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Steel Division 2

Steel Division 2

El RTS más realista

Steel Division 2: Análisis PC, un RTS para auténticos generales

El RTS más realista, complejo y profundo recibe su segunda entrega añadiendo el frente oriental a su ya inmensa galería de vehículos, armas y héroes.

Actualizado a

Eugen Systems es un pequeño estudio francés centrado en exclusiva en la estrategia en tiempo real. En 2005 alcanzaron cierta relevancia gracias a Act of War, un RTS de la vieja escuela que aportaba algunos brochazos de originalidad que gustaron en la amplia comunidad que este género siempre ha mantenido en PC.

Aquel trampolín de Act of War les permitió evolucionar en el propósito que desde aquellos orígenes ya habían establecido: crear el RTS más realista posible. Así, mientras seguían explotando la serie Act of War, pusieron en el mercado el simulador R.U.S.E. Se trataba de un juego excepcional por lo atrevido de su planteamiento, abandonando las dinámicas sobre las que el género se había sostenido desde los clásicos Age of Empires o Command & Conquer. R.U.S.E. cambiaba los ritmos, las escalas e incluso conseguía que el género se inclinara a una simulación más táctica, donde la estrategia y la planificación eran determinantes, restando importancia a la pericia del jugador una vez que empezaba el intercambio de plomo.

Lamentablemente algunos bugs y, sobre todo, la convivencia con el por entonces recién estrenado Starcraft II, impidió que R.U.S.E. consiguiera la base suficiente de jugadores como para perdurar.

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Ese objetivo sí se consiguió con los siguientes títulos de Eugen; Wargame y el más reciente Steel Division. Títulos que mantuvieron los principios de R.U.S.E. y que se convertían de por sí en un subgénero dentro de los RTS donde prevalecía el realismo sobre la diversión. La simulación, sobre el juego. Títulos donde el estudio del terreno, el conocimiento de las fuerzas disponibles, la previsión de los reabastecimientos… son mucho más importantes que la acción en tiempo real.

Con Steel Division, Eugen consiguió pulir la fórmula hasta resultar el juego perfecto para aquellos que gustan de esta estrategia más cercana a la realidad, donde cada unidad actúa como tiene que actuar, cada arma tiene el alcance y efectos que ha de tener y donde, como en la vida, real, cada acierto, o cada error, pueden ser decisivos en el resultado de la batalla.

Steel Division. Segunda parte.

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Al Steel Division original de 2017, centrado situacionalmente en la Normandía de 1944, se le han venido añadiendo contenidos para satisfacción de una comunidad de jugadores no muy grande, pero sí completamente volcada en el título.

Quizá la mayor demanda de esta comunidad era llevar la acción al frente oriental, al enfrentamiento entre los ejércitos alemanes y soviéticos, al choque donde más determinantes fueron los carros de combate y en el que tuvieron lugar batallas tan masivas como Kursk, donde los historiadores cifran unos 500 carros de combate por bando, figurando como el mayor enfrentamiento de blindados hasta la fecha.

Coincidiendo con el 75 aniversario de la Operación Bagration, donde el ejército soviético arrancó su ofensiva sobre los ejércitos centrales alemanes, empujándoles ya desde ese momento, sin pausa alguna, hacia su derrota definitiva en la propia Berlín, Eugen lanza una revisión de Steel Division centrada en aquel frente.

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Antes de hablar de las novedades de esta entrega, es obligado dedicar unos párrafos a aquellos que no conocen la serie. Steel Division, como venimos diciendo, no basa tanto sus objetivos en crear el mayor número de unidades o saber moverlas de forma más efectiva por el mapa arrasando enemigos. La clave del éxito radica en conocer tus fuerzas y usarlas de la forma más eficiente posible. No vale elegir el carro de combate que nos parezca más grande y lanzarlo contra la línea de frente. Un simple, y económico, pelotón de granaderos acabará con él en la primera emboscada, si no lo hace un cañón antitanque situado a más de un kilómetro y que no llegaremos ni a ver.

