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HyperParasite

HyperParasite

Destroy all humans

HyperParasite, Análisis

Nos ponemos en la piel de un destructivo alienígena metamorfo en este roguelike para todas las plataformas en el que la muerte está detrás de la esquina

Un alienígena ha llegado a nuestro planeta con claras intenciones. Este es de los malos, de los azules, de los tentaculares y de los que matan antes de preguntar. Sus planes de conquista son confusos, pero la amenaza ya es suficiente para que el gobierno declare ley marcial. Este parásito no es ningún santo, pero los humanos tampoco lo son. Si el parche en el ojo y la cara de mala leche del presidente no nos resulta lo suficientemente intimidante lo harán las muchas tribus urbanas que se adueñen de las calles, con sus armas improvisadas y sus horteras vestimentas.

¿Hemos mencionado que estamos en los ochenta? Pues estamos en los ochenta. La atmósfera añeja viene acompañada de una reconocible ambientación cyberpunk, por lo que las calles están repletas de caos y neones violetas.

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Este es el mundo en el que nosotros entramos y agarramos el mando. Jugamos de parte del alienígena, por supuesto, pero lo más interesante es que ese alienígena puede metamorfosearse en los cuerpos de cualquiera de sus enemigos. Esta es la parte de “parásito” que da nombre al título. En su estructura, HyperParasite es un roguelike de acción con mecánicas de twin-stick shooter, pero es esta mecánica de poder convertirnos en el enemigo lo que le da su identidad.

HyperParasite es frenético y es difícil. La filosofía de ensayo y error que caracteriza estos títulos está presente aquí en su máximo esplendor, más incluso de lo deseable. El aprendizaje después de cada muerte es poquito, y de base, la variedad de las partidas no es suficiente para justificar tanto castigo.

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Es un sistema de progresión que va un poco a trompicones, desbloqueamos nuevos personajes con relativa facilidad, si así lo queremos, pero la moneda del juego también sirve para pagar mejoras como pasivas o habilidades “definitivas” por lo que nuestra elección es clave ¿Queremos ayudarnos a largo plazo o solucionarnos la vida a corto plazo? La cantidad de dinero que conseguimos en cada partida es además bastante limitada, por lo que hay partidas que serán un claro farmeo en pos de avanzar en los desbloqueos de nuevos personajes.

Por desarrollar esto último un poco más, nuestra capacidad de transformarnos en los enemigos está íntimamente ligada al sistema de progresión del juego. Cada nivel del juego cuenta con un set único de enemigos que nos pondrá las cosas complicadas, y cada enemigo es un potencial personaje que podemos controlar.

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En la forma de parásito somos un ente muy vulnerable. Podemos desplazarnos con velocidad, disparar proyectiles de cadencia rápida y esquivar ataques enemigos, pero se trata realmente de una forma transitoria entre cuerpos, un solo ataque (sin estar respaldados por mejoras desbloqueables) y moriremos y tendremos que volver a empezar.

Con la habilidad especial de nuestro parásito agarramos a un enemigo y pasamos inmediatamente a controlarlo. Es aquí donde está el quid de la cuestión, para desbloquear la posibilidad de transformarnos en enemigos necesitamos matar previamente a un buen puñado de ellos, llevar su cerebro a la tienda del nivel y tener unos cuantos cientos de monedas. Este proceso es el bucle en el que estaremos metidos la mayor parte del tiempo que estemos jugando a HyperParasite, desbloquear nuevos personajes es la única forma de avanzar realmente en el nivel, ya que sin sus habilidades y sin la posibilidad de ir alternando entre ellos será muy complicado enfrentarnos a los jefes de cada zona.

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Hay una buena variedad de cuerpos que podemos controlar, y aunque es cierto que en cada nivel son diferentes, a menudo encontramos versiones alteradas de los que ya conocemos. Podemos separarlos los que son a distancia o a cuerpo a cuerpo. La cadencia de ataque y el patrón varía entre personajes, tenemos a un vagabundo que empuja su carro en potentes embestidas, pero también tenemos personajes con cuchillas o hachas más rápidos que proponen un acercamiento de entrar y salir.

A distancia la variedad es mayor, hay personajes disponibles que ofrecen la clásica experiencia de pistola de proyectil circular a media distancia, hay otros con escopetas y ametralladoras rápidas y hay otros con patrones de ataque más experimental, como un láser sostenido que hace efecto de quemadura a corto plazo o un proyectil de largo alcance cargado muy potente.

En el fragor del combate, el caos y las impredecibles oleadas de enemigos hacen que no podamos encariñarnos con ninguno de estos cuerpos que controlamos. Realmente tampoco es la intención del título, cada uno de estos cuerpos es tan vulnerable como nuestra propia forma básica de parásito. Cada personaje puede aguantar un par de ataques antes de ser destruido, por lo que se nos obliga a estar ojo avizor a cuál es el siguiente cuerpo en el que podemos transformarnos.

