Pikmin 3 Deluxe
Pikmin 3 Deluxe, análisis
Otro de los destacados de Wii U da el salto a Switch. Y con él llegan tanto algunas novedades como la misma calidad de siempre.
Hay básicamente dos formas de afrontar Pikmin 3 Deluxe. Y con esto no nos referimos a como novedad para los que se perdiesen su estreno original en Wii U o como port para los que ya dispongan de dicha versión y ahora se planteen ir de nuevo a por la de Switch. Que bueno, también. De eso tendremos que hablar. Pero antes entraremos en otra distinción relevante para ambos tipos de usuarios, en función de la cual la recomendación —o no— probablemente se haga sola. Una que trata sobre el diseño, la naturaleza de sus objetivos y su hipotética longevidad, sobre todo una vez sumemos el contenido inédito de esta edición, que lo hay y merece sección propia.
Antes de eso, normalmente tocarían las presentaciones, aunque aquí quizá no sea tan necesario porque la saga de Nintendo ya ha pasado por tres consolas de la compañía —cuatro si contamos el spin-off de 3DS—, además de ocupar una merecida plaza en Smash Bros. desde hace años. Si aun así hiciese falta, siempre podéis echar un vistazo al avance de este mes, donde recorrimos el camino previo, tratando sus antecesores y las aportaciones que legaron a la tercera parte. Y para los remolones pinchando enlaces, añadiremos también que la serie es una combinación entre aventura y estrategia, que en ella manejamos a astronautas diminutos, cultivamos cientos de bichos-planta (Pikmin) y los usamos tanto para doblegar al resto de la fauna local como para conseguir o recuperar objetos de importancia que transportan hacia la nave —los astronautas no se manchan las manos—. ¿Vale? Pues venga, al lío.
Los astronautas: Perdidos, pero solo un poco
Así como Mario y Zelda rara vez se rompen la cabeza a la hora plantear un punto de partida argumental que, además, tiene sus paralelismos a pesar del cambio de género («el villano ha secuestrado a la princesa, ¡oh no!»), Pikmin tiende a coincidir bastante con Metroid: llegamos a un planeta —que en el caso de Pikmin es siempre el mismo, el nuestro, aunque visitemos diferentes partes para no repetir diseños— y el aterrizaje es accidentado, así que el primer objetivo es reponernos, aprender a usar las habilidades disponibles para solventar cualquier problema inicial —que en este caso, son externas a los personajes— antes de marcarse metas más a largo plazo.
Conste que no es tanto una queja como una apreciación, porque casi todo lo de valor que construyen estas sagas se da en los espacios entre secuencias y diálogos. Aquellos en los que el jugador lleva la batuta de director. Así, cuando Alph, Britanny y Charlie, los tres tripulantes de la nave Drake, acaban desperdigados por diferentes puntos del planeta, el objetivo no es tanto crear drama como plantear un arranque dinámico, donde ellos se familiaricen con las mecánicas básicas y las propiedades de diferentes tipos de Pikmin en segmentos breves antes de que el juego los reúna y adopte la estructura contrarreloj que desde la primera entrega define a la saga.
Ahí es donde las cosas se ponen interesantes, y donde retomamos el tema con el que abrimos el análisis. Porque Pikmin 3, más que cualquiera de las anteriores entregas, pronto marca dos cometidos paralelos, interconectados, pero de naturaleza algo diferente. El primero, que podríamos definir como el desarrollo principal, es el que nos empuja tanto a juntar a los tres astronautas como luego a conseguir ciertas piezas para la nave, desbloquear y explorar las cinco grandes regiones en las que se divide el juego, encontrar y familiarizarnos con los también cinco tipos de Pikmin disponibles —resistentes al fuego, conductores de electricidad, voladores, acuáticos, etc.—, cruzar nuestro camino con el de personajes de entregas previas y, por último, abandonar sanos y salvos el planeta (lo sentimos si alguien creía que Nintendo iba a matar canónicamente a sus protagonistas y considera esa revelación un spoiler).
