Narita Boy, viaje al retrofuturismo ochentero. Impresiones demo

Narita Boy cautivó a muchos cuando irrumpió en Kickstarter en marzo de 2017. La plataforma de crowdfunding ya no tiene la misma fuerza de hace unos años para levantar proyectos en el videojuego (aunque hay algunas excepciones), pero se nota cuando uno está bien armado y tiene los elementos adecuados para causar impacto. Las aventuras de Narita Boy, un héroe llegado desde la realidad al Reino Digital para salvarlo de un gran mal, destacaba enseguida con una impactante estética retrofuturista a ritmo de sintetizador, animaciones repletas de personalidad y la promesa de una carta de amor a los 80, desde los salones recreativos a los iconos pop de la época.

Con una presentación pormenorizada, vídeos, animaciones, muestras convincentes de la banda sonora, seguramente en otra época el juego habría alcanzado cotas más altas de financiación viendo precedentes. Desgraciadamente, algunos fiascos en la plataforma formaron una corriente de desencanto que todavía se nota, así que el juego logró llegar a su objetivo de 120.000 €, pero se quedó en 160.000 € de los 300.000€ puestos como meta final. Con eso comenzó un largo desarrollo en el que el director, Eduardo Fornieles, ha tratado de dar forma a su sueño de crear un videojuego con su huella personal, cambiando las calles de Tokio en donde trabajó para distintas compañías asentadas por un regreso a España que le permitiera mantenerse con menos gastos.

Ampliar

Viaje onírico a los 80

Ahora, ese viaje parece llegar a su fin. Como casi siempre ocurre, el proyecto ha tardado bastante más de lo que las previsiones más optimistas apuntaban pero también ha ido más allá de lo planeado inicialmente. Con el anuncio de la entrada de Team 17 como editora, soporte para múltiples idiomas y un lanzamiento para el 2021 confirmado, la guinda del pastel es la demo que podemos jugar del mismo como parte del festival de Steam que se celebra hasta el 9 de febrero.

Se trata de una demo corta pero muy reveladora en el sentido de que nos sirve para comprobar que las promesas audiovisuales del kickstarter inicial se han plasmado perfectamente una vez que nos ponemos a los mandos. El extraño Reino Digital, con sus luces de neón, aberración cromática y distorsión de imagen está recreado tal y como se prometió, con esa mezcla de místicismo y futurismo que resultaba tan evocativa en su presentación. En todo momento consigue transportarnos a esa ensoñación onírica entre la épica fantástico-medieval y esa imagen del futuro que nos ofrecía los 80, cuando la informática comenzaba a llegar a las masas y las imágenes creadas por ordenador empezaban a irrumpir en pantallas de todo el mundo.

Ampliar

Estilo y Sustancia

Aparte de una primera inmersión en este sugerente mundo y en su mitología, ya que la demo se enmarca en el comienzo del juego, también nos permite conocer un poco más de su sistema de combate, que muestra un aspecto prometedor y una intención de profundidad. Una vez que conseguimos la “Technoespada”, empezaremos a conocer las variadas habilidades ofensivas de Narita Boy: diferentes secuencias de golpes, un golpe más poderoso manteniendo el botón llamado “Homerun”, ataque a media distancia en forma de rifle, un devastador rayo de energía tricolor que barre la pantalla en línea recta y un movimiento de esquiva que se antoja más que necesario ante la fuerza y resistencia de algunos enemigos iniciales. Está claro que no busca ser un “pasacalles” y el combate, incluso en estos primeros compases, se muestra desafiante y con buena respuesta. Lo único que nos preocupa de lo visto en la corta demo es que el plataformeo puede ser fuente de frustración por la facilidad con la que podemos cambiar de dirección en el aire, que hace que a veces sea difícil aterrizar en el punto concreto.

En cualquier caso, la demo es enormemente prometedora por su conjunto de gráficos, audio, ambientación e historia, que promete también tener fondo. Es un juego diferente, refrescante y con una estética irresistible. No podemos más que aconsejar jugar la demo y dejar que cada uno decida si ponerlo en esa lista de deseos, siempre tan importante para los estudios independientes.

Ampliar