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Esto dota al juego de un ritmo frenético. Recordemos que el objetivo es en última instancia pasar el menor tiempo posible en nuestra vulnerable forma de parásito, por lo que alternar de forma inteligente los diferentes cuerpos según la situación es clave para la victoria.

Además de los cuerpos en sí, hay un par de elementos que nos ayudan a conseguir esto, el primero es que de forma aleatoria en ciertas pantallas del nivel podemos ver aparecer marcas en el suelo que mejoran las estadísticas de nuestro personaje. Podemos mejorar la resistencia y la suerte (la capacidad de dar críticos o conseguir dinero de los enemigos) de los personajes, su ataque, o podemos por otra parte dar más vidas al parásito, para facilitarnos más la supervivencia. Esta progresión a corto plazo es ideal para como queremos enforcar nuestra partida. Si encontramos tres marcas y nos subimos con ellas el ataque seremos máquinas de matar, pero si priorizamos subir nuestra resistencia o las vidas del parásito podremos cometer más errores antes de caer.

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La progresión a largo plazo es menos satisfactoria. Ya hemos comentado como el desbloqueo de nuevos personajes monopoliza la función, pero es que lo que se nos ofrece más allá de eso tampoco es particularmente atractivo. En la tienda de cada nivel podemos encontrar mejoras aleatorias que irán cambiando en cada partida. De cuando en cuando hay pasivas que son las verdaderamente interesantes, como subir un porcentaje de nuestra destreza con las armas o nuestra precisión, pero en general se tratan de habilidades consumibles que únicamente proporcionan una ventaja momentánea en el combate, como un ataque de área congelante. El sistema de captura de cuerpos está tan asentado en el ADN del videojuego que cualquier otra propuesta fuera de eso se siente como un extra anecdótico.

Dominar este sistema es dominar el título, y hay que decir que HyperParasite no es un juego fácil de dominar. Su mazmorreo no propone nada particularmente novedoso. Cada partida nos pone en los mismos niveles pero con las pantallas metidas en una batidora y cambiadas de orden. Esto significa que cada nivel no es tampoco completamente nuevo, sino más bien un remix de los anteriores, y hay enfrentamientos que repetiremos tal cual de partida en partida.

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Este mazmorreo se siente puramente de transición, pero los combates que nos encontramos son el verdadero reto, oleadas de enemigos nos esperan en cada una de las pantallas de sus niveles, cualquiera de ellos puede asestarnos un golpe mortal, y solo haberle echado horas al título nos proporciona la capacidad de ir convirtiendo a esos enemigos en aliados. Y esto es solo la preparatoria para el verdadero reto que son los jefes finales. Algunos de los jefes que parecían tan inabarcables se vuelven más sencillos cuando descubrimos que hay un personaje concreto que es más útil en la pelea que los demás, pero llegar a ello supone ver mucho la pantalla de Game Over y farmear monedas como locos.

Nos encontramos entonces con un peligroso de ejercicio de equilibrismo en el que las primeras horas llegan a ser bastante frustrantes por lo difícil que resulta avanzar (especialmente nuestra llegada a nuevos niveles) pero que cuando ya estamos más avanzados se antoja algo reiterativo porque se va quedando sin recompensas significativas que ofrecernos para compensar el tiempo que estamos poniendo.

Justo en medio de eso es donde está la miga y lo satisfactorio de HyperParasite. Aunque sus componentes de roguelike sean a veces más un lastre que una virtud, su frenética acción es satisfactoria por si misma, y su variopinto plantel de personajes se convierte en el mayor aliciente para seguir jugando.

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Código proporcionado para la versión de Playstation 4.

Conclusión

HyperParasite se presenta como un roguelike correcto, empañado por niveles reiterativos, un sistema de progresión algo limitado, y una alta dificultad por falta de recursos con los que equiparnos que castiga duramente nuestras primeras horas de juego. Pero es en su vertiente de shooter arcade donde convence y engancha. Su acción frenética está bien resuelta, y la mecánica de convertirnos en el enemigo añade un toque impredecible a cada encuentro muy estimulante, que ligada como está al sistema de progresión, transforma progresivamente cada nivel de una peliaguda emboscada a nuestro propio campo de juego.

Lo mejor

  • La mecánica de cambiar de cuerpos dota al juego de toda su identidad y está bien resuelta
  • Acción frenética y estimulante
  • Variedad en los personajes que controlamos, cada uno con sus virtudes y defectos

Lo peor

  • Alta dificultad cuando se experimenta en solitario, hasta el punto de ser frustrante
  • Sistema de progresión lento y exigente, pide más de lo que da
  • Diseño de niveles reiterativo, se echa en falta variedad
7.2

Bueno

Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.