Los Pikmin: Carne de cañón
Eso tampoco quita, claro, que la muerte sea un aspecto muy presente en Pikmin. Nuestros astronautas rara vez corren peligro real, pero sus tropas de criaturillas de colores son otra historia. Cultivar cientos de ellas —llevando cadáveres de enemigos o píldoras de colores que brotan en flores a sus cebollas de origen— responde a la necesidad de transportar objetos pesados, repartirlos en grupos para cumplir varias tareas simultáneas o hacer más fuerza cuando lanzamos un pelotón hacia un rival de cierta envergadura, pero también a la realidad de que, al menos en la primera partida, seguramente perdamos una cifra considerable de Pikmin. Docenas y docenas, que emitirán dolorosos gemidos mientras se esfuman en forma de fantasmas para que sintamos remordimientos por nuestra incompetencia.
Dicho esto, el juego tampoco aprieta demasiado. Si bien esta vez hace distinción entre modo normal y difícil, recomendamos elegir directamente el segundo —equivalente al único que había en Wii U— incluso aunque no se tenga experiencia previa. Aspectos como el práctico centrado en objetivos o la descartada reversión de los Pikmin flor a Pikmin hoja por los daños ya suavizaban las cosas en la edición original, pero Deluxe además reparte por los escenarios más huevos con yemas que evolucionan a los Pikmin —las versiones con flor en la cabeza son más rápidas y poderosas—, aumenta considerablemente el radio del silbato que los llama e incluso permite interrumpir las tareas de todos los Pikmin desde la Drake para que acudan y no sean presa de las bestias nocturnas cuando el contador diario llegue a su fin y la exploración se interrumpa hasta la mañana siguiente.
A eso también podemos sumar un nuevo sistema de pistas y flechas opcionales que marcan en el suelo la ruta hacia el siguiente objetivo principal. Ajustes pequeños por separado, pero que sumados imprimen a Deluxe un carácter más amable y cómodo, donde los errores, más que nunca, son responsabilidad del jugador, que todavía puede juzgar mal el tiempo que requiere realizar algunas tareas, perder de vista grupos que son atacados mientras transportan objetos o ser sorprendido por una especie de enemigo nuevo a cuyas rutinas o debilidades todavía no se ha familiarizado. El epítome de esto son los jefes, puntos álgidos del desarrollo por su variedad y por plantear combates que a veces requieren casi un día completo, pero que se revelan como peleas bastante asequibles en cuanto damos con un método idóneo para derrotarlos mediante el uso de lógica o un poco de ensayo-error.
Tic, tac: Frutas, puzles y relojes de arena
Los más puristas podrán considerar innecesarias algunas de las nuevas concesiones, pero también es fácil ver a Deluxe como una obra tan o más representativa de la «filosofía Nintendo» que el Pikmin 3 original. Con esto nos referimos a que la amabilidad renovada contribuye a bajar el suelo de habilidad requerida para completar la historia, pero también incentiva más a no quedarse en ese aspecto superficial. Volviendo a la idea de los dos cometidos paralelos, con el desarrollo principal está entrelazada una búsqueda de frutas que, si bien no es del todo opcional, sí abre de par en par el abanico de opciones del jugador a la hora de decidir el orden y la cantidad de tareas en las que va a participar durante o incluso después del camino más encauzado hacia los créditos.
Del mismo modo en el que, por ejemplo, un Mario 3D puede establecer como meta conseguir 60 ó 70 de las 120 estrellas disponibles y luego dar carta blanca, Pikmin 3 reparte por sus zonas decenas de frutas que, una vez transportadas a la nave, se convierten en provisiones para alargar el número de días que podemos permanecer en el planeta. Teniendo en cuenta que cada día baja de los 20 minutos en tiempo real (18 en modo normal; 13 en difícil, como Wii U), la cantidad de provisiones inicial es del todo insuficiente y durante los primeros compases conseguir fruta es, de hecho, más importante que seguir el teórico desarrollo principal. Un apuro momentáneo, pero útil para poner de relieve la importancia de la capacidad multitarea, ya que conseguir estas frutas no solo requiere caminar hasta dar con ellas, sino usar a los Pikmin para derribar muros, construir puentes trasportando pequeñas baldosas, excavar en busca de bombas con las que destruir obstáculos más resistentes o usar las propiedades específicas de cada tipo.