Porque Steel Division no es un juego sencillo. Ni asequible. Para nada… Es exigente con el jugador y obliga a prestar atención a detalles que carecen de importancia en el resto de títulos del género.

En nuestro primer contacto veremos una completísima base de datos de vehículos en los que se lista el calibre de su cañón, el grosor de su blindaje, su alcance efectivo, su velocidad máxima, capacidad de munición y combustible… Algunos agradeceríamos el esfuerzo formativo que han hecho los desarrolladores, como mucho, y no volveríamos a abrir ese apartado del juego. La particularidad de este título es que esas fichas las tendremos que acabar conociendo. Cuando mayor conocimiento tengamos de los puntos fuertes y débiles de cada una de nuestras unidades, más efectivos seremos desplegándolas en el campo de batalla.

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Este despliegue habrá de hacerse atendiendo al terreno, tratando de aprovechar las elevaciones del mismo o su vegetación para cubrir nuestras fuerzas, calculando siempre las distancias, mientras tratamos que nuestros exploradores alcancen a otear las posiciones enemigas. Fundamental será comprobar el ángulo de visión que tiene cada unidad, tratando de cubrir aquellas secciones de terreno por la que puede moverse el enemigo.

Una vez que empiece el intercambio de fuego, nuestros blindados atacarán y recibirán fuego de unidades que se encuentran a muchos cientos de metros de distancia, por lo que conseguir ver sin ser vistos se convierte en el objetivo principal de la acción. Averiguar en qué posición está el enemigo y qué tipo de fuerzas tiene nos permite saber si tenemos o no ventaja, o bien optar por un ataque de artillería desde el otro extremo del mapa o un bombardeo con nuestros Stuka.

Y si obtener esta ventaja es tan fundamental es porque el primer disparo suele ser definitivo. Ahí entran en juego las prestaciones de los contendientes; el grosor del blindaje de uno, frente al calibre de las armas del otro, la cadencia de disparo, o la distancia a la que cada arma deja de ser efectiva. Como decíamos en párrafos anteriores, es fundamental conocer esta información para prever que un determinado tipo de carro no tiene nada que hacer contra otro, o viceversa.

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Dispondremos de cientos de vehículos, terrestres y aéreos, entre los que se listan desde carros de combate ligeros de reconocimiento, a pesados carros Tiger, además de unidades de artillería, cañones antitanque, camiones de reabastecimiento… a los que se suman otras tantas unidades de infantería dotadas con morteros, ametralladoras, fusiles de largo alcance…

A esto hemos de sumar que el título recrea unidades de combate reales que participaron en aquellos días de combate. Estas unidades cuentan con sus configuraciones particulares a las que se suma experiencia de combate, lo que las convierte en más efectivas si son utilizadas con inteligencia.

Todas estas unidades están divididas entre tres fases del juego. En la inicial, los primeros minutos de juego, solo dispondremos de unidades ligeras y de reconocimiento, para pasar a contar con blindados más potentes en la segunda y verdaderas unidades de élite en la tercera. Gran parte de la estrategia de este título, sobre todo en las partidas 1Vs1, se basa en saber gestionar las primeras fases y ahorrar créditos para meter en el campo de batalla las unidades realmente decisivas y que tardan bastante en estar disponibles. Podremos apostar por la aviación, si hemos sido capaces de eliminar los antiaéreos enemigos, hacerlo por blindados de élite cuyo avance sea lento, pero casi imparable, o jugárnosla con la artillería porque, como es sabido, nada se resiste a un buen bombardeo de cohetes Katiusha. Eso sí, como en la realidad, una vez hemos lanzado estos cohetes, necesitaremos varios minutos y un camión de abastecimiento para recargar; unos minutos donde cualquier mortero o caza enemigo puede arruinar la que había sido nuestra apuesta ganadora.

En definitiva, son tantas las posibilidades tácticas que se ofrecen para resolver un “simple” enfrentamiento entre carros de combate, que aquellos que llegan a dominar el juego, después de muchísimas horas de trabajar sobre él, encuentran que no hay nada siquiera parecido.

