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A Total War Saga: Troy

A Total War Saga: Troy

Talón de Aquiles

A Total War Saga: Troy, análisis

La Ilíada da el salto al videojuego en una nueva entrega de la afamada saga Total War. Porque Andrómaca debe sentir nuestra pasión no sólo en lecho, sino también en el campo de batalla.

Actualizado a

Lo de la saga Total War empieza a ser digno de estudio. Pasan los años, pasan los juegos, y todos siguen siendo igual de divertidos y entretenidos que el primero que salió. Puede que no innoven prácticamente nada, como le ocurre a este A Total War Saga: Troy, pero es que conocen tan bien sus virtudes y defectos que no necesitan subir al piso superior del edificio, sino adecentar muy bien en el que se habita en ese momento.

Porque este Total War Troy coge las premisas jugables de lo visto con anterioridad en la franquicia, en especial de lo hecho con Britannia y el más que excelente Total War Three Kingdoms, y lo lleva a su terreno, ese situado entre el mito y la historia y que tanto juego –nunca mejor dicho- puede dar sobre el campo de batalla. Y ahora, además, con 7,4 millones de jugadores desde el primer día. Aquiles y Héctor repartiéndose tortazos. Qué maravilla.

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Arde Troya

Cuando Creative Assembly se propuso hace unos años crear pequeñas iteraciones de la franquicia Total War, los que somos amantes del estudio arqueábamos una ceja: ¿significaba esto una bajada de calidad en sus próximas obras?, ¿era una manera de explotar la gallina de los huevos de oro? Detrás del comunicado oficial rezaba la intención de abordar periodos históricos que podían ser menos profundos que los más conocidos, pero que, se pensaba, podían tener un hueco dentro de la saga.

Así fue como llegó Total War Britannia… y las dudas quedaron despejadas. Britannia cogía casi todo lo de su antecesor y lo llevaba a ese contexto histórico con algunas pequeñas implementaciones. Ya luego aterrizaba Three Kingdoms y sí introducía novedades de peso –más allá de la historia- para dar el salto considerable. Subir ese peldaño donde ahora se asienta Total War Troy.

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Aprovechar la Ilíada para hacer un videojuego supone entrar en un terreno farragoso donde la realidad y el mito se dan un abrazo, dos besos y se esboza un “lo hizo un mago” en el que todo vale. Y en Total War se recoge con todo lujo de detalles esta simbiosis de realidad y mitología, porque lo mismo puedes controlar a un minotauro en el campo de batalla que al mejor de los honderos aqueos.

El juego parte de la premisa de disfrutar de varias campañas controlando a los principales protagonistas de obra de Homero. Cada héroe tiene asignado un nivel de dificultad, desde fácil hasta difícil, un poco haciendo un paralelismo con cómo estaba cada uno situado en la contienda del poema.

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A partir de aquí, Total War Troy vertebra sobre los puntos ya básicos de todo juego de la saga: tenemos un apartado estratégico social y otro militar. En el estratégico tenemos que mejorar nuestras ciudades y asentamientos, crear tropas y llevar una buena gestión económica de las zonas que controlamos, tanto a nivel social como diplomático. En caso de fallar esto último, pues vamos a la guerra y entramos en el campo de la batalla.

Siempre nos ha fascinado el avance en el apartado diplomático que ha sufrido la saga Total War. Sin embargo, con Troy hemos tenido esa sensación de que el juego te aboca a la batalla, como si entablar esas relaciones de paz fuera prácticamente imposible. Quizás por la “menor” duración de las campañas y el mapeado, lo que se busca es precisamente eso, es decir, el que el jugador vaya a la contienda y a desplegar sus tropas.

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Que esto no se malinterprete, cuidado. El juego sigue contando con su visión estratega a través de los espías, las sacerdotisas y el árbol clásico de edictos para mejorar puntos de la población, pero a veces da la sensación de que esto se ha relegado a un plano más secundario que lo visto, por ejemplo, en Britannia, donde las relaciones entre la corona guardaban más importancia (y hemos elegido Britannia por ese carácter de spin-off que posee al igual que sucede con Troy).

Quizás se prescinde algo más de esto, pero a cambio nos da unas batallas con un componente más variopinto. A la llegada de los Héroes como en entregas anteriores (ya en el de China se apostaron por ellas más que nunca), ahora se añaden los elementos mitológicos y hasta la ayuda de los dioses helenos. Puede que esto enfurruñe al fan más purista de la saga que busca la verosimilitud, pero hablamos del mito y la realidad, por lo que esa línea patidifusa también cruza en el videojuego. Para nosotros, un acierto.

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¿El fallo? Pues que nos han dejado sin batallas navales. Teniendo en cuenta el apartado histórico en el que se ubica esta entrega, lo de ver a Héctor y Aquiles dentro de un barco dando órdenes no habría estado mal. El englobarse en la rama de A Total War Saga ha provocado este recorte en los recursos destinados al juego, y con ello se ha llevado también las batallas navales.

Sobra decir que el título vuelve a funcionar con gran maestría incluso en dispositivos con pocos recursos. El juego se ha podido probar en dos equipos: uno ataviado con una GTX 780 y otro con una 1050, ambos con 16 GB de RAM (de diferentes generaciones) y un i7 (de diferentes también). En ambos se ha podido jugar sin problemas, tirando casi todo en “Alto” en el equipo más potente. Una vez más, Creative Assembly demuestra que a nivel de optimización sigue siendo el rey, aunque el título lo desarrolle su filial en Sofía.

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Conclusión

A Total War Saga: Troy cumple, divierte y nos mantendrá de nuevo decenas de horas pegados al PC. Ya lo decíamos antes: no innova prácticamente nada, pero es que tampoco lo necesita. Una buena nueva iteración donde la única nota negativa la pone la ausencia de las batallas navales y ese cierto conservadurismo que algunos le puedan achacar al modelo de A Total War Saga.

Lo mejor

  • Sigue siendo Total War.
  • La introducción de la mitología le sienta bien.
  • Buen y competente rendimiento.

Lo peor

  • Ausencia de batallas navales.
  • Se apoya demasiado en los combates y olvida la diplomacia en ocasiones.
  • El conservadurismo de esta A Total War Saga, donde quizás se podría experimentar más.
7.8

Bueno

Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.