Porque, así como Pikmin 3 —original o Deluxe— puede ser un juego más amable en los pequeños matices, también es uno con mapas más amplios, que se ramifican hacia más direcciones a partir del punto de aterrizaje de cada zona. Esto, unido al pequeño tiempo de espera que suelen acarrear muchas de estas tareas, invita a la división en dos o tres grupos, cada uno comandado por uno de los astronautas, para explorar por turnos —o de forma simultánea si jugamos en el nuevo cooperativo— diferentes áreas y aprovechar de forma más eficiente ese cuarto de hora del que disponemos. El propio diseño a veces se encarga de requerir la división, planteando obstáculos que solo pueden ser salvados si uno de los astronautas lanza a otro cual Pikmin, o varios puzles basados en balanzas que requieren jugar con los pesos de los pelotones, aunque por norma es más un recurso para optimizar que una imposición.
A medida que Pikmin 3 alivia la presión por el tiempo y permite centrarse en los objetivos estrictamente necesarios —yendo al grano, la aventura puede completarse en menos de 10 horas—, de forma paralela también se abre y ofrece una especie de «sandbox» de estrategia. Llega el punto en el que recoger fruta ya no es necesario, pero hacerlo significa descubrir zonas nueves —a menudo volviendo atrás para sacar partido a su faceta metroidvania—, encontrar minijefes opcionales y enfrentarse a retos donde el diseño requiere meditar a fondo qué cantidad de cada tipo de Pikmin llevamos —hasta un tope acumulativo de 100— o cómo los distribuimos entre los astronautas. Algo que no pocas veces requiere esperar al día siguiente tras hacer un reconocimiento. Solo así podemos conseguir toda la fruta y desbloquear el mejor final, logrando de paso que esas 10 horas se conviertan en 15 ó 20 con potencial para que algunas de las últimas, además, se cuenten entre las mejores.
Misiones Deluxe: El regreso de Olimar (y Luis)
Claro que el hecho de que se cuenten entre las mejores depende mucho de qué busque cada jugador en Pikmin 3. O en otras palabras, hasta qué punto el disfrute de su peculiar bucle jugable vaya ligado a los desafíos planteados por el diseño, la disposición de enemigos y las imposiciones del tiempo o, en cambio, necesite otros revulsivos en forma de una progresión narrativa —aunque sea sencilla— y geográfica por nuevos escenarios. Es una dicotomía todavía más importante cuando saltamos al contenido extra, que no solo recupera todas las misiones de Wii U —incluyendo las de pago—, también añade un buen puñado con Olimar y Luis que sirven como paréntesis al repartirse por dos sets ubicados antes y después de la historia principal.
Como ya adelantamos en el avance, estas misiones son eso, misiones. Lo que significa que no hay esa continuidad día a día de la campaña normal, donde los Pikmin cultivados se mantienen o se pueden dejar objetivos a medias y regresar para completarlos a la mañana siguiente. Aunque, a diferencia del resto de misiones, sí existe un hilo conductor, sobre todo en la segunda parte, desbloqueable tras pasar el juego. Mientras las misiones del prólogo se limitan a aprovechar las grabaciones de Olimar vistas ya en Wii U, el epílogo es más largo y elaborado, con mayor variación de objetivos nivel tras nivel: en vez de simplemente acumular ganancias contrarreloj, a veces nos toca recuperar piezas de la nave —abriendo y asegurando el camino—, explorar diferentes partes de un mismo nivel con Olimar y Luis, o atravesar de punta a punta una zona llena de enemigos y muros antes de que acabe el tiempo.
Aunque apenas hay secuencias nuevas como tal, cada una de estas misiones es introducida mediante el diario de Olimar que, como en las anteriores entregas, narra sus objetivos, dificultades y las siempre inquietantes conductas de Luis. Por otro lado, la reutilización de escenarios y enemigos es constante, aunque el estudio, creemos, ha hecho un buen trabajo segmentando y alterando algunas zonas, que a veces requieren prestar bastante atención para identificar en qué parte del juego estaban originalmente: nuevos obstáculos, aparición de enemigos fuera de su hábitat, vaciado de ríos, etc. Competente, pero seguramente poco estimulante para quien esperase novedades más sustanciales como localizaciones o jefes inéditos.
