Un año con Xbox Series S: sigo creyendo que tiene mucho sentido
La gama de entrada de la nueva generación de Xbox me ha sorprendido; hay un público objetivo para el que seguirá siendo recomendable en los próximos años.
Desde el anuncio de Xbox Series S el pasado verano sentí mucha curiosidad por el movimiento de Microsoft. No fue solo la respuesta al público volcado con el formato digital, sino también un producto dirigido a aquellos jugadores que no piensan actualmente en la resolución 4K, los gráficos más punteros ni la potencia general. He podido usar Xbox Series S durante un año completo de forma más o menos recurrente y estas son mis conclusiones.
Xbox Series S puede ser una opción a considerar para mucha gente
Las ventas de Xbox Series S están viviendo un momento dulce por las particularidades del abastecimiento de consolas en la actualidad, como detallaré más adelante en este artículo. Algo parecido a lo que sucedió el pasado verano con Nintendo Switch Lite en Japón, cuyas ventas se dispararon exponencialmente como consecuencia de la falta de stock del modelo estándar.
Doce meses con Xbox Series S me han hecho darme cuenta que, a día de hoy, las diferencias con Xbox Series X —que también he podido utilizar durante el mismo periodo de tiempo— no son tantas. No hay títulos que puedan evidenciar tanto esas diferencias. Lo que en mi caso sí cambia es el uso que doy a cada una de ellas.
Por un lado, Xbox Series X es la plataforma que utilizo en el despacho, en un panel 4K; principalmente para motivos laborales. Cuando busco lo máximo recurro a la torre negra. No hay debate. Xbox Series S se ha consagrado como la máquina todo en uno. En casa se usa para ver series, películas, YouTube y Xbox Game Pass. Es ahí donde juego todo lo independiente; donde siempre tengo en Quick Resume un Forza Horizon; donde echo esa partida corta antes de dormir.
Pura definición de la relación calidad-precio
Está conectada a un televisor 1080p, así que no me preocupa su limitación de resolución máxima (1440p). Hace unos días hablaba con Salva Fernández precisamente de esto: muy pocos títulos son compatibles porque el número de estudios que adaptan sus obras a esta —menos frecuente— resolución es reducido. Por tanto, si tienes un televisor o monitor 1080p vas a disfrutar en plenas condiciones de Xbox Series S.
Y aquí termina lo malo, seguramente, porque la limitación de espacio no es tan problemática como pensaba. Son 512 GB (364 GB útiles), me da para seis o siete juegos, depende de su peso. Me he acostumbrado a borrar e instalar, igual que con PS5 y Xbox Series X. Salvo los títulos a los que recurro cada mes, el resto vienen y van. Las velocidades de descarga son otro mundo respecto a las máquinas de anterior generación. Tardo ¿diez? minutos en descargar casi cualquier juego. No es un drama.
Por lo demás, es una consola con todas las conveniencias posibles de la nueva generación. Memoria SSD para decir adiós a los tiempos de carga; Quick Resume para dejar una partida a medias sin poner en riesgo el progreso; el mando más ergonómico que he tenido nunca entre manos; una máquina pequeña, silenciosa y elegante; potencia para ver en gran calidad los títulos más recientes y más de 700 títulos retrocompatibles… Es una consola pensada para exprimir Xbox Game Pass.
Y, sobre todo, la garantía de que de aquí a cinco años seguirá siendo una consola de nueva generación. Otra cosa es que no lleguen los títulos tan optimizados o con problemas. Espero que dentro de un tiempo no tenga que cambiar de opinión y sea necesario señalar que se deje de lado esta máquina porque no dé más de sí. Mientras tanto, el presente lo tengo claro: no es una compra equivocada.
Si crees que no vas a sacar partido de Xbox Series X (499 euros), quizá puedas considerar esta opción más económica (299 euros) y dar el salto al actual ciclo generacional.
¿Por qué está vendiendo tanto Xbox Series S? Un vistazo a la situación del mercado
Pasemos ahora a la información más reciente, de la que podemos sacar varias conclusiones y reflexiones. Esta semana hemos conocido un reporte publicado por ampere Analysis, una consultora que estima unas ventas globales acumuladas de Xbox Series X y Xbox Series S por encima de los 6,7 millones de consolas despachadas hasta el pasado 30 de septiembre de 2021 (PS5 ha superado ya los 13,4 millones de unidades en el mismo periodo de tiempo).
Solo durante el tercer trimestre (Q1, según el curso fiscal de Microsoft) se vendieron 1,36 millones de Xbox Series; pero no es esto lo más interesante, sino el reparto porcentual entre ambas soluciones. De forma paralela, Games Industry asegura (de acuerdo con datos de GSD) que la base instalada de la nueva generación de Microsoft es de aproximadamente 50/50; una repartición que choca con el de la nueva generación de PlayStation, donde el modelo digital de PS5 representa el 20%, mientras que el que sí cuenta con lector de discos es la opción elegida por el otro 80%.
Es más, la fuente sostiene que Xbox Series S supera en ventas a Xbox Series X en algunos mercados; entre ellos, presumiblemente España.
Hay varios condicionantes que pueden explicar esta circunstancia. La primera es la falta de chips de Xbox Series X. Microsoft está experimentando dificultades para producir su buque insignia, que es asimismo el que actualmente abastece los servidores de xCloud. De este modo, Xbox Series S ha sufrido un incremento en su producción y, por consecuencia, su disponibilidad es mayor. Al ser más sencillo encontrar Xbox Series S que Xbox Series X, las ventas se ven igualmente afectadas.
Mi pregunta es la siguiente, ¿cuánto esperará Microsoft para lanzar una Xbox Series X sin lector de discos? Pueden reducir su precio y satisfacer una demanda al alza: gran parte del público de Microsoft solo juega en formato digital.
Referencias | Games Industry; Ampere Analysys; Daniel Ahmad