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Pumpkin Jack

Pumpkin Jack

¡Calabazas!

Pumpkin Jack, análisis. Un héroe, un diablo y una calabaza de Halloween

Una aventura como las de antes que encaja perfectamente en una noche como la de Halloween.

Actualizado a

En un tiempo en el que parece que el mundo de los videojuegos se divide entre los triple A (o cuádruple, como se está intentando estandarizar de cara a la nueva generación) y lo que es indie (algo que ya tiene más que ver con una estética que con modelos de producción), se agradece que aún queden proyectos que no tengan la ambición de encajar en ninguno de los dos grandes espacios. O que lo hagan, pero sin posicionarse, ofreciendo experiencias que remiten sobre todo a aquellos juegos de nivel medio, no excelentes ni tampoco mediocres -más bien, muchas veces notables- que en la época de las 128bits campaban a sus anchas y que a día de hoy son bien recordados por toda una generación. Puede ser el caso que nos ocupa.

Quien tuviera una PlayStation 2, GameCube o Xbox seguro que puede citar unos cuantos de carrerrilla, títulos como I-Ninja, Vexx, Psi-Ops, Haven Call of the King, A Dog's Life, Sword of Etheria... podríamos seguir muchísimo tiempo pero la idea se entiende: que los juegos ni tenían que ser grandes producciones para despuntar, ni quedarse en el territorio indie -en 2020, mantengo, casi aplicado ya sólo a lo estético-. Y aunque lo que tenemos hoy entre manos es con todas las de la ley una producción al margen de la industria, sí que tiene una vocación comercial y de cubrir un espacio que quedaba vacío.

Pumpkin Jack es el primer juego de Nicolas Meyssonnier, un joven de 21 años que se ha dedicado desde 2016 a crear, en solitario, un juego de acción y plataformas que viene a recordarnos por qué nos enamoramos hace décadas de Sir Daniel Fortesque y la franquicia Medievil. Y aunque sale ya a la sombra del remake que tuvimos el año pasado de aquella aventura, consigue destacar como un juego hecho con mimo, cariño y que incluso desde esa independencia ha conseguido algo realmente meritorio: construir la que posiblemente sea la mejor carta de presentación posible para entrar en la industria por la puerta grande.

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This is Halloween

La premisa es muy sencilla: todo va bien en el mundo, hay monstruos campando a sus anchas y el terror se apodera de la gente, pero llegado cierto punto la humanidad reclama la tranquilidad y envía a un mago a detener las fuerzas del mal. Pero eso no puede quedar así, por lo que el mismísimo Diablo nos invoca para acabar con ese molesto héroe y así poder seguir haciendo de las suyas. El argumento del juego no es especialmente elaborado pero se cuenta con mucha simpatía a través de varias ilustraciones en un ático oscuro y con una narración en off entre nivel y nivel, y no descuida un toque irónico que sabe reírse, por momentos, de ciertos clichés de los videojuegos.

Con la simpatía (es un decir) de un protagonista que lo único que quiere es arrasar con todo y dejar de hacer misiones secundarias para los npcs que va cruzándose por el camino, toca establecer la base jugable, que funciona como un homenaje y actualización a los tiempos modernos de la saga Medievil o de otras ips del pasado como Maximo y su secuela (ambas, revisiones 3D del universo Ghosts 'n Goblins), Mark of Kri o -por temática e incluso algún combate rítmico- el nunca suficientemente reivindicado The Nightmare Before Christmas: Oogie's Revenge de Capcom.

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Si bien inicialmente apenas podemos usar una pala como arma, Jack irá adquiriendo nuevas armas tras vencer a los jefes de cada nivel y todas ellas van asociadas a una serie de movimientos únicos o que permiten acabar con los enemigos de forma más eficaz. Así por ejemplo obtendremos una espada que hace que podamos levitar sobre el suelo y cuyo golpe en caída -tras un salto- hace daño en área, una bola de energía extremadamente rápida y versátil por su movilidad añadida o -entre otras- una escopeta que rompe la defensa de los enemigos. Si bien no hay un moveset especialmente elaborado para cada una de ellas, sí que son suficientemente diferentes y se agradece que el combate no se limite a machacar un botón, algo que en el remake de Medievil se echaba bastante en falta.

