Razer Blade 15, análisis de una delgada bestia todoterreno: pensado más allá del juego
Diseño refinado, materiales de construcción premium y acabados de lujo para un portento tecnológico capaz de todo. Potencia, elegancia y versatilidad.
Razer se ha convertido en una de las compañías con un mayor abanico de productos disponibles en el sector del videojuego; desde periféricos hasta portátiles pasando por equipos de sobremesa, incluso audio. Esa polivalencia, sumado a un papel cada vez más prominente de su división española, les ha llevado a ampliar su público objetivo hasta tener un producto para cada tipo de jugador y cada tipo de bolsillo.
Razer Blade 15 es el portátil que mejor entiende eso de que el cielo es el límite, pues ante un diseño extremadamente fino (15,8 mm) se encuentra uno de los portátiles gaming más potentes del mercado. Lo hemos estado utilizando casi un mes y este es el resultado: espectacular.
Una experiencia inmaculada: un portátil que piensa en todas las circunstancias
El modelo que nos han suministrado de Razer Blade 15 es el modelo Avanzado, equipado por nada menos que una NVIDIA RTX 3080 y un panel Full HD de 15 pulgadas y 360 Hz. Como podéis imaginar, está pensado para jugar; pero no solo eso. Y nos explicamos. Durante este último lustro, ha sido frecuente ver portátiles gaming con prestaciones de gama alta y componentes propios de equipos de sobremesa; aunque el precio a pagar llegaba en su comprometido diseño y un peso inasumible para entender la portabilidad como comodidad en su transporte. Aquí 2 kg de peso no son nada a cambio de este titán, cuyos 32 GB de memoria RAM y un rapidísimo procesador Intel Core i7-10875H con 1 TB de SSD aguantan absolutamente todo, renderizan vídeos en 4K sin despeinarse y ofrecen un desempeño fluido a la hora de trabajar; bien sea en tareas de ofimática y edición o bien para tareas más técnicas.
Insistimos: Razer ha querido adaptarse a todo tipo de circunstancias, y para ello hace falta algo más que potencia, naturalmente. Hace falta una buena pantalla, un teclado dispuesto a que tus dedos no sufran después de ocho horas de escritura y un touchpad que no te haga pensar constantemente en por qué no tienes un ratón entre manos.
En la experiencia de quien escribe, usuario de un MacBook Pro (2015) desde el año 2016, esta transición a un sistema operativo como Windows para trabajar y jugar ha sido más dulce de lo esperado; no tanto por el OS en sí, que ya usamos con asiduidad, sino por lo cómodo que resulta utilizarlo en cualquier sitio.
Su diseño es muy sofisticado y sobrio, sin líneas extravagantes, priorizando la practicidad, aprovechando cada espacio para que no falten puertos; para que cada puerto esté situado en una posición propicia. A título estrictamente subjetivo, este Razer Blade 15 nos parece muy bien diseñado, elegante y con unos materiales de construcción que aguantan bien las posibles altas temperaturas. El material es aluminio, como podéis intuir, reservando los ventiladores a la parte trasera, mientras que en el frontal queda únicamente el logo de Razer iluminado cuando esté encendido. Hay que tener cuidado con las huellas de los dedos; el único aspecto a considerar por el uso de este material.
No hemos echado en falta de nada, con tres puertos USB 3.0, dos USB-C, jack para auriculares (3.5) y carga de uso propietario. Nos alegra, además, que Razer se haya acordado del puerto para tarjetas SD, el universal, especialmente propicio para quienes usamos cámaras. Y sí, también tenemos HDMI para conectar el equipo a un monitor si lo consideramos oportuno.
La pantalla que todo lo ve; el teclado que todo lo cuenta
Hablemos pues de la pantalla, los altavoces y el teclado. Aunque Razer ofrece diferentes configuraciones para el panel de 15 pulgadas, en este caso hemos analizado el IPS de 360 Hz en resolución Full HD, más que suficiente para el tamaño que tenemos. Las opciones QHD a 240 Hz y 4K OLED a 60 Hz ganarán en resolución, pero pierden en frecuencia de refresco y, quizá, también en autonomía. Eso ya depende de cada uno. La experiencia ha sido fantástica.