Eso si decidimos optar por el uso más serio y “profesional” de Steel Division, porque siempre queda la alternativa de unirse a partidas multijugador en las que coincidir con los amigos y lanzar tanques a diestro y siniestro, sin mayor miramiento, dejando que todos estos matices tácticos queden enterrados bajo las ganas de divertirse reventando todo lo que se mueva. Para este perfil de jugador es posible configurar partidas de hasta 10Vs10, con lo cual el caos está garantizado.

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Las novedades

Las diferencias de la nueva entrega respecto a la de hace dos años, en los apartados técnicos, son mínimas. El nivel gráfico y sonoro del primero rayaba un nivel muy alto, que se mantiene en este segundo, sin apenas avances. En cuanto a la jugabilidad, se incorporan objetivos en el mapa cuyo control nos permitirá ganar la partida. Esta concreción de los objetivos permite orientar la acción a aquellos puntos que más juego dan, mejorando la mecánica del primero que se basaba en controlar una mayor superficie del mapa, independientemente de cuál fuera.

La siguiente novedad viene dada por las unidades y vehículos que podemos usar. La incorporación del Ejército Rojo y el polaco suman nuevas posibilidades de configuración a las que se suman la disponibilidad de numerosas unidades de élite, muy curtidos tras tres años de combate en aquel frente, donde podremos elegir desde pelotones de Oberkommando alemanes a unidades de francotiradoras soviéticas llegadas directamente de la resistencia en Stalingrado. Por lo demás, la acción directa es idéntica a lo visto en el lanzamiento de 2017.

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Donde sí encontramos más novedades es en las modalidades de juego. Se mantienen las posibilidades de juego para un solo jugador, ya sea combatiendo en escaramuzas configuradas por él o reproduciendo batallas históricas que serán un auténtico gozo para los aficionados a la Segunda Guerra Mundial, dada la fidelidad en la representación de los escenarios y de las unidades que en ellos combatieron.

En cuanto al multijugador, los servidores se mantienen bastante vivos y resulta sencillo acceder a partidas de nuestro gusto, desde un 1Vs1 hasta un masivo 10Vs10. La novedad en esta modalidad llega con las batallas “rankeadas”. Se ha creado una clasificación de jugadores en la que podremos ascender a medida que ganemos en batalla 1Vs1 al resto. Sin duda es un terreno acotado para los más fieles al juego que tardarán bien poco en hacer trizas a cualquiera que no se lo tome realmente en serio.

Sin embargo la principal novedad, aquella que daba un mayor sentido a este nuevo lanzamiento, es el modo General, donde adoptando ese rol habremos de comandar los distintos ejércitos en una ofensiva que abarcará todo el frente. Se trata básicamente de un modo de juego esquemático, por turnos, donde manejaremos nuestras tropas atendiendo a su capacidad de desplazamiento y al terreno sobre el que se desplaza, ordenando atacar o atrincherarse para combatir a un enemigo que actúa de la misma manera.

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Una vez que se entra en combate, cabe la posibilidad de resolver automáticamente el choque o pasar al modo de acción directa, donde jugaríamos al clásico modo RTS con las fuerzas y reemplazos que habíamos seleccionado en el modo General.

Si bien el aspecto de este modo resulta atractivo, invitándonos a afrontar un enfrentamiento de largo recorrido en el que aplicar la máxima de que no importa quién gana las batallas, sino la guerra, el resultado no es nada satisfactorio.

Los intentos que hemos hecho con este modo han sido siempre frustrantes. Ya sea por pequeños bugs que afectan al desplazamiento de unidades, o a una absurda resolución de combates que nunca hemos llegado a comprender. La resolución automática de los enfrentamientos es una auténtica lotería en la que es difícil predecir qué es lo realmente determinante para llevarse la victoria, con lo que casi estamos obligados a combatir en tiempo real. Esto alarga la partida eternamente y la imposibilidad de guardar el juego cuando queramos acaban por convertirlo en un modo que, a no ser que se mejore y parchee, no ofrece atractivo alguno respecto al combate en las batallas históricas o a lo realmente divertido del juego, que no deja de ser el multijugador.