Recomprar o no recomprar, esa es la cuestión
Volviendo al inicio, ¿merece entonces la pena Pikmin 3 Deluxe? Para un jugador que se haya saltado la versión previa, nuestra respuesta es un sí rotundo. El juego se contó entre lo mejor del repertorio de Wii U y sus virtudes aún siguen vigentes. Incluso corriendo por su campaña y no aprovechando todas las posibilidades, su denso y exquisito diseño a medio camino entre aventura y estrategia, la satisfacción de resolver sus puzles y jefes o la preciosista dirección artística —que aún hace fuerza para contrarrestar una geometría de escenarios a veces algo baja— lo reintroducen en el catálogo de Switch como un nuevo destacado. Con el salto, cómo no, se suma una portabilidad que baja algo la resolución, pero se mantiene perfectamente disfrutable gracias a una buena calidad de imagen, rendimiento estable y adaptación ejemplar a los controles —aunque no use la pantalla táctil—.
Por otro lado, también se estrenan el modo multijugador en la campaña —además de seguir, por supuesto, en las misiones o las competitivas batallas de bingo—, la Piklopedia con datos de los enemigos, un sistema de logros, la posibilidad de guardar tres partidas en un mismo perfil —se echó de menos en Wii U—, el desbloqueo de un modo extra superpicante —con enemigos más duros y limitación a 60 Pikmin— y refinamientos varios en mecánicas como el centrado de objetivos o la carga y lanzamiento de Pikmin. Por el camino se han quedado la posibilidad de usar el Wiimote —aunque el Joy-Con lo suple de forma bastante convincente— y la doble pantalla de Wii U —lo que significa que ahora el mapa funciona como en Pikmin y Pikmin 2—, pero son detalles menores al lado de lo que se gana.
Pikmin 3 Deluxe, por tanto, hace honor a su nuevo subtítulo y presenta mejoras en casi todos los frentes, aunque a nivel técnico se podría haber sacado más partido a la revisión, es simple port y no ofrece mejoras significativas en modo dock, donde definitivamente no se codea con los mejores exponentes de Switch. Eso, y la potencial decepción con el enfoque del contenido nuevo, pueden ser trabas para algunos a la hora de desembolsar de nuevo el precio completo. La recomendación sigue siendo extensible a los veteranos, sea por la calidad del juego como tal, por la portabilidad o por el multijugador. Pero definitivamente lleva un asterisco al lado para que cada uno considere qué esperaba o quería de la nueva versión.
Conclusión
Pikmin 3 da el salto a Switch con una edición que ofrece mejoras variadas e importantes. Deluxe encaja en la híbrida de Nintendo casi como si hubiese sido creado para ella, aprovechando su portabilidad y sus múltiples métodos de control, a los que añade algunos refinamientos, la valiosa opción del cooperativo en el modo historia y varias misiones extra con Olimar y Luis para extender un juego que ya en Wii U podía durar bastantes horas a los más minuciosos. A pesar de los años transcurridos desde su estreno, no hay otro juego que ofrezca lo mismo, así que todavía es una recomendación fácil. Sin embargo, aunque por lo general el estudio ha hecho los deberes, a nivel técnico se ha quedado algo atrás y el contenido inédito ofrece poco realmente nuevo. Más idóneo para novatos que para veteranos, aunque todos pueden sacar algo de provecho.
Lo mejor
- Cóctel de géneros con diseño exquisito, se mantiene vigente.
- La implementación del cooperativo en el modo historia.
- Múltiples refinamientos jugables respecto a Wii U.
- El añadido de la Piklopedia y la dificultad superpicante.
- Abundante contenido extra al sumar las misiones DLC y las inéditas.
Lo peor
- La mini-campaña de Olimar y Luis aporta poco nuevo.
- Técnicamente hay margen de mejora en detalles como resolución y geometría.
Muy Bueno
Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.