El combate es rápido y dinámico, de hack'n slash puro, con múltiples enemigos en pantalla en varias situaciones y jefes de tamaño considerable y con patrones interesantes. Eso sí, no esperéis una dificultad especialmente alta; esto no deja de ser, como decíamos al principio, una invocación de aquellos modelos que ya no se producen y con los que, entendemos, su creador ha pasado su infancia-adolescencia y le ha gustado recuperar. Tampoco las batallas ocupan un alto porcentaje del tiempo total de la aventura (que ronda las cinco-seis horas, o algo más si queremos el 100%), porque al final no deja de ser un juego de plataformas.

Uno en el que por suerte hay algo que funciona muy bien y suele ser problemático: la cámara. Los saltos con Jack con cómodos y precisos, podemos moverla libremente para posicionarla y tiene consistencia incluso en espacios cerrados, por lo que poca queja se puede poner. Meyssonnier no ha querido limitar el juego a la sensación de nostalgia y se ha asegurado además de hacer que todo el trascurso de la aventura tenga cierta variedad, por lo que además de lo ya comentado encontraremos otros segmentos de juego diferentes, a saber, fases en las que nos arrancaremos la cabeza (de calabaza) y la usaremos para entrar por zonas pequeñas y resolver pequeños puzles, o momentos en los que nos subiremos sobre vehículos o en las que la fases avanzarán automáticamente y el objetivo será esquivar obstáculos (una de ellas muy inspirada en el fantástico "Hércules" de PlayStation).

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Mientras avanzamos por la aventura podremos además ir recogiendo algún que otro coleccionable que tiene su uso en un particular vendedor que nos dará skins para el protagonista, por lo que suma cierta rejugabilidad a unos niveles que por lo general están diseñados con gusto, jugando bien con los espacios, tanto abiertos como cerrados, con verticalidad, esquive de francotiradores, otros donde nos meteremos en criptas bajo tierra... todo ello moldeado con un acabado músical fantástico y unos gráficos que parece imposible creer que haya diseñado una única persona, porque luce mejor que infinidad de juegos de estudios a los que para colmo se les ceden licencias importantes, como Outright Games por citar uno de los más activos actualmente. Que tenga opción de activar el RTX en PC y encima funcione tan bien como lo hace, es magia negra, sin caídas de frames ni problemas de estabilidad.

Conclusión

No cambiará la historia de los videojuegos ni copará los GOTY de este 2020, pero Pumpkin Jack es un logro mayúsculo no sólo por ser la obra de una sola persona, sino por haber conseguido capturar la esencia de esos juegos de antaño sin quedarse encorsetado en el homenaje (algo de lo que sufrió el primer Yooka-Laylee, por ejemplo) y tiene un mimo y un cariño que sólo podría haber salido de un creador joven y alejado de una industria en la que cada vez más, por desgracia, se vive de los grandes nombres. Total, un título divertido, muy agradable de jugar y que sin hacer nada especialmente único o memorable, sí que vale mucho la pena y es el complemento perfecto (y superior en muchos casos) al modesto pero agradecido remake de Medievil del año pasado.

Lo mejor

  • Un juego como los de antes, pero sin caer en los malos vicios del pasado
  • La variedad de las armas y situaciones que ofrece la aventura
  • Lo ha hecho sólo una persona y tiene mejor acabado -jugable, visual- que muchos juegos de estudios establecidos
  • Genial BSO y doblaje

Lo peor

  • No es especialmente original
  • Sencillito y poco desafiante, si esperas eso no lo encontrarás
  • Podría haber llevado más lejos alguna de sus ideas
7.6

Bueno

Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.