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No tan buena idea.

Steel Division 2 carece, por tanto, de grandes novedades que justifiquen el desembolso que supone. Esas novedades se limitan a ligeros cambios en la jugabilidad, algún pulido gráfico y un buen montón de nuevas unidades e información histórica.

Esas mejoras, siendo objetivos, nos permiten decir que estamos ante un juego mejor que el original y, seguramente, uno de los mejores RTS del momento. El mejor si preferimos una acción realista. Sin embargo fraccionar así la serie, sobre todo cuando además se subdivide en distintas ediciones con más o menos unidades y que se ofrecen por 40, 60, 70 y 80€, supone ponerlo muy difícil para que la comunidad se mantenga fiel y no se disperse. Hacerse con la edición total, la necesaria si se pretende poder jugar sin problemas de compatibilidad con cualquier otro jugador, se nos antoja un desembolso demasiado caro (85€) teniendo en cuenta las pocas novedades que se aportan sobre el Steel Division original. Dividir así a su comunidad nunca ha sido una buena idea, y menos en un juego “nicho” como éste.

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A favor de Eugene hay que reconocer que han mantenido el gestor de MODs para que esta comunidad siga produciendo y compartiendo fácilmente contenido. Esta posibilidad, la de crear MODs, es una de las más interesantes de la primera entrega y se antojaba imprescindible para esta segunda.

Podríamos decir, por tanto, que mientras aquellos que aun juegan al título de hace dos años pueden tener dudas sobre si el gasto merece la pena, esta entrega sería la ideal para aquellos que no lo conozcan. Pues tampoco. Steel Division 2 deja de ser interesante para los novatos porque, a pesar de ser un juego complejo, muy diferente al resto de RTS a los que venimos jugando hoy, carece de cualquier tipo de tutorial que nos ayude a arrancar. Tan solo cuenta con un manual de texto tan insufrible que es como si tampoco existiera.

Es imperdonable que un juego con tal curva de aprendizaje no ofrezca ni la más mínima ayuda de inicio. Hace falta tenerlo muy claro para empezar a entrenar en los modos de un jugador e ir aprendiendo partida a partida de las inevitables derrotas.

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Esta carencia, sumada al decepcionante modo General, hacen que recordemos la huelga que hace unos meses mantuvieron los trabajadores de Eugen por problemas salariales y que, muy probablemente, habrá afectado al desarrollo del juego. Esperemos que tras la tormenta haya llegado la calma y se recoja la que no deja de ser una base excelente para pulirla y acabar levantando el juego excelente que cabría esperar. La materia prima y el conocimiento están ahí.

Conclusión

Esta segunda entrega sigue apostando por lo que convirtió en éxito a la primera y agrega una buena cantidad de material para seguir jugando… a lo mismo. Los aficionados a la SGM gozarán con las toneladas de información histórica y técnica, mientras que los jugadores sabrán agradecer el contar con los vehículos y batallones del frente oriental. Sin embargo esta adición de contenidos no justificaría nada más que un DLC de ampliación, como los que hasta la fecha se venían poniendo a la venta. El verdadero atractivo de esta segunda entrega sería el Modo General, un nuevo planteamiento de juego muy interesante pero que, lamentablemente, no funciona. Steel Division 2 no pasa de ser una ampliación del original de hace dos años, lo cual es excelente, pero se queda lejos de ser un título realmente nuevo que justifique su precio.

Lo mejor

  • La estrategia en tiempo real más realista.
  • Toneladas de información histórica en perfecto castellano.
  • Las infinitas posibilidades tácticas, sobre todo en multijugador.
  • La posibilidad de jugarlo también de modo desenfadado, en escaramuzas de hasta 10Vs10.

Lo peor

  • Su principal novedad, el modo General, no funciona.
  • Las novedades prácticamente se limitan a sumar más unidades y escenarios.
  • Es imperdonable que, con semejante curva de aprendizaje, no se incluya un tutorial.
  • Crear tantas ediciones acaba dividiendo a la comunidad.
7.6

Bueno

Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.