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ZeroRanger

ZeroRanger

¡Shot!

ZeroRanger, análisis

ZeroRanger evoluciona el shoot em up vertical por muchas razones. Muchas de ellas no se ven a siemple vista, pero existen.

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De los muchos baluartes que han definido lo que ahora son los shoot em up, hay uno que seguramente los desvió en exceso de muchos de los cauces que podrían haber seguido. Hay una abundante corriente de opinión que considera a Batsugun como el primer bullet hell, y no lo hace sin razones. A pesar de este hecho, se trata de uno de esos títulos un poco ensombrecidos, cuya influencia nunca ha sido justamente valorada por el gran público, pese a tratarse de uno de los títulos que implantaron la idea que se impondría durante años: la de que lo divertido es inundar literalmente la pantalla con cientos de proyectiles, otorgando más peso a su esquiva que a la propia destrucción de las oleadas enemigas. Años después, nos encontramos que aquella idea ha terminado contaminando casi por completo los shoot em up verticales, alejando de ellos a bastantes jugadores (y enamorando a otros, justo es reconocerlo). ZeroRanger es una sólida respuesta a este enigma, pero también plantea sus propios puzzles: una lógica oculta que lo proyecta a un futuro en el que tendrá mucho que decir. Recibimos a un nuevo Batsugun que viene a poner orden desde la escena independiente, que vuelve a poner patas arriba un género clásico.

Una evolución inesperada

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A simple vista, Zeroranger no parece gran cosa más allá de un apartado gráfico tradicional aunque tremendamente distintivo. No en vano hablamos de un juego diseñado visualmente en torno a dos colores, que no propone nada que no hayamos visto cientos de veces: cuatro niveles verticales y dos loops (o eso parece al principio). Es con el transcurrir de las partidas que el misterio -y las frases en plan galletita de la suerte que leeremos al caer- nos irán abriendo los ojos a lo que está más allá. System Erasure se ha afanado en cuidar sensaciones que pocos shoot em up han logrado transmitir, consiguiendo interesarnos por un argumento que implica naves, mechas y viajes en el tiempo, lo cual no es tarea fácil a estas alturas. La máxima del juego es clara en ese sentido, pero llegará a aplicarse solamente si conseguimos averiguar cómo: al final todo tendrá sentido, si bien serán pocos los que lleguen a descubrir lo que está pasando. Lo grande es que esta vez, esa atención del jugador no terminará chocando contra un muro insuperable, porque Zeroranger redefine por completo uno de los paradigmas de la historia de los shoot em up: el de la dificultad.

Lo diremos ya para que quede claro. ZeroRanger se incorpora directamente a la lista de nombres propios que han hecho evolucionar este género en su vertiente vertical. Lo consigue contándonos la historia del shoot em up (y quien se lo vaya a tomar en serio hará bien en recordar esto) con una premisa inesperada: la de olvidarse de esa especie de desviación histórica impuesta sin pretenderlo por los Batsugun, Dodonpachi y demás. En ZeroRanger hay cientos de referencias, y con ellas también ciertos momentos que gustan de las mecánicas del bullet hell, pero el juego se las apaña casi todo el tiempo para no hacernos sentir en uno de estos monstruos de la esquiva perpetua. Las sensaciones son más bien las de una nueva oportunidad, ejecutada con precisión de maestro, para los olvidados Terra Cresta, Star Force y demás títulos gloriosos de la verticalidad, antes de que todo cambiase.

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Solo 4 niveles, pero infinitos

Es complicado hablar de ZeroRanger sin desvelar aspectos de un argumento que impregna hasta su sistema de puntuación. En cualquier caso, no desvelamos mucho si decimos que la muerte es aquí una mecánica básica, ya que solo siendo destruidos conseguiremos ir obteniendo créditos que acumular, el maná que nos posibilitará llegar al final. ZeroRanger no es un juego aparentemente largo, pero sus cuatro niveles (multiplicados por dos loops… o por más variables, porque nunca se sabe con tanto misterio en el ambiente), son verdaderas obras maestras del diseño de niveles en un shoot em up, y es en ellos donde se encuentra la semilla que termina por enganchar a cualquiera que se asome por ellos.

