Carlton, de El Príncipe de Bel-Air, denuncia a Epic por el presunto plagio de su baile en Fortnite

A Epic Games le llueven los billetes, pero también las demandas. Los bailes de Fortnite se han convertido en todo un fenómeno. Sin embargo, coincidiendo con el añadido de un modo creativo, parece que no todos están contentos con la propia creatividad de Epic: algunos artistas acusan a la desarrolladora de plagiar sus meneos corporales. Es el caso de Backpack Kid, el joven de 17 años que se atribuye la creación de Floss, el baile más popular de Fortnite. Por si eso no fuera poco, un viejo conocido de la televisión, Alfonso Ribeiro, el actor que interpretó a Carlton en El Príncipe de Bel-Air, también ha presentado acciones judiciales contra Epic Games.

El abogado de Ribeiro ha declarado en TMZ que “está ampliamente probado” que Epic Games se ha apropiado de la “propiedad intelectual” del actor “en el juego más popular del momento, Fortnite”. Según el letrado, Epic se ha beneficiado económicamente del baile, por lo que el estudio “ha fracasado en compensar o incluso en pedir permiso a Mr Ribeiro para usar su icónica propiedad intelectual”, ha dicho.

La legislación no es demasiado clara

Más de dos décadas después de la emisión de la serie, el personaje de Carlton vuelve a la actualidad. Sea como fuere, Ribeiro no es el único que se ha subido al carro y ha exigido compensaciones por el empleo de sus supuestas propiedades intelectuales, puesto que el rapero 2 Milly también ha estudiado denunciar a Epic Games. No es casualidad, sin embargo, que el bufete de abogado sea el mismo, Pierce Bainbridge Beck Price & Hecht.

Lo mismo ocurre con Backpack Kid, igualmente cliente de la firma. El joven ha demandado a la compañía, aunque tal y como prueba Eurogamer en un vídeo (vía Dano D), lo cierto es que el baile ya existía antes de que él lo utilizara. El grupo adolescente One Direction lo hizo en octubre de 2012 (min 3:07).

Por otra parte, el órgano encargado de velar por la propiedad en los Estados Unidos, el US Copyright Office, no parece contemplar la posibilidad de registrar movimientos de baile, por no hablar de la dificultad que entraña determinar si la persona que se atribuye la creación de un baile es realmente merecedor de registrarlo como propio.