?

El acuerdo tiene previsto cerrarse en 2023; no obstante, el compromiso de Microsoft es llevar todos los juegos de AB que pueda a su servicio.

Xbox Game Pass tras la compra de Activision, ¿cuál es el límite?

Al final, todos los caminos llevan a Xbox Game Pass. Un terremoto informativo agitó las cabeceras de videojuegos en la tarde de este martes, cuando nadie lo esperaba: Microsoft llega a un acuerdo de compra con Activision Blizzard a cambio de 68.700 millones de dólares. Da vértigo. Pero es real, porque la firma de Redmond contradice lo aparentemente imposible. Su búsqueda de la creación de un ecosistema de videojuegos «definitivo» sigue en marcha y, si se cierra la transacción el próximo año 2023, estaremos hablando de más de treinta estudios internos con una infinidad de licencias de peso. Xbox Game Pass es el principal beneficiado.

25 millones de suscriptores son solo el principio

Con motivo del comunicado, al margen de lo estrictamente informativo de este golpe de efecto financiero, conocimos dos cosas más. La primera, que Xbox Game Pass ha alcanzado los 25 millones de miembros suscritos con fecha de enero de 2022; un crecimiento sustancial respecto a loas 18 millones de suscriptores de enero de 2021. La segunda, el compromiso de llevar “tantos juegos de Activision Blizzard como podamos dentro de Xbox Game Pass y PC Game Pass, así como títulos nuevos del increíble catálogo de Activision Blizzard”.

Había que dejarlo claro. Porque el usuario de Xbox —bien sea en Xbox One, Xbox Series, PC o un dispositivo móvil— relaciona automáticamente ese logo verde con Xbox Game Pass. Así lo quiere el equipo de Phil Spencer, que próximamente responderá como CEO de Microsoft Gaming (Xbox Game Studios, Bethesda Softworks, Activision Blizzard).

Es temprano para conocer el efecto inmediato del movimiento y nos falta información para determinar qué implica esto a nivel de exclusividades, gestión de licencias, gestión de trabajadores y comunicación. La tarea comunicativa va ser fundamental a partir de ahora. Es tanto lo que tienen que gestionar que la relación con el jugador será más importante que nunca.

Xbox Game Pass es el principal beneficiado de este acuerdo, independientemente de si empieza a recibir títulos exclusivos o no. En realidad, es lo de menos. La realidad es que el usuario que se suscriba al servicio contará en la modalidad Ultimate con una selección de dos centenares de títulos de Xbox, Bethesda, Activision, Blizzard, Electronic Arts y otras decenas de obras de terceras editoras, socios y estudios indies.

¿Estamos preparados para una subida de precio en Xbox Game Pass?

Bien sean teleoperadoras o cadenas de tiendas digitales con una amplia oferta de servicios, las subidas de precio se gestan a base de hacer crecer el valor del servicio. A mayor valor (en este caso, más juegos de mayor calidad), más sencillo será justificar un aumento de precio o, lo que personalmente creo que sucederá, la llegada de tiers o categorías con diferentes rangos de precio.

Lo primero que me viene a la cabeza son los servicios de cine y series, que te permiten disfrutar de su contenido en mayor resolución o con más dispositivos simultáneos si pagas más. O menos si te conformas con algo más básico.

Me parece imposible que Xbox Game Pass Ultimate siga costando 12,99 euros en un futuro cercano. Por ello, creo que Microsoft tratará de gestionarlo mediante la oferta de diferentes tiers: cuanto más estés dispuesto a pagar, más podrás recibir. Quizá no estés interesado en todo, pero sí en los exclusivos de Xbox y Bethesda, sin pensar en el PC ni en la opción de jugar mediante streaming en tu móvil. Un término medio, en definitiva, que tenga tres o cuatro opciones de suscripción; acorde a diferentes tipos de público y diferentes bolsillos.

La evolución de Xbox Game Pass es vertiginosa, proporcional al aumento de su valor. 25 millones de suscriptores se me antojan ahora mismo como la punta del iceberg. Su atractivo es innegable y las opciones son máximas en el momento en que no necesitas una consola Xbox para formar parte del ecosistema. Una declaración de intenciones, en definitiva, a la que la competencia debe dar una respuesta antes de que sea demasiado tarde.