Lo mejor que ha conseguido este ejercicio de buen diseño es hacernos olvidar la idea de pasar casi todo el tiempo en la parte inferior de la pantalla disparando a lo que venga. Simplemente no funciona así. Más bien, lo que ahí hay es de todo lo demás: secciones con desplazamiento lateral de la pantalla, momentos en los que hay que colocarse en la mitad superior para disparar hacia atrás a algún bicharraco, una salamandra de fuego que nos obliga constantemente al desplazamiento, un descenso del mismo lagarto que obliga a esquivar unos fuegos que aparecen por la retaguardia y un montón de extravagancias más. El diseño de los niveles no hace sino complementar la otra parcela excelente de Zeroranger. El juego nos ofrece dos variables iniciales y una serie de posibilidades de elección de armas a lo largo de los tres primeros niveles, pero tarda poco en enseñarnos que los escenarios se juegan de forma muy diferente según las armas que vayamos equipando, por lo que la rejugabilidad es altísima. Además, es un camino muy bien trazado por los diseñadores el que lleva al jugador a aprender las sutilezas de cada arma en relación con cada escenario. Un ejemplo muy brillante, a nuestro juicio, es el mid-boss de la calavera enorme que acompaña estas líneas. Se puede afrontar con la perspectiva tradicional de disparar al núcleo desde lejos, pero también es viable acabar con ella a espadazos, ya que la espada tiene una relación curiosa con no pocos proyectiles enemigos, dentro de la jungla que forma todo esto en ZeroRanger. Tanto es así que a nosotros nos parece la verdadera evolución del puzzle que proponía el antológico Radiant Silvergun de Treasure. Conocerlo en todas sus posibilidades es la clave, pero todo cambia tan rápido de reglas que no es fácil conseguirlo.

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Control y progresión, como nunca.

Todo lo dicho hasta ahora no basta para redondear un shoot em up, ya que el control es la pata que puede hacer cojear cualquier juego de naves. Hace no demasiado recibíamos al fantástico Super Hydorah, del que destacaríamos una y otra vez su sistema de control. Lo mismo puede decirse esta vez de lo que System Erasure ha conseguido en la perspectiva vertical, con unos hitbox simplemente perfectos, ajustados hasta lo demencial a la velocidad del juego. Desde el primer momento salta a la vista lo trabajado que está el movimiento de la nave; ya en la primera fase sorprende lo bien que somos capaces de esquivar unos enemigos que vienen desde atrás aunque aún no dominemos a fondo el juego. Es solamente un ejemplo, en un título plagado de puntos concretos en los que el control se muestra absolutamente estelar. De hecho, esta accesibilidad inicial es clave para implicar al jugador, para que pronto se dé cuenta de lo que ha cambiado esta vez.

Hemos mencionado a Radiant Silvergun, pero podríamos haber hecho lo mismo con R-Type, Gradius o cualquiera de la pila de nombres citados literalmente por ZeroRanger. Todos tenían en común una curva de dificultad que no pensaba demasiado en el jugador menos experimentado, sino en ofrecer un desafío enorme que muy pocos serían capaces de completar. Si algo destaca sobre lo demás en ZeroRanger es lo bien que replantea la curva de dificultad habitual en estos juegos, sin inventar tampoco nada que sea totalmente nuevo. Es posible empezar desde cualquier nivel completado y, en definitiva, es el tiempo de juego el que nos va proporcionando créditos, algo ya visto en Gradius V. La cuestión es que esta vez sí es posible que cualquier jugador se plantee terminar el juego con las propias reglas que éste plantea. Esto se aplica incluso si descubre, porque esa es la gracia, la forma de toparse con el final bueno, que constituye sin duda una de las mayores sorpresas que se han visto en shoot em up alguno. La guinda del pastel, suficientemente oculta como para que no todos lleguen a ella (porque los últimos niveles son difíciles de verdad), pero también lo bastante sabrosa como para planteárselo.

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ZeroRanger abre muchas puertas por las que pasarán muchos matamarcianos en el futuro. Para llegar al final bueno, al contenido endgame, así como a las respuestas a las ambiguas preguntas, el jugador habrá tenido que memorizar patrones, pero también se habrá encontrado desconcertantes minijuegos que llegan a locuras como un pinball o un RPG, o habrá aplicado consejos aparentemente imposibles en un shoot em up aportados por el propio juego tras perder un crédito. No cabe duda: estamos ante una bocanada de aire fresco para el género, que llega hasta a darnos la opción de renunciar a la máxima de disparar primero y preguntar después. Quien logre desbloquear el único logro del juego en Steam habrá conseguido, por fin, que todo tenga sentido. Ellos serán quienes entiendan por qué ZeroRanger está causando tanto revuelo entre los seguidores del género.

9

Excelente

Un título referente en su género, que destaca por encima de sus competidores y que disfrutarás de principio a fin, seguramente varias veces. Un juego destinado a convertirse en clásico con el paso de los años. Cómpralo sin pestañear.