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Ciencia y tecnología

ROBÓTICA

¿Qué pasaría si tuviésemos un sexto dedo robótico? Aumentos a lo Cyberpunk

Una extensión de nuestra mano con un dedo más de carácter robótico. ¿Mejoraría nuestro día a día o lo empeorará?

Actualizado a
¿Qué pasaría si tuviésemos un sexto dedo robótico? Aumentos a lo Cyberpunk

El futuro que obras como el manganime Ghost in the Shell o el videojuego Cyberpunk 2077 plantean es el de una Humanidad absorbida por la tecnología -pero no literalmente como en The Matrix. Tanto, que incluso las personas se someten a aumentos, a ser operados para mejorar sus capacidades usando partes artificiales -un brazo, un ojo, el cerebro- que los ‘aumenten’ por encima del resto de seres humanos y convertirlos en ‘cyborgs’ propiamente dichos.

Lo cierto es que ya hay personas que se han operado con este fin, aunque de momento es un número casi anecdótico. Por ello, la era del cyborg como tal está todavía lejos, en un futuro a largo plazo, pero ello no quiere decir que no se pueda ir investigando ya y estudiando sobre el terreno. No cosas radicales como un cambio de cerebro, o partes de un cerebro humano en un cuerpo robótico, pero sí por ejemplo pequeños añadidos como este: Un sexto dedo robótico.

Seis dedos en cada mano

Con las manos podemos agarrar cosas, transportar, sujetar, levantar, tocar, acariciar, apartar, etc. Pero, ¿si en vez de 5 dedos tuviéramos 6 podríamos hacer las cosas de forma más eficiente? ¿Afectaría y dejaría cambios permanentes o reversibles en nuestro cerebro? Eso es lo que un grupo de expertos de la UCL, la Universidad multidisciplinar líder de Londres, se han preguntado y han tratado de responder mediante un estudio.

El equipo entrenó a personas para que utilizaran un pulgar extra robótico y descubrió que podían realizar de forma eficaz tareas de destreza como construir una torre de bloques, con una sola mano (de 6 dedos). Los investigadores informan en la revista Science Robotics de que los participantes entrenados para utilizar el pulgar también lo sentían cada vez más como una parte de su cuerpo.

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El Tercer Pulgar

La diseñadora Dani Clode empezó a desarrollar hace varios años el dispositivo, llamado Tercer Pulgar, como parte de un proyecto de posgrado premiado en el Royal College of Art, con el que pretendía replantear la visión de las prótesis, pasando de sustituir una función perdida a ser una extensión del cuerpo humano. Posteriormente fue invitada a unirse al equipo de neurocientíficos de la profesora Tamar Makin en la UCL, que investigaba cómo el cerebro puede adaptarse al aumento del cuerpo.

La profesora Makin (del Instituto de Neurociencia Cognitiva de la UCL), autora principal del estudio, señaló que "El aumento del cuerpo es un campo en auge cuyo objetivo es ampliar nuestras capacidades físicas, pero aún no entendemos bien cómo puede adaptarse nuestro cerebro a ello. Estudiando a personas que utilizan el tercer pulgar de Dani, ingeniosamente diseñado, tratamos de responder a preguntas clave sobre si el cerebro humano puede soportar una parte adicional del cuerpo, y cómo la tecnología podría afectar a nuestro cerebro".

El Tercer Pulgar está impreso en 3D, lo que facilita su personalización, y se lleva en el lado de la mano opuesto al pulgar real del usuario, cerca del dedo meñique. El usuario lo controla con sensores de presión colocados en sus pies, en la parte inferior de los dedos gordos. Conectados de forma inalámbrica al Pulgar, los sensores de ambos dedos controlan los diferentes movimientos del Pulgar respondiendo inmediatamente a los sutiles cambios de presión del usuario.

Un dedo más de la mano

Para el estudio, se entrenó a 20 participantes en el uso del Pulgar robótico a lo largo de 5 días, durante los cuales también se les animó a que se llevaran el dedo extra a casa cada día después del entrenamiento para utilizarlo en situaciones de la vida cotidiana, con un total de dos a seis horas de uso al día. Estos participantes fueron comparados con un grupo adicional de 10 participantes de control que llevaban una versión estática del Pulgar mientras completaban el mismo entrenamiento.

Durante las sesiones diarias en el laboratorio, se entrenó a los participantes para que utilizaran el dedo robótico centrándose en tareas que ayudaran a aumentar la cooperación entre su mano y el Pulgar, como recoger varias pelotas o copas de vino con una sola mano. Estos aprendieron los fundamentos del uso del Pulgar artificial muy rápidamente, mientras que el entrenamiento les permitió mejorar con éxito su control motor, su destreza y su coordinación mano-Pulgar.

Los sujetos de prueba fueron capaces incluso de "utilizar el Pulgar cuando estaban distraídos" -construyendo una torre de bloques de madera mientras hacían un problema de matemáticas- o cuando tenían los ojos vendados.

Cambios en el cerebro

Antes y después del entrenamiento, los investigadores escanearon los cerebros de los participantes mediante fMRI, mientras éstos movían los dedos individualmente (no llevaban el Pulgar mientras estaban en el escáner). Y descubrieron "cambios sutiles pero significativos en la forma en que la mano que había sido aumentada" con el Tercer Pulgar. Cambios representados en el córtex sensoriomotor del cerebro.

En nuestro cerebro, cada dedo se representa de forma distinta a los demás; entre los participantes del estudio, el patrón de actividad cerebral correspondiente a cada dedo individual se hizo más similar (menos distinto). Una semana después, se volvió a escanear a algunos de los participantes y los cambios en el área cerebral de la mano habían remitido, lo que sugiere que los cambios podrían no ser a largo plazo, aunque "se necesita más investigación para confirmarlo".