Aunque no es el panel con mejor interpretación de color que hemos visto, el resultado es excelente; sin reflejos, con una calibración tonal muy realista y cobertura sRGB del 100%. No se pierden matices, y eso es importantísimo a la hora de jugar a videojuegos o editar fotografías. No ha sorprendido para bien, la verdad. El marco, además, es casi inapreciable. Como solemos decir, es prácticamente “todo pantalla”. En lo que respecta al brillo, tenemos 300 nits, más que suficiente en condiciones de luz solar; máxime si la mayor parte del tiempo vamos a utilizar el portátil en casa o en una oficina. Tras largas sesiones en videojuegos como The Witcher 3: Wild Hunt, Forza Horizon 4, DiRT 5 o Yakuza: Like a Dragon, la experiencia ha sido extraordinaria, con un rendimiento que apenas ha presentado sobrecalentamiento gracias a los paneles de goma de la parte trasera, cuyo grosor facilita la disipación del calor y la ventilación del conjunto. Del audio poco podemos decir: notable. Lo que sí debemos aplaudir es la posición de los altavoces, justo a los lados del teclado, de manera que no los tapamos con los dedos, no quedan obturados.
Algo que nos ha gustado es la estabilidad de la bisagra, muy fuerte, sin tambalearse, pero suficientemente ligera como para abrirse con una sola mano. Esto se consigue gracias a lo finísimo que es el cuerpo de la pantalla; aunque hemos de reconocer que la pestaña de delante no sobresale lo suficiente y a veces cuesta un poco despegarlo de la base.
La experiencia escribiendo —algo que los periodistas de videojuegos hacemos mucho— ha sido satisfactoria. Evidentemente, no es un teclado mecánico, pero como digital hemos de decir que hemos tenido una experiencia óptima por dos motivos: el primero, los materiales de construcción de cada tecla, robustos y firmes; segundo, la profundidad. Si bien no sobresalen en exceso (nos hubiese gustado un poco más de holgura en el cuerpo externo), sí sientes cada pulsación lo suficiente como para no estar mirando constantemente si tienes las manos correctamente situadas. Del mismo modo, el touchpad es fantástico, grande, con funciones inteligentes como pulsación mediante ligeros toques (sin llegar a pulsar la techa de la esquina inferior izquierda) y otros gestos propios del sistema operativo, muy bien integrados para facilitar la conveniencia de la navegación. Detalles de calidad de vida que marcan la diferencia.
Olvídate de configuraciones: juega todo al máximo durante años
Hablemos entonces de los juegos. No queremos profundizar en exceso en aspectos técnicos, sino que vamos a poneros ejemplos claros de cómo ha sido nuestra experiencia siempre en resolución 1080p tras largas sesiones de juego en títulos lanzados desde Steam, Xbox Game Pass y Epic Games Store. Con The Witcher 3 hemos alcanzado 90 FPS, una experiencia fluida y sin tirones. Muy sorprendente, aunque en estos casos la duración de la batería se resiente algo más. Durante sesiones de juego hemos alcanzado unas cinco horas de batería; mientras que en tareas de ofimática (comenzando la jornada con el 100% de batería, sin conectar a corriente y con brillo al máximo) hemos alcanzado la jornada laboral completa de ocho horas con todavía algo de batería. Sorprendentemente bien para el tamaño del equipo. El cargador que viene es de 230 W, muy robusto y con un cable firme, sin enredos.
Como nos gusta mucho (mucho) la conducción, no dudamos un instante en someter al máximo rendimiento a juegos como DiRT 5 con ray tracing y sin ray tracing. Al tener resolución 1080p, no tuvimos ningún problema para alcanzar los 60 fotogramas por segundo, y eso es una ventaja. Es posible que la resolución más alta de otras configuraciones del Razer Blade 15 ofrezcan mayor detalle en las imágenes, pero aquí tenemos más fluidez. A pesar de algún tirón puntual (caídas a 55 FPS), no ha sido prácticamente apreciable. Igual en Forza Horizon 4, donde sencillamente la experiencia ha sido idéntica a la que podemos tener en una Xbox Series X. Es una maravilla.
Finalmente, en el plano de los videojuegos de disparos, como Gears 5 y DOOM Eternal, hemos superado los 100 FPS y 200 FPS, respectivamente. Gracias a Nvidia Optimus, la frecuencia de refresco cambia automáticamente, una ventaja para quienes no somos expertos en configuraciones gráficas de este cariz; especialmente por los sacrificios de temperatura que puede conllevar una mala configuración. En definitiva: nunca habíamos tenido una experiencia así en un ordenador portátil. El precio a pagar es que el equipo se sobrecalienta mucho en títulos así, por lo que no es recomendable dejarlo en superficies que no permitan una buena respiración. No hay ralentizaciones de por medio, pero son las consecuencias de un diseño tan sumamente delgado.
En definitiva, Razer Blade 15, en su modelo Avanzado, es una bestia. Un portátil gaming de categoría, pero también un portátil premium para cualquiera que trabaje con un ordenador y demande la capacidad de tener abiertas aplicaciones de edición mientras hace otras tareas al mismo tiempo. Trabajo y ocio, juntos. Si te lo puedes permitir, la inversión (3099 euros, de acuerdo con el portal web oficial de Razer) garantiza absolutamente todo menos arrepentimiento.