Mi amiga, Peppa Pig, análisis Nintendo Switch; un juego ideal para los más pequeños

Diecisiete años lleva en antena una de las series televisivas infantiles más míticas de los últimos tiempos. Hablamos de Peppa Pig, un fenómeno de masas menudas que ha arrasado allá donde ha pasado. No es el primer videojuego que aparece en consolas o dispositivos móviles sobre, cariñosamente llamada en España, “Josefa la Cerda”, pero estamos seguros de que encantará a los más pequeños de la casa.

En esta ocasión ha sido Petoons Studio, en asociación con Hasbro y distribuido por Outright Games, los encargados de traernos una aventura interactiva llamada Mi amiga, Peppa Pig, un título en el que se ha puesto mucho cariño en la animación y presentación de los protagonistas en su regreso a la pequeña pantalla.

¡A pisar charcos con barro!

Antes de profundizar en este análisis tan simpático nos gustaría aclarar hacia quién va dirigido este título y cómo lo hemos puntuado. El videojuego Mi amiga, Peppa Pig está claramente enfocado para que lo disfruten los niños de tres años en adelante, los consumidores más habituales de esta serie de animación con seres antropomórficos como protagonistas. Teniendo en cuenta este detalle, la puntuación que le hemos otorgado trata de resolver cómo de recomendable es el videojuego para éste tipo de público. Y qué mejor ayuda para la confección de este análisis que la de mis dos hijos (2 y 5 años respectivamente), si se me permite la “salida del tiesto”.

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Mi amiga, Peppa Pig es una aventura gráfica muy simple en la que el jugador toma el mando del nuevo amigo de Peppa Pig, George y los demás personajes del mundo de Peppa. Gracias a un simple pero efectivo editor de personajes, podemos personalizar nuestro avatar de múltiples maneras pero siempre respetando el estilo artístico de la serie de animación creada por Mark Baker y Neville Astley. Color del cuerpo, vestido, gafas, raza animal o sombreros son varias de las opciones que nos permite este creador y algunas combinaciones son la mar de simpáticas.

Con nuestro personaje antropomórfico ya creado el videojuego nos lleva de la mano hasta la casa de Peppa Pig a modo de tutorial, muy básico y sencillo, donde nos explica cómo se mueve el personaje con el stick —generalmente en un scroll horizontal— y cómo se interactúa con el entorno. Tan solo se necesita pulsar un botón para llevar a cabo todas las acciones del videojuego, por lo que en este sentido es muy sencillo de jugar a la par que intuitivo. Nada difícil para los pequeños y nuevos jugadores.

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La magia de Mi amiga, Peppa Pig comienza realmente pronto, una vez que nos presenta Peppa Pig en su casa a su familia. Es en este momento cuando el videojuego comienza a generar eventos aleatorios que pasan por ayudar a George a rescatar un juguete del árbol de su jardín, ayudar al abuelo de Peppa a plantar vegetales en la huerta o a crear muñecos de nieve en la montaña entre otras tareas. Todo fluye de forma muy natural y sin cargas de por medio por lo que gracias a la perfecta representación de los personajes y escenarios en pantalla y el aspecto sonoro, da la sensación de estar inmersos en un propio capítulo de la serie infantil.

La playa, el monte, el famoso castillo de la princesa, el parque de atracciones, la casa de los abuelos, la escuela… La mayoría de escenarios que vemos en la serie de animación están representados perfectamente en el videojuego, y en cada uno de estos parajes se dan diferentes actividades aleatorias. Si bien es cierto que el título está plagado de estos eventos, hay ocasiones en las que la inteligencia del programa repite en alguna ocasión algunos eventos, y muchos de ellos no se pueden saltar o acelerar de ningún modo. Hay otros, sin embargo, que podemos pasar de ellos para seguir explorando el entorno.

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Esta única pega viene acompañada de otra menor; los tiempos de carga. No son excesivos, de hecho la mayoría no pasan de los quince segundos, pero sí que cortan el ritmo tan fantástico que tiene el juego. La sensación de manejar tu propio capítulo de Peppa Pig se trunca un poco en estas situaciones. Como decimos, quince segundos no son nada, pero se pueden hacer eternos para unos niños que alucinan con lo que están viendo en la tele. Los míos, por ejemplo, no se han quejado en ningún momento de este posible “problema”.

No es un juego con una duración concreta, más bien es un título donde depende de cuánto quiera divertirse el infante. Quizás el enano o la enana quiera divertirse una y otra vez con el gracioso loro Polly repitiendo nuestras muecas, observando al detalle el museo o directamente quiera ver todas las zonas para después aburrirse. Depende mucho de las ganas que tenga el infante de extraerle todo el jugo.

Viviendo en la serie

No hemos encontrado ninguna pega tanto en el apartado gráfico como en el sonoro. El videojuego es una delicia para nuestros sentidos desde el primer momento en el que se muestra en pantalla. Y aunque la versión que hemos analizado es la de Nintendo Switch, esto se da en todas las plataformas en donde ha aparecido Mi amiga, Peppa Pig. La calidad del dibujado, el arte, las animaciones, escenarios y todo lo que rodea al juego está a la altura de lo que esperábamos.

No hay dientes de sierra, ni popping, ni tearing ni ningún error o problema gráfico que nos descoloque lo más mínimo y realmente es como si fuéramos los protagonistas de un episodio de Peppa Pig. Ayuda mucho también, por supuesto, la fidedigna recreación de todos los lugares que vemos habitualmente en esta serie infantil.

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Con el aspecto sonoro ocurre exactamente lo mismo. Mi amiga, Peppa Pig cuenta con las melodías habituales de este show didáctico infantil así como las voces originales de los protagonistas, incluído el español. Sin ningún problema añadido, por supuesto, y con una traducción impecable.

Como curiosidad, existe la opción de eliminar los subtítulos de la pantalla, lo que hace que el juego cobre aún más realismo y sea mucho más fácil creerse que estás en la misma serie. De hecho aquí en casa hemos llegado a hacer la broma y “engañar” a varias visitas que lo han visto en movimiento. La sorpresa fue mayúscula al enterarse de que lo que veían en el televisor era un videojuego.